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Rafael sentía sus manos frías, sus recuerdos tenían momentos alegres y terribles. Él y su viejo alfa podían verse felices con su esposa y su hija aquí en el campo. Podía verse deprimido al perder a su hija y después a su esposa. Podía verse nuevamente feliz con ese pequeño cachorro que era la misma imagen y risa de su hija, pero nuevamente la tristeza lo abrazaba al recordar sus propias lágrimas al escuchar en ecos esos gritos llenos de pánico que salían de Louis cuando lo vio caer.

Desde una pequeña distancia, un Louis con temor veía a Harry bajando a su abuelo de ese escalón que tenía su cabaña.

Ahora no se sentía culpable, pero deseaba que las cosas fueran diferentes y su abuelo caminará a su lado con ellos.

"Listo". Harry le dio una pequeña palmadita en su hombro.

"Gracias Harry".

"¡Esto es mágico! ¡Lo hicieron!". Celebró Louis al verlos acercase.

Harry sonrió mientras avanzaba con Rafael en su silla de ruedas. Esa alegría y expresión de su Omega, era algo que no podía pagar con nada.

"El sol se siente". Rafael levantó su mano. "Su luz atraviesa mis ojos".

"Abuelo". Al llegar, tomó su mano.

"Tienes razón Lou, no necesito poder ver. Puedo sentirlo, puedo sentir la luz, sentir el aroma de los árboles. