El Brebaje del Alquimista

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Severus estaba en su despacho, la situación entre él y Harry estaba tensa, los dos estaban preocupados por su hijo, la marca se estaba extendiendo, la magia de Severus era más poderosa. Esa madrugada soñó con el parto, se visibilizó a sí mismo en la cama del hospital dando a luz a su hijo y un charco de sangre negra lo rodeaba al igual que la criatura se desvanecía en sus brazos. Snape despertó mirando al techo fijamente se tocó el vientre despacio, su hijo estaba ahí todavía, realizó un tempus; eran las cuatro de la mañana, dio vueltas y no pudo volver a dormir, afuera la primavera casi se acercaba y la nieve se iba desvaneciendo, eran finales de febrero y el clima eclipsaba su situación.

Se levantó y se aseo, al cambiarse se miró al espejo, era cierto su pelo caía por su espalda, sus labios rojos oscuros, sus uñas largas no era práctico tenerlas así, suspiró mirando hacía la ventana se estaba colocando la túnica, su vientre redondo casi no dejaba que su levita se abotonaba por completo. Pensó en hacer algo útil cuando estuvo listo, así que fue a recolectar plantas, no tenía hambre y no quería comer porque sabía que le daría nauseas, se adentró en el bosque en busca de unas plantas curativas para abastecer los armarios de pociones, era estúpido, pero no tenía nada que hacer.

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Lucius había tomado el brebaje que el alquimista Amunet le había recomendado hace unos cinco días. Al principio, no sucedió nada. Luego, su piel pálida comenzó a amoratarse, seguida de un dolor de cabeza punzante, y finalmente la poderosa e incontrolable magia accidental que dejaba a Lucius agotado, peor que una maldición Crucio.

Ahora, Lucius yacía en su cama, perdido en sus pensamientos sobre cómo salir de esta situación. Su hijo pateaba fuertemente en su vientre, y él estaba en trance, estaba allí, con la mente desvanecida, un golpe repentino en la puerta lo sobresaltó.

___¿Lucius, estás ahí?__ llamó una voz familiar, era Arthur que le tomaba de la mano y le ponía un paño en la cabeza tibio, estaba volviéndose loco al ver a su amado allí, maldecía una y otra vez aquel maldito alquimista___Amor tienes que recuperarte, amor recupérate. Lucha cariño.

Arthur acarició el vientre de Lucius despacio, el bebé se movía erráticamente, Arthur volvió a poner el paño en la frente vio a Malfoy con el pelo enmarañado, pero poco a poco su respiración se volvía calmada y las patadas no eran tan erráticas.

Pronto amaneció y Arthur estaba dormitando, Lucius abrió sus ojos grises y el sol estaba muy alto sus ojos estaban hinchados y tenía mucho cansancio, noto que su camisón estaba húmedo del sudor. Se incorporó y fue al baño se miró en el espejo y de repente tenía muchas nauseas, se dobló y vomitó, Lucius se asustó mucho al ver algo negro bajar por si garganta, Athur corrió a su lado y lo miró, Lucius estaba pálido y los dos miraron lo que había expulsado.

____En qué diablos me estoy convirtiendo___susurró Malfoy mirando a la nada.

____Amor creo que la cura será peor que la enfermedad___dijo Arthur desvaneciendo los restos de lo que sea que haya vomitado su esposo.

Lucius se metió a bañar, el peso del bebe era mucho, lo sintió patear y Arthur lo dejó solo, abajo encontró a Bill, Charlie y Ronald. Los tres chicos habían preparado el desayuno, Arthur tomó una botella de bourbon y bebió directamente de ella, Charlie le miró, pero no dijo nada, Ron estaba atragantándose y Bill leía El Profeta. Lucius entró en el lugar descalzo, con el pelo alborotado, una camisa y unos pantalones, vió a Arthur tomar de la botella de Bourbon repetidas veces y frunció el ceño, le pasó una taza de café y le quitó la botella de su lado. Lucius tomó té y unas tostadas, Charlie le apartó una silla y Bill le colocó el plato en la mesa. Había un silencio incómodo.

__¿Los efectos secundarios son muy malos?__preguntó Charlie curioso

____Estan siendo un verdadero dolor de cabeza; pero creo que están funcionando.

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