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Hola otra vez

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"Bigi, chicas... buen día".

En tonos suaves pero animados, las pequeñas ovejas, respondieron a ese dulce saludo del Omega.

"Tienen hambre, ya es hora del desayuno". Bajando una pequeña carreta, Louis abrió el corral.

Amaba cada día, despertar y hacer todos los deberes en la pequeña cabaña de su abuelo. Casi desde que tenía memoria lo hacía.

"Al parecer, lloverá. Desayunen y entren al granero, no quiero que tengan un resfriado".

Sus pequeñas ovejas se acercaron a su comedero, para a comer. Eran solamente tres, pero Louis las cuidaba de la mejor

manera.

"Hola pequeños". Bajando su mirada al escuchar a los primeros pollitos que tenía, los saludó cariñoso. "Aquí está su comida también".

Sintiendo la manta suavemente rasposa de su bolsa, empezó a soltar pequeñas semillas que amaban los pollitos. Esperaba que los cinco lograrán crecer.

"¿Quieren saber cuál fue el final de mi libro?". Caminó a su pequeña cerca, la sensación húmeda de la madera se hizo presente al sentarse.

A pesar de eso, continúo alegre. "Al final, el alfa regresó por la linda omega. Parecía que terminaron mal, pero el alfa le dijo todo lo que sentía".

Suspiró sintiendo su pecho conmovido. "El alfa le expresó el tiempo que les faltó, el tiempo que les hizo falta para llevarla de blanco al altar, el tiempo que les hizo falta para que él le hiciera saber que es el amor de su vida". Sonrió mirando a esa pequeña oveja que le daba su atención.

"¿Creen qué sea tan maravilloso el amor? Mañana bajaré para traer otro libro, el señor Julio dice que no muchos van por libros...". Levantó su mirada al sentir una gota de agua caer sobre su nariz.

Sonrió, su Omega movió su colita feliz. Algunas veces le gustaba disfrutar de la lluvia.

"Creo que iré adentro, ustedes hagan lo mismo. Al parecer va a llover todo el día". Bajó con un pequeño salto.

El cielo se veía enorme, el campo era maravilloso, aún con ese toque tan gris que tenía hoy.

No podía hacer mucho estando casi solo, pero sabía que era mejor que vivir entre todos los del pueblo. Un pueblo que para él, no tenía nada nuevo o importante. Aún más al saber cómo eran los chicos de su edad, lo mejor que tenía el pueblo, eran los libros.

Pero este día, tenía algo nuevo. Algo parecido a esta tormenta.

"¿En qué estupidez estaban pensando al querer comprar esta tierra?".

"Señor Styles, esta es una buena tierra. Tiene muchos vienes naturales, ganará más de lo que piensa".

"Estoy totalmente en desacuerdo. Este pedazo de tierra parece un asqueroso pantano, además, ¿de quién mierda fue la idea de venir con está lluvia?"

"Señor...".

El Alfa levantó su mano, haciendo guardar silencio. "¿Al menos saben si existe un maldito hotel en este lugar?"

"Bueno... no es un gran hotel, pero se dice que es un hostal cómodo".

"A veces no sé qué carajo tienen en el cerebro".

Los cuatro alfas se miraron entre ellos, notaban la gran molestia de su jefe. Era demasiado fácil saberlo con ese entrecejo fruncido, sus brazos cruzados o ese fuerte aroma lleno de molestia.

El conductor y su copiloto, avanzaron, con algo de dificultad ya que las calles eran tierra con pequeños pozos o piedras grandes, las gotas de agua hacían un tanto difícil ver claramente.

Poco a poco se empezaban a notar pequeñas casas, lugares públicos para lavar, cosas que casi lograban ser un lindo lugar aquí.

A pesar de su enojo, el Alfa, miraba por la ventana, de alguna manera existía algo mágico en el terrible ruido del auto siendo impactado con las gotas de agua, y el modesto paisaje que alcanzaba a distinguir.

"Señor Styles, este es el hostal". El auto freno.

A su lado estaba una casa de dos pisos, el segundo piso tenía un lindo balcón. Parecía pequeño, pero era lo mejor del lugar.

"¿Qué carajo esperan para bajar?". El Alfa abrió la puerta después de sus palabras.

Los alfas bajaron detrás de él, al parecer con su enojo, no le importaba la lluvia. El conductor dio la vuelta para estacionar el auto, esperaba que fuera un lugar seguro.

Con un escandaloso movimiento, abrió la puerta del lugar. "¿Tienen una maldita habitación libre?"

Un tanto asustado, un alfa respondió. "Por supuesto... ¿una habitación?"

"Más de una. Necesito cuatro".

"Bien señor". El alfa tomó un pequeño libro, mirando hacia la puerta. Nunca había tenido este tipo de hombres en su hostal.

Normalmente eran alfas de campo, omegas en condiciones difíciles con sus cachorros, viajeros humildes que pasan una sola noche.

Sería impactante para todos ver a estos hombres. Grandes, de piel más blanca, con esa manera tan diferente de vestir.

"¿A qué nombres hago las habitaciones?"

"Todas quedarán a mi nombre. Harry Edward Styles Hassan".

Con vergüenza y algo de temor, el alfa preguntó. "Emh... ¿podría deletrearlo?"

"Mierda". El Alfa soltó su suspiró molesto, seguido con quitarle el lapicero y el pequeño libro al alfa.

"Tengo que informarle que contamos solamente con dos baños, una cocina para todos y un área compartida".

Harry sonrió al final de las palabras del alfa. Empujó un poco el libro, para mirarlo a los ojos. "Nunca compartiría un área con ustedes. La llave de la habitación".

"Aquí tiene... pero antes debe pagar".

"Resuelva eso con ellos, maldita sea". Después de arrebatar la llave, señaló detrás de él.

Los alfas que venían con él, se acercaron al hombre. Debían resolver cualquier duda y hacer que su tiempo aquí, fuera eficiente.

Pensaron que al llegar temprano, tendrían tiempo para investigar este lugar y poder traer en poco a todo su equipo y hacerse dueños de esta tierra.

Pero la lluvia no les dejaría hacer nada hasta mañana.



░C░a░b░a░ñ░a░ ♡𝐿𝒮♡ ~𝑂𝑚𝑒𝑔𝑎𝑣𝑒𝑟𝑠𝑒~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora