El lunes luego de la cita, la rutina de ambos volvió a cambiar. Riki notó que a Sunghoon le gustaba la leche de fresa, así que le llevó una cajita y se la entregó en cuanto lo vio, ganándose miradas de los demás. Sunghoon simplemente le sonrió amablemente.
Durante las clases, ambos se lanzaban miradas furtivas o se pedían cosas estúpidas, como ayuda con saber cuando era treinta más tres.
A la hora del almuerzo, Wonyoung y Yeonjun no se aparecieron, así que fueron solo ellos dos. Y terminaron considerando ese tiempo a solas como una cita.
Ambos estaban comiendo en un silencio cómodo mientras leían. Esa semana, Sunghoon le había dejado a Riki leer Los Miserables, ya que habían empezado a ver la literatura universal. Hasta el momento iba disfrutando la lectura.
—Hey, Hoon —llamó de pronto, mientras masticaba el contenido de su bento.
—¿Mhm?
—¿Has probado el sashimi*(1)?
Sunghoon irigió su atención a Riki, quien también lo veía, y negó.
—Mira, prueba. Este es de atún —le ofrece un trozo de su comida y lo acerca a sus labios con sus palillos luego de haberlo remojado en la salsa.
Sunghoon se sonroja levemente, pero acepta la comida gustoso y sonríe de forma brillante por el delicioso sabor.
—Me gusta, ¿Tú lo preparaste? — El mayor asiente, ofreciéndole ahora un trozo de salmón.
—Casi solo puedo preparar platos japoneses, sigo aprendiendo gastronomía coreana —explica, pues probablemente Jungkook solo lo ha visto comer platillos de Japón.
—Tiene sentido —murmura, viendo el bento de su acompañante. Luego de unos momentos, sonríe—. Es adorable, hyung.
Con eso, el corazón de Riki se detiene unos segundos antes de inclinarse y besar la mejilla del pequeño Park.
—Tú eres demasiado adorable para tu propio bien —comenta y se gana la risa sonora de su chico bonito. Entonces le llena el rostro de besos y termina por abrazarlo contra su pecho.
El resto del almuerzo, lo pasan abrazados, leyendo ambos Los Miserables, con Sunghoon explicándole algunas palabras a Riki y compartiendo de la comida de ambos entre ellos.
Comportándose ya como una pareja.
Ninguno de los dos podía (y tampoco quería) detener el latir acelerado de sus corazones, la molestia en sus estómagos a causa de los nervios de estar cerca y el sonrojo que no dejaba sus mejillas. Aquellos síntomas, que podrían asimilarse a una enfermedad, indudablemente les encantaban.
Estaban cayendo poco a poco en un estado de enamoramiento profundo por el otro y, como un acuerdo tácito, habían decidido disfrutar de cada pequeño momento juntos mientras sus sentimientos crecían a velocidades increíbles. Dentro de su burbuja de encanto, nada iba a molestarlos.
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Los días que siguieron a eso, terminaron por establecer la nueva rutina a sus vidas. De vez en cuando, Wonyoung y Yeonjun los acompañaban también, pero usualmente eran momentos solo para ambos.
Las semanas pasaban y, con ello, el sentimiento fuerte crecía cada vez más alrededor de ambos. Había días en que, durante el almuerzo, Riki no tenía ganas de repasar y con unos cuantos besos en las mejillas y frente de Sunghoon conseguía que ambos se acurrucaran y leyeran el libro de la semana.
Aún así, Sunghoon seguía siendo estricto con él. Estaba agradecido, porque probablemente la bruma del enamoramiento lo tenía más tonto y el pequeño Park siempre lo ayudaba a mantenerse con los pies en la tierra, aunque de vez en cuando ambos se dejaran llevar por la ola de sensaciones increíbles de estar al lado del otro.
Su tiempo juntos dejó de reducirse solo a estudiar; cuando Sunghoon tenía libre de su club, iba a sentarse a las gradas del gimnasio a ver al club de básquet entrenar. Cuando Riki se safaba de un entrenamiento, iba a meterse al club de periodismo y se acostaba al lado del más bajo, viéndolo sonreír a su cámara como un pequeño emocionado.
Se gustaban mucho, pero estaban yendo sin prisas. Aprovechaban cada oportunidad que tenían para conocerse más, e incluso encontraron gustos en común. Park, a pesar de su imagen firme, seria y estoica, era un otaku sentimental.
Ambos disfrutaban de ver anime, películas japonesas, eran fanáticos de Harry Potter y les gustaban los mangas y libros de terror. Nishimura odiaba las películas de romance y Jungkook las amaba. Sunghoon odiaba las películas de gore y Riki las disfrutaba.
A ambos les fascinaba las similitudes y diferencias que compartían. Una tarde de estudios, Sunghoon admitió que le gustaban los deportes y que había practicado varios, pero que su pasión era la fotografía. Riki admitió que disfrutaba de leer y escribir cualquier cosa que se le llegara a la mente, aunque siempre amaría el básquetbol sobre todas las demás cosas.
Luego de dos meses de que iniciarán las tutorías, comenzaron también a verse fuera del Instituto más seguido.
Salían a hacer cosas típicas, a la biblioteca o al parque a leer, a comer un helado o tomar una malteada. Lo único que deseaban era pasar tiempo juntos.
Ninguno de los dos se explicaba la revolución de emociones que ocurría en su interior. Pero no les molestaba para nada. Juntos estaban descubriendo ese mundo, que hasta ese entonces había sido desconocido.
Riki se encontraba siendo aturdido por todo lo que estaba sintiendo. No se quejaba, lo adoraba, pero aquello era abrumador. Su forma de expresar al menos un poco de todo el amor que estaba naciendo, dirigido hacia Sunghoon fue volcado en una hoja con ayuda de un lápiz. Palabras sueltas acerca de lo que sentía y pensaba de su pequeño Park que terminaron formando el primer poema de muchos otros que Riki escribiría en secreto para el chico a quien amaba.