VII - ¿Soy su... Hija?

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Sucedieron muchas cosas diferentes

¿Qué es esto que está lleno de acontecimientos?

Incluso los recuerdos que ni siquiera puedo recordar

Vamos a sacar todos esos recuerdos uno por uno

Mi madre abre sus ojos y sonríe tristemente, toma una larga inhalación mientras me suelta de su abrazo, me toma del mentón y me mira fijamente.

—Es verdad que estuve con ese hombre... Con él te concebí— me mira tratando de mantener la calma y acaricia mis mejillas como si supiera cómo iba a reaccionar.

¿Qué...? Las conjeturas empezaban a tener sentido, pero no pensé que fuera cierto... Siento un golpe en mi mente y corazón, de verdad que no estaba lista para oírlo.

Me siento aturdida, ese hombre que me secuestró, que quería vengarse de mi madre, que me obligó a comer cuando me negué, que me golpeó cuando traté de huir, el que lastimó a mi madre, al que odio ahora y maldecí, ¿es mi padre?

Guardo silencio, de hecho ni ese yakuza ha hablado, bajo la mirada y con temblores ligeramente en las manos.

¿Cómo es posible que sea hija del yakuza más peligroso de Japón?

Esto es una jodida broma.

—Estuve con él durante dos años, luego me fui y no lo volví a ver hasta hoy... Pero no me arrepiento de haberte tenido, cariño— dice con dulzura y un tono de tristeza en su voz.

Mi madre me mira y acaricia mi rostro con cariño, con los ojos fijos en los míos.

—Es verdad que con ese hombre te concebí, eres su hija biológica y él es tu padre, pero para mí siempre fuiste mi bebé, el bebé que me dio lo mejor del mundo— con esa sonrisa cariñosa y llena de tristeza acaricia mi rostro con dulzura.

La miro en silencio, procesando cada palabra que dijo, sintiendo las caricias de mi madre en mi rostro; ese hombre que ni siquiera podía llamar "padre" por más biológico que fuera, deja de sujetar el pañuelo en la nariz y lo quita mientras me mira fijamente.

—Por suerte, no sangró demasiado— dice sobre su nariz, en un tono serio mientras guarda el pañuelo en su bolsillo nuevamente.

¿Quién le preguntó?

Miro a mi madre, en silencio como si el gato se hubiera comido mi lengua, esta noticia me cayó como un balde de agua fría, pero dejo de pensar cuando escuchó a ese yakuza levantarse, camina hasta llegar hacia mi madre, le da una mirada seria mientras tenía los brazos cruzados y las cejas fruncidas.

—Deberíamos terminar con esto pronto— dice con seriedad el Ackerman.

Me tenso ligeramente y un frío recorre toda mi espalda, ¿qué planea hacer? Mi madre... No, no puedo dejar que sufra más, ¡debo protegerla! Y ni siquera a ese hombre le importa que yo sea también su hija, no, es un maldito egoísta, cegado por su venganza que no le importará matar a mi madre y quitármela.

Ella suspira con cansancio y susurra en mi oreja:

—Te amo, cariño— me susurra en un tono suave antes de volver a mirarlo.

Me quedo sorprendida por sus palabras, ya me la sabía, esto suena a una despedida, no, es una despedida.

—Sí... Ya he esperado suficiente— él hace una pausa y se dirige a la mesa más cercana, se apoya contra ella para ver a mi madre. —Debería ser un castigo apropiado por tu falta.

Lo miro fijamente, con el ceño fruncido, nerviosa y asustada por mi madre.

—¿Un brazo o una pierna? Debería arrancártelo para hacerme justicia— le dice a mi madre, con una cruel y burlona sonrisa, se lleva una mano a su mentón para verla fijamente.

AMYGDALA [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora