Capítulo XXII

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Luna

El tiempo pasa volando cuando estás ocupado. Ya es San Valentín y Derek y yo hemos decidido no hacer nada especial, nos hemos gastado mucho dinero en el viaje a París y tenemos que recuperarnos un poco.

Hemos quedado en ir a cenar cuando salga del trabajo. Me gusta lo que hago. Llevo ya más de dos semanas trabajando. De momento estoy en el almacén recibiendo cajas y catalogando las piezas para ver a qué especialista le corresponde cada una.

Hace un rato MJ, mi supervisora, me dijo que quería hablar conmigo y me huele mal, creo que he metido la pata en algo y John, uno de mis compañeros, se ha enfadado, seguro. Está de mal humor siempre y parece que no me quiere por aquí. Espero que mi cagada no haya sido muy grande.

— Adelante — responde MJ cuando toco su puerta.

— Hola — saludo.

— Hey, siéntate — me pide señalando la silla que hay frente a su escritorio. — Te preguntarás por qué te he hecho venir a mi despacho.

— ¿He hecho algo malo? — Pregunto sin rodeos.

— He estado observando tu trabajo. Te dije que tu labor era sólo estar en el almacén catalogando las piezas que nos mandan los profesionales de las excavaciones pero tú — dice recostándose en su butaca — has ayudado a los profesionales, incluso a los de otros campos, te has hecho cargo de una visita cuando uno de nuestros guías ha faltado y tienes tu trabajo siempre al día — voy a hablar pero me corta. — Lo que quiero decir es, que sin pedírtelo, has hecho mucho más por este museo que varios de los trabajadores que llevan años aquí. La visita que guiaste era muy importante, no lo sabías pero en el grupo había inversores que han decidido darnos más fondos para una excavación que quiero que salga adelante.

— Lo hice con mi mejor intención — respondo sin saber si tengo que defenderme o darle las gracias por sus palabras. — Me dijeron que el guía se había puesto enfermo y no había avisado con suficiente antelación y antes que cancelar la visita pensé que...

— Hiciste muy bien. Se nota que sabes de lo que hablas. Luna, llevas poco tiempo aquí pero eres importante para el museo. Tus compañeros hablan maravillas de ti y les ayudas mucho con su carga de trabajo. Los inversores que estuvieron aquí el otro día han financiado mi excavación, y te he hecho venir hoy aquí porque quiero que formes parte de ella.

— ¿Qué? — Pregunto sin entender muy bien.

— No tienes por qué responderme ahora pero sí me gustaría que vinieras. Gracias a ti puedo poner en marcha mi proyecto y quiero que tú estés en él. Piensa que es una forma de saber si realmente quieres dedicarte a esto, si vales y, si todo sale bien, estarás más metida en este mundillo. Amplías currículum y puedo hablar con tu profesora para que te sirva para obtener créditos extra.

— No sé qué decir — susurro.

— Di que sí — sonríe. — Veo mucho potencial en ti y quiero explotarlo. Dame una respuesta cuando lo sepas, pero no tardes mucho, salimos el viernes de la semana que viene. Puedes irte.

— Gracias, te responderé pronto.

Salgo del despacho y sonrío. ¡Tengo la oportunidad de ir a una excavación de verdad! Quiero decir ya mismo que sí pero voy a pensarlo con un poco de calma, tengo que mirar bien mi horario para no perderme ningún examen ni entregas de trabajos.

Cojo mis cosas, me despido de mis compañeros y salgo corriendo. Me monto en el coche con Derek y, cuando estamos ya sentados y hemos pedido la cena, no aguanto más y le cuento la novedad.

Love en Seattle (Love #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora