5. La sirena y la marinera.

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24 de julio.

Hermione no sabía qué hacía en plena noche en medio de la playa, usando únicamente su traje de baño.

Se abrazó a sí misma y frotó sus palmas contra sus brazos, sintiendo su piel erizada. Consideró girarse y regresarse a la casa, a recostarse en la comodidad de su cama. Sin embargo, hizo todo lo contrario y se acercó al mar.

Lo primero que vio al acercarse fue a Darling, que estaba nadando de espaldas cerca de la orilla. Estaba en bikini. Su rostro sereno, con los ojos cerrados y parecía que apenas estuviera haciendo esfuerzo.

Hermione no pudo evitar notar lo diferente que se veía bajo la luz de la luna en plena noche. Más pálida… Más etérea. Tenía un toque mágico incluso. Hermione pensó que se parecía a la forma en la que los muggles retrataban a las sirenas. Encantadoras y preciosa. Si fuera un marinero, caería en…

Hermione frunció el entrecejo por el rumbo de sus pensamientos, sintiéndose confusa. ¿Qué clase de pensamientos eran esos? Negó con la cabeza para sí misma y volvió su atención a Darling.

—Darling —la llamó cuando se dio cuenta que estaba más lejos que antes.

Darling detuvo su nado y la miró.

—Hermione.

La forma en la que dijo su nombre hizo que le dieran escalofríos. Hermione frotó con más fuerza la piel de sus brazos.

—Vamos dentro, es tarde.

Hermione ni siquiera sabía qué hora era.

Darling ladeó la cabeza por sus palabras, entonces se acercó a ella, pero sin salir del mar. Hermione notó que el agua le llegaba hasta las rodillas, pero rápidamente levantó la mirada para clavarla en su rostro.

—No es tarde —Darling le llevó la contraria—. Y el agua está más que bien, Hermione, ¿por qué no vienes y te metes conmigo?

Hermione tragó saliva. Por alguna razón, el tono de Darling estaba resultando más que convincente. Sus piernas casi se acercaron sin que lo pensara mucho, pero se forzó a quedarse ahí, frotándose los brazos.

—Darling, de verdad —insistió con la voz temblorosa, pero Hermione ni siquiera sabía a qué estaba insistiendo.

—Ven, Hermione.

La voz de Darling la hizo cerrar los ojos unos segundos y, cuando los abrió, Hermione se dio cuenta de que ya estaba con los pies dentro del mar, caminando hacia ella. Podría haberse detenido, de hecho, probablemente habría sido lo más razonable. Sin embargo, aunque Hermione se consideraba una persona más que razonable, no quería. Quería hacerle caso a Darling. Quería acercarse. Quería descubrir qué planeaba.

Hermione era razonable, pero también curiosa.

Cuando se encontró delante de Darling, ella le sonrió. Hermione correspondió, mirándola a los ojos. Sin embargo, su sonrisa se desvaneció cuando Darling le acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja.

—Hermione —repitió, acariciándole la mejilla.

—Darling —El nombre le salió como un suspiro.

Antes de que Hermione pudiera pensar en por qué se sentía así, el mar, antes manso y tranquilo, se convirtió en un mar violento y lleno de fuertes olas. Hermione casi perdió el equilibrio, aunque las olas estuvieran chocando contra la espalda de Darling, que no se movía ni un centímetro.

Hermione tragó saliva cuando Darling la sostuvo de la cintura para ayudarla a mantener el equilibrio. Cuando miró a Darling a la cara, Hermione se dio cuenta de que estaban cerca, demasiado.

Lo único que quería este verano || Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora