18- Tu olor

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Pov Violeta.

No podía explicar lo que acababa de
pasar. No podía explicar como me
sentía. Nunca había vivido algo así.

Cuando acababa de follar con alguien
salía corriendo para no crear falsas
expectativas, pero ahora lo único que
me apetecía era seguir mirándola y
acariciándola más tiempo.

- ¿Me puedo quedar a dormir?- le
pregunté después de un rato en
silencio.

- Claro que si- me sonrió acariciándome la mejilla.

Se levantó aún desnuda. Tenía un
cuerpo increíble. Como ella me había
dicho a mi, me gustaría hacerle tantas
cosas, enseñarle todo lo que quisiera,
aunque después de lo que me acababa
de hacer poco tenía que aprender.

- ¿Me pasas un pijama?- le pedí aún
tumbada tapada con la sábana.

- Yo no duermo con pijama- sonrió.

- ¿Ah no?- la mire pícaramente.

- No- me dijo riendo-, Toma anda- me lanzó una camiseta blanca larga.

Ella se metió en el baño, mientras yo
me ponía su camiseta, olía a ella. Me
volví a poner en la cama esperando a
que saliera. Al rato apareció con una
camiseta larga también, pero negra. Se tumbó a mi lado mirando hacia arriba. Yo estaba de lado, mirándola fijamente. La vi suspirar.

- ¿Estas bien?- le pregunté pasando mi
mano por su tripa.

-No se- dijo suspirando otra vez-, me
siento rara.

Su respuesta me hizo sentir miedo.
¿Rara porque? ¿No le había gustado?
¿Quería que me fuera? En mi vida
había tenido esta inseguridad, la
inseguridad que ella me provocaba,
por miedo a que yo no fuera lo
suficiente para ella, pero pensándolo
bien ¿que quería yo de ella? Nada serio, pero quería tenerla aquí a mi
lado siempre. ¿Eso como se explicaba?

- ¿Te arrepientes?- me atreví a
preguntarle.

- No- giró su cabeza hacia mi-, sólo que esto es nuevo para mi, por eso me
siento rara.

No quería que se arrepintiese ni se
sintiera mal. Quería que se sintiera
bien. Como me sentía yo ahora. No
sabia que decirle, así que me pegué
a ella y puse mi cabeza en su pecho
rodeándola con mi brazo. Ella pasó su
brazo por encima de mis hombros y
me acariciaba la espalda.

No sabía como afrontar esto, pero de
momento quería seguir viviéndolo.

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Cuando me desperté estaba sola en
la cama. Miré la hora. Eran las 11:30.
Me incorporé quedando sentada en la cama mientras me frotaba los ojos.
Me volví a fijar en la guitarra que había en el escritorio. No entendía porque no quería que nadie supiese que tocaba o cantaba. Seguro que lo
hacía bien, como todo.

Abrí la puerta y salí al salón. La vi en
la cocina, preparando café. Me quede
apoyada en el marco de la puerta
observándola. Tenía el pelo desecho y
sus largas piernas las tenía levemente
separadas.

- Buenos dias- dijo de repente.

- ¿Como sabes que estoy aquí si no te
has girado?- pregunté extrañada. Oí
como se reía.

- Tu olor- se giró y se apoyó en la
encimera cruzando las piernas.

Su mirada me hipnotizaba de una manera inexplicable.

Me acerqué a ella lentamente. Ella no
se quitó así que simplemente me dejé
caer sobre ella abrazándola. Ella me
rodeó con sus brazos y dejó un beso en mi cabeza.

PERMANECER // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora