Capítulo 4: El Golpe del Destino

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El sol brillaba intensamente en el estadio donde el equipo femenino del Real Madrid estaba jugando un importante campeonato. Jade estaba en su mejor forma, liderando a su equipo hacia una victoria sólida. El marcador mostraba un prometedor 2 a 0 a favor del Real Madrid, y el público, lleno de entusiasmo, coreaba los nombres de las jugadoras.

En la primera fila de asientos, el equipo masculino del Real Madrid observaba atentamente. Jude, junto a su mejor amigo Vinicius Jr., seguía cada movimiento de Jade con una mezcla de admiración y preocupación, consciente de la intensidad del juego.

El partido avanzaba cuando, de repente, un incidente inesperado cambió todo. Jade, jugando limpiamente como siempre, fue interceptada brutalmente por dos jugadoras del equipo rival. En un instante, un golpe en el cuello la dejó noqueada en el suelo. El estadio quedó en silencio absoluto, y el pánico se apoderó de todos.

Jude saltó de su asiento, su corazón latiendo con fuerza. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el campo, seguido de Vinicius y otros compañeros. Jade yacía inmóvil, y el miedo se reflejaba en los ojos de todos los presentes.

—¡Necesitamos ayuda aquí! —gritó Jude, su voz llena de desesperación.

El personal médico llegó rápidamente, pero Jude no podía esperar. Con una rapidez casi frenética, llevó a Jade en sus brazos hacia su auto, seguido de cerca por Vinicius y el entrenador, quienes llamaban a los padres de Jade para informarles de la situación.

Mientras conducían a toda velocidad hacia el hospital, las redes sociales estallaban con noticias sobre el incidente. Las dos jugadoras que golpearon a Jade fueron detenidas de inmediato, y el mundo entero estaba pendiente de la salud de la estrella del Real Madrid.

En el hospital, Jude cargó a Jade hasta que los doctores la tomaron, llevándola de urgencia a una sala de atención. El médico les pidió que esperaran afuera mientras la examinaban. Jude, con el rostro pálido y las manos temblorosas, no podía apartar la mirada de la puerta cerrada.

Pasaron las horas, y finalmente, los padres de Jade llegaron al hospital, visiblemente angustiados. Se acercaron a Jude, buscando respuestas.

—¿Qué pasó? —preguntó su madre, con los ojos llenos de lágrimas—. ¿Cómo está nuestra hija?

Jude, con la voz quebrada, les explicó todo lo que había sucedido en el campo. Les habló del brutal golpe y de cómo había intentado llegar al hospital lo más rápido posible.

—Estamos muy preocupados. Jade es nuestra única hija —dijo su padre, apretando la mano de su esposa.

El tiempo parecía avanzar con una lentitud insoportable. Finalmente, el doctor salió y se acercó a ellos.

—Pueden ingresar a verla ahora. Está despierta, pero necesita descansar —dijo el médico con una sonrisa tranquilizadora.

Los padres de Jade se dirigieron hacia la habitación, pero antes de entrar, miraron a Jude.

—Tú también debes entrar. Ella te necesita —dijo su madre, con una calidez en su voz que Jude no había esperado.

Con el corazón acelerado, Jude entró a la habitación. Jade estaba en la cama, pálida pero consciente. Sus ojos se iluminaron ligeramente al verlo entrar.

—¿Qué pasó? —preguntó Jade con voz débil.

Jude se acercó y se sentó a su lado, tomando su mano con suavidad.

—Fuiste golpeada durante el partido. Te llevaron al hospital, y has estado inconsciente por un tiempo. Pero estás bien ahora, eso es lo que importa —dijo Jude, su voz temblando ligeramente.

Jade lo miró con sorpresa. Este no era el Jude que conocía, el Jude arrogante y seguro de sí mismo. En su lugar, veía a un chico dulce y genuinamente preocupado por ella.

—Gracias, Jude —murmuró Jade, apretando su mano—. Nunca pensé que tú...

Jude la interrumpió, sus ojos llenos de sinceridad.

—No tienes que agradecerme. Solo quiero que estés bien. He estado muy preocupado por ti.

Los padres de Jade, observando desde la puerta, sintieron un alivio al ver la conexión entre su hija y Jude. Aunque el miedo de perder a su hija seguía presente, ver a Jude a su lado les daba una sensación de esperanza.

Las horas pasaron, y Jude se quedó junto a Jade, hablando en voz baja, asegurándose de que ella estuviera cómoda. Jade se dio cuenta de que había mucho más en Jude de lo que había pensado, y mientras lo escuchaba hablar, sintió que algo nuevo y profundo comenzaba a formarse entre ellos.

El día que había comenzado con un partido de fútbol se transformó en una experiencia que cambió sus vidas. Jade y Jude, unidos por la adversidad, descubrieron una nueva faceta de su relación, una que prometía ser mucho más significativa que cualquier rivalidad o malentendido pasado.


Confesiones SilenciosasWhere stories live. Discover now