-¿Qué te parece, Ramón?-le preguntó el chico montado sobre una rama del cerezo equilibrando su cuerpo mientras sostenía su hacha. El caballo lo miró devuelta y en silencio. -Oh vamos, no se ve tan mal ¿o sí?
Rubius dirigió su vista a la estructura incrustada en la copa del árbol en hojas rosas, se supone que se trataba de su sala de encantamientos, había hecho un gran esfuerzo para que quedara lo más agradable posible pero, él nunca fue bueno para las construcciones, tenia un ojo para la estética y una vasta imaginación pero nunca se le dio para replicar las obras de su mente en la realidad.
El atardecer se pintó en el cielo, un bonito anaranjado con el borde azul desbordando sobre el cielo. Suspiró, dejando su recién creación en pausa para bajar del cerezo y entrar a casa.
-Gracias, Ramón-le dijo al animal en el corral, antes de abrir la puerta de su pequeña choza.
Era una casa escondida entre los árboles, plasmada de viejos artilugios que no recuerda exactamente de quién provienen, hace mucho tiempo que se quedó solo y no ha visto a ninguna otra persona.
-Hola, Raspy-saludó a la minino, quien se estiró sobre su cama después de una larga siesta y caminó de puntillas hasta él, donde se restregó contra sus piernas como una manera de devolver su saludo. -¿Me extrañaste?
Comenzó a cocinar su cena con los ingredientes que cosechaba y la carne que cazaba. Hablar con sus animales era algo que, alguna vez, escuchó que debía hacer, y aquello quedó grabado en su cabeza, lo suficiente como para saber que así se sentía con cordura y menos solitario. De un instante a otro, se volvió su día a día y se sintió agusto consigo mismo. Con el tiempo, se mentalizó sabiendo que probablemente así se quedaría para siempre.
Cuando terminó de preparar su cena, la llevó a una pequeña mesa de madera que está ahí desde que era un niño, comenzó a degustar su comida, sintiendo a Raspy recostarse en sus pies bajo la mesa.
-Hoy fui a un gran castillo abandonado, estaba lleno de esqueletos y zombies, los hubieras visto, eran demasiados... -le dio una mordida a su bistec- y el lugar era, muy bonito, tenía sus propios jardines dentro del castillo, e incluso una biblioteca, tuve que robar varios libros de ahí para formar la nuestra -sonrió cautivado cuando el recuerdo vino a su mente.
Antes, a Rubius le costaba mucho ser hábil con el hacha para poder protegerse a sí mismo y sobrevivir al mismo tiempo. Por supuesto que hubo discrepancias, tuvo que comenzar a entrenar en casa, arañar los árboles alrededor con el fin de acostumbrarse al arma. Sin alguien que le asesorara, hacer y conocer por su cuenta hizo muchos cambios, incluso leyó varios libros robados y se llenó de conocimiento en sus ratos libres.
Siempre había algo que hacer, y si no, encontraría algo por hacer. Así era su vida. Si había algo que reparar en casa porque era una propiedad vieja, entonces tenía que hacerlo él mismo, si necesitaba de algo, leía y de ahí intentaba traerlo al mundo real. Cuando no se ocupaba, sucedían cosas.
En las largas noches de introspección, su mente se convertía en un torbellino imparable. Se sumergía en un océano de pensamientos profundos, cuestionando su existencia y los misterios de su soledad. Cada reflexión era un eco en su alma, resonando con la pregunta constante de cómo es posible seguir adelante con tanto vacío alrededor.
Las sombras de la habitación parecían susurrar sus miedos más oscuros, mientras él buscaba respuestas en el silencio. La soledad, un compañero invisible y cruel, lo abrazaba con fuerza, haciendo cada suspiro una carga pesada.
En medio de este mar de incertidumbres, le hablaba a Raspy, su fiel confidente. Con una ternura que solo los seres más puros pueden ofrecer, ella se acurrucaba sobre su pecho. Su calor y su presencia eran un bálsamo para el alma inquieta, una ancla en medio del caos. Con cada ronroneo, Raspy calmaba las olas de ansiedad que amenazaban con ahogarlo, recordándole que, aunque perdido en sus pensamientos, no estaba completamente solo.
A veces también llora, incluso cuando está dormido. Se percata de ello cuando despierta al día siguiente y siente la cara extraña, con el rastro de lágrimas secas sobre su rostro y un enrojecido tono en su piel.
Se levanta cuando termina y lava su plato antes de dirigirse a su habitación, con Raspy pisando sus talones. Se deja caer en la cama cuando termina de colocarse la pijama y ella se acuesta en sus pies.
-Buenas noches, Raspy.
Con una mano sobre su abdomen y con la otra detrás de su nuca, se deja ver el techo de madera. Cuenta las ovejas (uno dos tres...) como le enseñaron. Sus párpados caen pesados y se transporta a un mundo de sueños.
⋆˙⟡♡ Notas:
Estaba viendo Rubius Horizons (su serie individual de Minecraft) y se me ocurrió esto. Es probable que se deba a que su servidora no ha superado rubckity y lo extraña mucho.No esperen mucho del fanfic, estoy pensando en hacerlo un poco pequeño pero, desearía que fuera una linda experiencia para leer.
Como advertencias generales que ya todos conocemos:
- Se shippean cubitos, no streamers.
- No compartas esto con ninguna persona que no deseé solicitarlo, (no lo envíes a ningún streamer, hay que ahorrar vergüenzas). Es del pueblo para el pueblo.
- Probablemente haya contenido sexual pero, será solamente mencionado de manera implícita, no habrá nada gráfico y solamente estará con el fin literario, no hay otro tipo de fin fuera de la creatividad. Aún así, lo menciono por si hay personas a las que les incómoda cualquier tipo de contenido como este.Sin más, muchas gracias por estar aquí, espero disfrutes de la obra.
Pd: también hice una playlist, hay canciones de las cuales me inspiré para capítulos, hechos del fanfic y demás. Pueden escucharla mientras leen, aquí les dejo el código, solo saquen captura y escaneen la imagen:
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© No᥎ᥲ | 2024
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El huraño y el fortacán | Rubckity
FanfictionRubius ha estado solo durante un largo tiempo, encontrar a una persona escondida en su casa definitivamente lo cambia todo. ★ Solamente se trata del shipp de sus personajes, más no de ellos como streamers reales. ★ Es probable que haya contenido sex...