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Eran casi las dos de la tarde aquel sábado, un día tranquilo con un clima bastante fresco. Mientras la mayoría de la gente que salía de trabajar prefería llegar a sus hogares con anhelo de descansar y tomar un respiro, cierto peliazul se encontraba corriendo por todo su cuarto indeciso de que vestiría para su cita en la tarde.

Ya que después de mucha, y de verdad digo mucha plática, Percival por fin logró convencer a Tristan de pedirle al rubio una cita, explicandole que el rubio estaría fascinado por ello. También le garantizo que si Lancelot la cagaba de alguna forma él le patearía el trasero.

Elizabeth observaba con una sonrisa melancólica a su hijo desde la puerta de la habitación, al saber de antemano el porqué del comportamiento de su (ya no tan) pequeño retoño. Toco la puerta dos veces anunciando su entrada; y aunque realmente no era necesario ya que la puerta se encontraba abierta, de cierta forma es una costumbre que tenían, siempre respetando la privacidad del otro.

Tristán por su parte se exaltó un poco al haber sido atrapado por su madre sin camiseta frente al espejo mientras se ponía distintas prendas para ver cual era mejor. Elizabeth le sonrió dulcemente para después acercarse a la cama de su hijo y sentarse en esta.

— Mamita, ¿pasa algo?.

— Eso debería decirlo yo. ¿No tienes algo que decirme?. — cuestionó alzando una ceja de forma sutil solo para ver como el peliazul se hacía pequeño en su lugar. — ¿Cuándo pensabas contarme sobre ese muchacho?.

— ¿Qué muchacho?. — preguntó de vuelta con los nervios a flor de piel.

— ¿Como que cual? Pues el del otro día en el hospital. — dijo con obviedad.

— Ah el. — exclamó el peliazul, el aire volviendo a sus pulmones al saber que su madre se refería a Lancelot y no al pelinegro, ya que aun no hablaba con su progenitora sobre nada de lo que sucedió con él. — Nada interesante mamá, solo somos amigos. — mintió.

— Soy tu madre Tristan, no puedes fingir ante mi. Ademas no naci ayer, reconozco un amor adolecente cuando lo veo.

— ¿Entonces tu estas bien con que salga con chicos?. — Preguntó con un deje de inseguridad.

— De hecho ya me lo esperaba. Pero yo estoy bien siempre y cuando tu tengas a alguien que te ame por quien eres. — confesó aun con aquella cálida sonrisa en su rostro.

— Gracias mamita. — agradeció para posteriormente abrazar a su progenitora.

— Ahora, ven conmigo. Tengo el atuendo perfecto para una primera cita. — dijo Elizabeth levantándose de la cama, siendo seguida al instante por el peliazul, ambos caminando hacia la alcoba que compartía con Meliodas, quien se encontraba durmiendo. Fue hacia el armario y de una de las repisas más altas bajo una caja algo empolvada. Tristan curioso por ver el contenido que guardaba dentro ayudó a su madre a abrir los pedazos de cartón y sus ojos brillaron cuando finalmente visualizo un bonito vestido de seda azul cielo que combinaba perfectamente con su cabello. — Este fue el vestido que usé en la cita donde tu padre me pidió ser su novia y ahora es tuyo hijito mio.

— ¿De verdad?. — preguntó con felicidad viendo a su madre asentir antes de salir corriendo nuevamente a su cuarto para probarlo.

 — preguntó con felicidad viendo a su madre asentir antes de salir corriendo nuevamente a su cuarto para probarlo

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Bailes Privados [Lancelot x Tristan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora