𝐇𝐀𝐏𝐏𝐈𝐍𝐄𝐒𝐒. . . cuando el vasallaje de los veinticinco llega, Mayrin tiene que representar a su distrito cuando gana los juegos con tan solo quince años. Pero ella no pertenece a ese distrito, el cuatro es su hogar, donde creció y donde lo c...
Eso me trae a la realidad, sus múltiples llamados hacia mi, mientras da jalones a mi blusa para que despierte. Entonces noto la gravedad de la situación y que tendré que volver a los juegos, quizá muera y eso indicaría dejarlo solo en el orfanato... otra vez.
Primero me giró hacia él cuando los guardias de la paz vienen hacia mí al notar que no me he movido desde que anunciaron mi nombre.
—Está bien, Francis, todo estará bien— coloco ambas manos sobre sus hombros para que me suelte y un agente de la paz lo toma.
Entonces me encaminan hacia la parte principal de la plaza y la cámara me enfoca, mi rostro en shock y los gritos de Francis entre el público.
—Muy bien, ahora para el chico— el hombre se mueve, toma de la urna un nombre y habla: —Lincoln Basso.
Dirigo la mirada al adulto, su esposa y su pequeña bebé de unos meses me rompen el corazón. ¿Por qué esto se hace cada vez más difícil? Esto no me ayuda para nada, porque sé que tiene una hija, he hablado con él, incluso hemos tenido conversaciones sobre su familia y la mía. Compartimos miles de palabras y ahora ha sido cosechado.
—¡Soy voluntario!— exclama una voz, levantando su mano al mismo tiempo.
Todos y cada uno dirigen sus miradas a Alden, quien acaba de dar un paso al pasillo para que los agentes de la paz lo vean. Lincoln se queda estupefacto ante lo que acaba de pasar, su esposa se echa a llorar aún más.
Veo como Lincoln le agradece con la mirada y un asentimiento de cabeza, mientras Alden camina hacia la muerte a mi lado.
Todo pasa tan rápido, tanto así que cuando despierto de nuevo a la realidad, estoy rodeada de cuatro paredes y un techo para despedirme de mis seres queridos. Por obvias razones, Francis es el único que se adentra acompañado de un agente de la paz y se lanza a abrázame. Yo lo cargo y acaricio su cabello, mientras él llora en mi oído.
—Todo va a estar bien— susurró, es lo único que se me ocurre decirle porque no estoy segura de si viviré para volverlo a ver.
—Má, no lo hagas, por favor, no me dejes— rogó él.
Mis ojos se llenan de lágrimas al notar como su voz se rompe en mi oído, así que lo bajo con delicadeza mientras él se aferra a mi cuerpo.
—Francis— llamo y apenas puedo deshacerme de su fuerte agarre —Escucha a mamá— es la primera vez que me hago llamar así, pero no tengo cabeza para pensar en ello, ni él ya que lo deja pasar —Vas a quedarte con Dania, vas a hacer lo que ella te diga y no mirarás los Juegos.
