Capítulo 10

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Jimin se encontraba sentado en las escaleras afuera de la casa. La fiesta seguía su curso, aunque la multitud había menguado en comparación con unas horas antes. Las voces y risas de los asistentes resonaban en el aire nocturno, pero para Jimin, cada sonido parecía lejano, como si estuviera atrapado en una burbuja de soledad y tristeza.

El peso del mundo se cernía sobre sus hombros mientras las lágrimas corrían por su rostro. Su corazón, frágil y herido, parecía romperse en mil pedazos con cada latido. El recuerdo del roce de las manos de Jungkook y el calor de sus labios aún quemaban su piel, una mezcla dolorosa de deseo y desesperación que lo consumía desde dentro.

Cada minuto que pasaba se sentía más pequeño, más insignificante, como si se estuviera desvaneciendo en el vacío de su propio dolor. La angustia lo envolvía, un manto oscuro que lo asfixiaba lentamente. Rogaba en silencio que Hye-yoon estuviera en camino, deseando que su presencia pudiera ofrecerle un respiro, una ancla en medio de la tormenta que azotaba su alma.

El miedo lo envolvía, un temor profundo y paralizante de romperse aún más y no encontrar nunca la paz que tanto anhelaba. La esperanza, que alguna vez había florecido en su corazón, ahora parecía marchitarse con cada lágrima derramada. Sentado en aquellas escaleras, rodeado de la indiferencia del mundo, Jimin se enfrentaba a la cruel realidad de un amor que lo destruía, mientras la fiesta continuaba, ajena a su dolor.

—¡Jimin! Aquí estoy, mi príncipe —Hye-yoon bajó del auto corriendo, con los brazos abiertos para abrazar a su amigo. Jimin comenzó a sollozar más fuerte, sin poder contenerse, permitiéndose finalmente sentir y expresar todo lo que su corazón había estado reteniendo—. Saca todo, no te lo guardes —Hye-yoon susurró, comenzando a llorar en silencio, acompañando a su amigo en ese amargo dolor.

—Es que fue mi culpa —habló Jimin entrecortado, su voz rota por el llanto incontenible—. Esto no tuvo que haber pasado, Jungkook y yo....nos acostamos.

Hye-yoon lo abrazó más fuerte, sintiendo el temblor del cuerpo de Jimin contra el suyo. Sabía que no había palabras mágicas que pudieran sanar su dolor, pero estaba dispuesta a estar allí, a ser su roca en medio de la tormenta.

—No digas eso, Jimin. No es tu culpa —susurró, acariciando suavemente su espalda—. A veces, el corazón nos lleva a lugares que no entendemos, y está bien. Permítete sentir, pero no te castigues por ello.

—Pero... pero todo está tan mal —sollozó Jimin, apretando los puños contra su pecho—. No debería haber sucedido. Jungkook tiene a alguien más, y yo... yo...

—Tú lo amas, y eso no es algo de lo que debas avergonzarte —dijo Hye-yoon con firmeza—. El amor no siempre es fácil ni justo, pero eso no significa que no sea real o válido.

Jimin se aferró a sus palabras, intentando encontrar consuelo en ellas. Cada lágrima que caía era una liberación, un paso hacia adelante en medio del dolor. Sentía que su corazón estaba siendo desgarrado, pero la presencia de Hye-yoon lo mantenía a flote, como un faro en la oscuridad.

—Perdóname, Hye-yoon —dijo de repente, su voz apenas un susurro—. Perdóname por todo lo que pasó entre nosotros.

Hye-yoon lo miró, sorprendida por la disculpa, pero también conmovida por su sinceridad.

—No tienes que disculparte, Jimin. Lo que pasó entre nosotros es parte del pasado, y ambos hemos aprendido y crecido desde entonces. Lo importante es que estamos aquí el uno para el otro ahora.

Jimin asintió, sintiendo una pequeña chispa de alivio en su pecho. Las lágrimas seguían cayendo, pero había una luz tenue al final del túnel. Sabía que la herida de su corazón tardaría en sanar, pero con amigos como Hye-yoon a su lado, tenía la esperanza de que algún día encontraría la paz que tanto anhelaba.

Beautiful star ᵃᵘ ᵏᵐDonde viven las historias. Descúbrelo ahora