II

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Mire mi vestido inconforme, odiaba el verde y como caía la tela sin forma, no era mi color, no me hacía resaltar aquí y no era sorpresa, mi suegra había escogido este vestido para mi, mientras ella usaba un hermoso vestido plateado largo con una abertura en la pierna, ella parecía más la novia que yo.

Estresada por el evento me encerré en la cocina con los meseros y le di un gran trago a la botella de whisky, mi garganta se quemó, pero los nervios salieron de mi cuerpo. Había estado posponiendo mi fiesta de compromiso por meses, según André el llegaría hoy por la mañana, ya eran 8:30 de la noche y el solo no aparecía por ningún lado, ni siquiera por teléfono; todos afuera me preguntaban por el y su madre me reclamaba que el no llegaba por mi culpa.

Había conocido a André cuando entre a la Universidad, el era un chico agradable de buena familia, su madre lo había obligado a estudiar medicina, el odiaba esa carrera, mientras yo disfrutaba de poner un enema, el se escapaba de clases; fui la primera y única en alentarlo a seguir sus sueños y no hacer algo por obligación y eso lo ayudó a ignorar a su familia y convertirse en un mánager muy cotizado, por otro lado la señora Zaloni (mi suegra) no estaba muy contenta, tenía un médico en la familia, pero no de la forma que quería, desde que André se salió de la carrera y empezó a hacer viajes, esa señora empezó a hacerme la vida imposible.

—No la aguanto, ella tiene mi vestido, yo escogí ese vestido desde que me propusieron matrimonio, pero resulta que no había en mi talla, solo en la de ella, "no querida, lo siento, ya pregunté y esta únicamente en tallas pequeñas, pero puedes probarte este, es lindo".-Dije a Jen mientras imitaba a la mujer- Parezco un chayote, es mi fiesta y ella acapara toda la atención, empecé a organizar la fiesta días después de que me dieron el anillo y ella lo deshizo todo. ¿Quien mierda quiere uvas envueltas en lechuga como bocadillo? "Tienes que bajar de peso o no entrarás en el vestido querida".-Volví a imitarla- Bruja.

Nunca fui la persona más delgada y estoy consiente de eso, pero tampoco soy gorda, lo cual no está mal, pero si es terrible que cada 10 minutos tu futura familia política te lo tire en cara. Di un segundo trago a la botella y suspire para luego ver la expresión de Jen.

—¿A que se debe esa sonrisa?

—No me has contado como te fue con... Tu sabes.

De inmediato la frustración salió de mi cuerpo y sonreí recordando mi aventura de ayer.

El día anterior.

Bajé del carro y un millón de recuerdos llegaron a mi mente, unos buenos, otros malos, unos terribles y otros maravillosos. Suspiré profundamente y toque el timbre de la puerta, en lo que está era atendida yo acomodé bien mis lentes y jugué un poco con mi cabello, me dedicaba a mirar el piso y contar las anormalidades en el mosaico, esa es una de las cosas que me relajan.

La puerta finalmente se abrió y lo primero que miré fue sus tenis, mis zapatos parecían de bebé a su lado, poco a poco fui subiendo la mirada, sus piernas son más largas de lo que recordaba, me detuve un momento en su torso y brazos, me preguntaba si aún podía esconderme ahí mientras él me abrazaba por completo, sus manos eran grandes, apuesto que aún podían cubrir por completo las mías, su cuello seguía siendo grueso, se veía fuerte... Sus labios mantenían ese lindo corazón en la parte superior, finalmente mire sus ojos, eran enormes, brillaban mucho, esa era su forma natural, era como si dos luciérnagas estuvieran atrapadas en sus córneas... Seguía siendo completamente el, aunque ahora en el cuerpo de un hombre.

—Hola.

Sonreí un poco relajada y miré cómo extendía sus brazos para darme un abrazo al cual yo correspondí feliz, su aroma era diferente, podría ser por el cambio de perfume. Ambos nos separamos del abrazo y entramos a su casa.

Regresión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora