IX

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El rubio bajó por las escaleras de su casa a paso lento, tallandose los ojos y dando un bostezo. Estaba tan cansado que no se acordó que habían 4 hombres durmiendo en su sala. Cuando llegó, pegó un grito y se quedó inmóvil, intentando recuperar la memoria y entender que carajos hacian ahí. Se veían tan cómodos durmiendo que le daba envidia.

Katsuki estaba en el sillón, abrazado con un muchacho de pelo verde, el cual estaba vestido con el suéter que Katsuki traía la noche anterior. Hitoshi estaba durmiendo en una silla, sentado, como esos viejitos que se quedaban dormidos en donde sea. Shoto era el único abrigado y bien recostado en un lugar decente, estaba en una cama improvisada con almohadas rodeandolo, era el que se veía más relajado de todos. Neito suspiró y caminó hasta la cocina, tenía un día ocupado, en unos meses empezaría la especialización en crimen penal y tendría que pasar todo el día estudiando para siquiera pasar el examen. Era irónico estudiar para crimen penal, si en ese momento tenía dos criminales certificados y dos desconocidos que no se veían del todo confiables. Puso a hacer café. Su máquina era vieja, pero por tenerle un valor sentimental que ocultaba no se había dignado a comprar una que no hiciera ruido como si la hubiera dañado.

El muchacho de pelo verde se levantó con delicadeza, intentando no despertar a nadie. Caminó de puntitas a la cocina, poniéndose al lado de Monoma. Este pegó un brinco cuando se percató de la presencia ajena. Izuku sonrió con vergüenza, rascándose la nuca por un momento antes de tenderle la mano a Neito en un gesto formal.

— Mucho gusto, licenciado Monoma.. - Neito sonrió por un momento con orgullo. Le había encantado que todos lo traten de Licenciado, pero escucharlo junto a su nombre era de las mejores cosas del mundo. Se puso una mano en la cadera, miró a Izuku de arriba para abajo y después se dignó a estrecharle la mano al muchacho.

— Izuku ¿no? - Dijo Monoma, caminando a donde estaban las tazas de café. El muchacho asintió con la cabeza. Siguió a Neito con la mirada por un rato, hasta quitarse el suéter y caminar hasta la refri.

— Te prometí cocinar por mientras estemos aquí, déjame cocinar algo y esperemos que el olor despierte a los otros. - Su tono alegre casi molestaba a Neito, sonaba demasiado normal, demasiado amigable para ser del grupito de esos delincuentes. Frunció el ceño, pero ladeo la cabeza y dejó a Izuku hacer lo suyo.

Estaba sentado en el sillón de la entrada, el aroma de huevos caseros desplazándose desde la ventana hasta afuera de la casa. Estaba seguro de que los demás estaban despiertos y caminando por su casa, pero no había nada que hacer al respecto. Había puesto seguro a su cuarto, pero sabía que no serviría de nada, si se quisieran meter lo harían. Tomó un sorbo de su café, su ojo derecho temblando de enojo, pero intentaba pretender que no le afectaba para nada el estado actual de su vida.

Hitoshi pasó por la puerta con dos platos, poniendo uno en el regazo de Monoma. Este protestó, mirándolo con enojo. Hitoshi ni siquiera lo volteó a ver, sentándose en el suelo al lado del abogado.

Pasaron unos minutos de silencio, los dos comían y el aire se tensaba entre más ignoraban la presencia del otro. Monoma rompió el silencio.

— Entonces… ¿En qué estado están dejando mi casa? - Volteó a ver al pelimorado. Este solo volteó a ver hacia la puerta entreabierta. Negó con la cabeza.

— Su casa está bien. No somos salvajes como usted se imagina.

Neito sabía eso, pero igualmente se sintió ligeramente ofendido de que Hitoshi le hubiera mencionado los estereotipos que tenía de ellos. Él lo entendía, pero no le quitaba el miedo de que su casa estuviera vacía para el momento en que entrara. Recostó la cabeza en el sillón, mirando a Hitoshi de nuevo. Hitoshi lo volteó a ver devuelta, pestañeando dos veces, quedándose completamente   callado. Monoma frunció los labios, pasándose la mano por la cabeza y mirando al frente.

