Rebelión [Kamal Verdi de Secramise]

III

Las llamas se extendieron por todo el edificio, nadie fue capaz de apagarlo ni de huir, atrapados completamente mientras son consumidos, unos ojos azules observan impotentes el fuego, grita de enfado ordenando a los sirvientes que se sacrifiquen para poder huir, pero el techo comienza a ceder en ese momento, tanto el como el mayordomo son victimas, los pocos sobrevivientes tienen que elegir a quien salvar.

Una de ellas toca su vientre, recordando las veces en que ese hombre de ojos azules la obligo a someterse ante el, la obligo a abandonar su deseo de tener una familia propia, reaccionando antes que las demás se acerca a ayudar al mayordomo siendo seguida por las otras, escuchan los gritos, pero no ceden, con su compañero a cuestas logran sobrevivir saliendo de la mansión dejando que ese hombre sea consumido por las llamas.

¿Un castigo divino?

Se preguntan si Dios las ha escuchado.

Una moneda de oro pasa por las manos de la persona que ve desde lejos, con unos lentes especiales dados por su hermano observa a los sobrevivientes, sonríe y ordena retirarse.

La noticia de la muerte del padre de la Emperatriz de Azberzela fue la primera plana de todos los periódicos del Imperio, un extraño incendio convirtió en cenizas el territorio principal de la familia, se hablo muy bien del fallecido y lo mucho que entristece la noticia al Imperio, aunque eso estaba lejos de ser una realidad, porque se extendió a través del habla el descubrimiento de una red de tráfico de niños, así como el secreto de ese Conde, quien abusaba de las sirvientas que tenían entre siete y veinte años, algunas eran obligadas a abortar o tomar una bebida que poco a poco las incapacitaba para tener hijos.

Los soldados del Ducado Phantom no tardaron en llegar a las calles para silenciar a todo aquel valiente que tratará de seguir esparciendo lo que para la princesa y la Emperatriz son puras mentiras, llegaron al barrio más pobre donde Nell encabezaba la búsqueda de la sirvienta que hablo, Ariana le ordeno matarla y llevarle uno de los dedos de esa mujer.

Ve la pobreza, escucha a sus soldados horrorizarse y preocuparse más por el pueblo, las palabras de la princesa diciéndole que los plebeyos solo se hacen los pobres para sacarle dinero a la familia imperial llegan a su mente para impedirle sentir lastima, cosa que no funciona, ver a niños gravemente desnutridos, incluso cuerpos sin vida en las calles de incluso infantes lo hacen temblar.