Aunque afirmaba odiar estar en este plano dimensional, el príncipe del Inframundo encontraba su camino a mi habitación con bastante regularidad. Tanto que llegué a acostumbrarme a su presencia, a veces incluso llegaba a casa y él ya estaba ahí, hojeando mis libros u holgazaneando en mi escritorio. Eso sí, seguía aterrándome cuando se enojaba. La forma en que sus ojos cambiaban de estrellas azules a fuegos infernales me ponía los pelos de punta. Rath'tollan lo sabía, y a pesar de que intentaba ocultarlo, me di cuenta cómo hacía un esfuerzo por no alterarse para no asustarme. Era casi tierno.
...
Me hallaba sentada en mi escritorio terminando mi tarea cuando sentí el frío apoderarse de la habitación. Ni siquiera levanté la mirada al momento en que noté que ya no estaba sola.
— Qué temprano. — Dije a modo de saludo.
No tuve respuesta, y eso me hizo mirar. Rath'tollan me daba la espalda, no podía ver su expresión pero no hacía falta. Su silueta desprendía el ligero resplandor azul característico de su mal humor. Mi pulso empezó a acelerarse con temor, y respiré profundamente en un intento por serenarme. Luego, me aclaré la garganta.
— ¿Rath? ¿Estás bien? — Pregunté con cautela.
Había comenzado a llamarlo así hace unas noches, más por pereza de decir su nombre completo que por cariño; a él no parecía disgustarle. No obstante, esta vez, su espalda se tensó al sonido de mi voz. Un nudo se alojó en mi garganta y tragué con dificultad a través de él. Diablos.
— Rath... — Intenté de nuevo, levantándome.
— Kiarah. — Gruñó él con ira contenida. Cerré mi boca de inmediato. — Ahora no, ¿quieres?
Asentí con la cabeza a pesar de que no podía verme. Paralizada, estudié su espalda por un largo rato, respirando casi superficialmente para no hacer mucho ruido. Que me hubiera adaptado un poco a la presencia del demonio no quería decir que me hubiera adaptado a sus episodios de furia. Tal vez ese día nunca llegaría.
A su tiempo, Rath'tollan se giró y me observó. Sus ojos no eran más que rabiosos incendios cobalto ardiendo en su rostro completamente en blanco. Una vez más, inhalé una gran bocanada de aire helado para calmar mi corazón. No sé cuál era la expresión de mi rostro, pero fue suficiente para que Rath también respirara profundamente y se calmara un poco. Cerró sus ojos mientras respiraba y cuando volvió a abrirlos perdieron gran parte de su ira.
— ¿Quieres sentarte? — Murmuré, señalando la silla abandonada de mi escritorio.
Rath'tollan miró de mí a la silla un par de veces antes de decidir sentarse. Sin otro lugar disponible, me acomodé en la orilla de mi cama. Igualmente mi habitación era pequeña, así que no estábamos tan lejos el uno del otro. Rath cerró los ojos y adoptó una postura pellizcando el puente de su nariz con dos dedos. Lo observé unos segundos. Un raro instinto de querer hacerlo sentir mejor se activó en mí.
— ¿Estás bien? — Pregunté por segunda vez.
ESTÁS LEYENDO
Zafiros en Llamas
Fantasy¿Qué sucede cuando un espejo común de pronto arroja a un príncipe demonio en tu habitación? Kiarah no tiene idea, pero por las malas tendrá que descubrirlo. El viento helado llena el cuarto para indicar que él está ahí, y al contrario de su aura inv...