— ¿Quién es Kaminari? - Preguntó de repente. Hitoshi se ahogó con la comida por un momento. Dió un suspiro, bajó el plato a un lado y golpeó su cabeza contra la pared.

— Era amigo de nosotros. - Respondió con sequedad. — Lo mataron.

Terminó de hablar, en la cabeza del rubio sonó un tambor de muerte al escuchar la última palabra. Eso era lo que más temía en los temas de la mafia de Katsuki y las decisiones laborales de Hitoshi; en cualquier momento los podían matar, y él no podría hacer absolutamente nada. No le gustaba admitirlo, pero cada vez le gustaba menos la idea de deshacerse de ellos, y menos, ver el cadáver de alguno relleno de balas o decapitado. Se estremeció, bajando sus cubiertos y mirando directamente al plato. No quería preguntarle a Hitoshi cómo, ni porqué mataron al misterioso Kaminari, no tenía intenciones de aterrorizarse más. Hitoshi notó esto, quedándose callado y mirando al frente.

— ¿Es cierto que nos parecemos? - Preguntó Neito de la nada. Hitoshi negó con la cabeza.
— Para nada. Solo me están molestando, es solo por lo rubio que se parecen. Y Shoto… Tal vez si pensó que usted era él, pero con esa visión tan engañosa que debe tener… Solo se parecen en el color de pelo, no se preocupe.

Neito se quedó callado, mirando al frente.

— ¿Hace cuanto…? - Monoma olteó a ver a Hitoshi, quien parecía estar sufriendo internamente, pero no lo decía. Suspiro y respondió;
— Hace… un año, creo. Podría ser. - Su voz tembló por un momento, pero se recompuso y volteó a ver para el frente.

Neito se arrepintió al instante de lo que hizo, pero dejó su plato casi vacío en el sillón donde estaba, recostandose en la puerta, al lado de Hitoshi. Miró hacia arriba por un instante, pero Hitoshi miraba hacia abajo. El rubio rodó los ojos.

— Te puedes desahogar, o lo que sea.

Hitoshi sonrió para sus adentros, mirando al lado contrario a Neito.

— Ya he llorado mucho por eso. Pero gracias.
— ¿Usted? ¿Llorando? Creo que si mañana yo muriera, harían una fiesta.

Hitoshi rió levemente, negando la cabeza mientras lo hacía.

— Créame o no, pero también lloraría.
— Ah, señor Shinsō, me halaga. Pero estoy seguro que eso es una mentira.

Hitoshi sonrió de nuevo y sacó un cigarro. Neito rodó los ojos.

— Me han dicho que es irrespetuoso fumar cerca de alguien.
— También es irrespetuoso colarse a casas ajenas, y aquí estoy. El respeto no es lo mío.

El rubio soltó un pequeño sonido de molestia, apoyando su cabeza en su mano y su codo en una rodilla, mirando al lado contrario a donde estaba Hitoshi. Hitoshi hizo lo mismo, tomando una jalada del cigarro y dejando que el humo volase por ahí. Neito fingió toser, como si se ahogara, pero después de ver que a Hitoshi no le importaba se aburrió, quedando en silencio por un rato que se sintió eterno.

Alguien abrió la puerta, golpeando a Neito y tirandolo al suelo. Este se quejó cómo si le estuvieran matando, levantándose de inmediato con ganas de pelear. Katsuki dió dos pasos al frente, poniéndole una mano en el pecho al otro rubio para evitar que se acercara mucho.

— Toshi, emergencia.

El pelimorado se levantó de inmediato, caminando a paso rápido hacia el interior de la casa. Neito también iba para adentro, pero le cerraron la puerta de su propia casa en la cara, con seguro. Forcejeó con la manija de la puerta por un minuto, pateando y golpeando para que le abrieran, pero nadie, ni siquiera Izuku, lo dejó entrar.

I Guess You're Addictive. │ 𝘚𝘩𝘪𝘯𝘮𝘰𝘯𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora