Rebelión [Kamal Verdi de Secramise]

II

Kamal visito por la madrugada a su hermano mayor, aunque despertó no puede levantarse de la cama, Bavilo le pregunto si había ocurrido algo mientras estaba inconsciente, preocupado que Ariana tomará represalias por el altercado, lo que enfureció a Kamal, quien debería estar preocupado o asustado debería ser Ariana, no Bavilo. Se fue cuando una sirvienta llega con el desayuno, se dirigió al comedor donde desayuno completamente solo, juega con una moneda mientras toma un poco de vino, hace una mueca de disgusto y aparta la copa.

—Buenos días, Su Alteza—la jefa de las mucamas hace un reverencia—, le he traído una carta.

—Adelante—la mujer se acerca y le entrega el papel.

"Jardín, 15"

Una sonrisa aparece en su rostro, le entrega la carta a la mucama, está se retira, no sin antes asegurar que quemara el mensaje.

Jade camina por el jardín pensando en quien pudo haber enviado aquella cabeza de cerdo a la princesa Ariana, preocupado por la mujer que ama trata de recordar enemigos que puedan lograr la hazaña de evadir a los Phantom y a los soldados del príncipe Efrit, descarta a Benela ya que lleva un año en coma, descarta a los príncipes de Azberzela por ser débiles, deben ser rebeldes del pueblo, plebeyos que no tienen nada que perder, seguramente son los que viven en los suburbios.

Se detiene a observar una flor azul que se le está por caer su último pétalo.

Si hace que investiguen a esas personas, seguramente Efrit matará para causar miedo, al pensar en niños y madres llorando de miedo, esos ojos mirándolos hace que sus manos tiemblen y vacile, pero si no lo hace, la mujer que ama puede estar en peligro, ¿Qué debería elegir?

El pétalo está realmente débil, una suave brisa podría hacerlo caer.

—¿Jade?—la voz de Haveron lo regresa a la realidad, voltea encontrándose con el hermano más débil de su princesa.

—Haveron, no esperaba verte por aquí, ¿Vienes a ver a Ariana?—pregunta, siente una estima y confianza con el príncipe frente a el.

Haveron aguanta las ganas de decirle que no tiene el permiso, ni la cercanía para llamarlo por su nombre, que debería decirle Alteza o príncipe, pero lo deja pasar para mantener su fachada.