I Guess You're Addictive. │ 𝘚𝘩𝘪𝘯𝘮𝘰𝘯𝘰

IV

— Hmh. Se quedó sin dinero? Pensé que era rico.- Humo rodeaba la sala, el olor a tabaco mareaba a Neito.
El muchacho se quedó callado por un momento, buscando la mejor excusa.

— No es que no tenga... Es que sus servicios le parecen costosos...

— Podría haberme pedido atender el caso por mi mismo, y no le cobraría tanto. No sabe que lo que cobro, es para el sueldo de ambos?

Si, si, un mísero sueldo mínimo...

— Si, él sabe... hizo el cálculo, y restando mi sueldo seguía considerando que no puede permitirse a un abogado tan... Experimentado, que tiene toda la razón en cobrar tanto...- No la tiene. — Y ahí se dió cuenta que se podría permitir pagarme a mi, no a usted.

— Bueno.- El hombre canoso y parcialmente calvo se alzó de hombros y siguió fumando. Neito quedó perplejo, parpadeando un par de veces. ¿"Bueno"?..

Bueno.

Neito se levantó sin decir nada, solo asintiendo la cabeza, caminado hacia afuera.

— Entonces conseguiré un reemplazo para usted.- !¿Qué?!

El rubio se volteó inmediatamente, parando su caminata de inmediato.

— Si, su reemplazo. Usted estará muy ocupado con el señor Hitoshi... Y yo necesito a alguien disponible.- El viejo se lamio los labios levemente, Neito se estremeció y lo miro con asco. Ya no tenía que retenerse para no perder su trabajo... Porque ya lo había perdido. — Puede venir por su liquidación el lunes.

Sus puños se cerraron por un momento, se relajó y simplemente salió de la sala, tirando la puerta a su paso, después cerrandola violentamente. Su espalda se apoyó contra ella, sentía que nunca podría dejar de temblar. Maldecia al criminal ese por hacerlo perder su trabajo, el primer trabajo estable que tenía. ¿Como iba a mantenerse después de que se solucionara el caso de Shinsō? Iba a quedar en el bote de desempleados del país. Suspiró otra vez, sus manos pasaron por su frente y agarraron su cabello, solo un segundo. Empezó a caminar como si nada hubiera pasado, como si aún tuviera trabajo.

Lo primero que hizo fue buscar a Hitoshi.

— Me despidieron.- Fue lo primero que dijo, en tono de reproche.

— ¿Que esperaba?- Por alguna razón, estaba mirando al techo, su espalda pegada a la esquina, sus piernas estiradas, sus brazos pegados a su cuerpo, su cabello plano por la parte de atrás, la que estaba pegada a la pared. Había estado ahí por al menos una hora. La celda era gris, horrible, anti higiénica. Había un balde, Neito se estremeció y decidió ignorarlo.

— Pues, que en cualquier otro caso por ahora lo manejara él mismo, no yo hasta que yo no estuviera disponible... Se supone que es abogado.-

— Pff. Estudió y trabajó por si mismo tres décadas, ya no quiere ser abogado, quiere el dinero.

Neito se cruzó de brazos, pero era cierto. — Todos quieren. ¿Pero sabe que me sucederá a mi? Me despidió, ya no tengo trabajo, por lo tanto ya no tendré dinero cuando termine su caso.- Su mirada se dirigió de manera juzgadora al cuerpo de Hitoshi, después meneo la cabeza y miro la entrada de la celda. Neito estaba apoyado contra el lado derecho del marco de la puerta mirando a la esquina izquierda, la cual era la más cercana. Ahí estaba el pelimorado. Atrás de Neito habían dos guardas. Le podrían sacar treinta centímetros como mínimo de altura y veinte de ancho. Ya no le preocupaba que escucharan a la conversación personas ajenas, porque no permitiría que Hitoshi hablara de algo confidencial, no ahí.

— Ese es su problema.- El rubio reaccionó con un gesto de desagrado, Hitoshi respondió con una mueca de burla. Neito ni siquiera sabía que Hitoshi podía verlo, seguía mirando el techo.

— No es just╴
— La vida no es justa.

Neito se quedó callado por un momento, después dió un paso hacia afuera, los guardias abrieron paso.

— Igualmente podría ayudar a unos amigos.- Dijo el pelimorado, sin despegar la vista. "Otros drogadictos, que bien." pensó Monoma, pero retrocedió y miro al mayor. — Obviamente cuando termine el caso.- Prosiguió Hitoshi. — Si hace bien su trabajo, créame que dará frutos.

Neito suspiro, meneo la cabeza de nuevo y se despidió con un gesto de mano, los guardas volvieron a crear un espacio por donde el pasó, dirigiéndose a su casa (o nueva oficina).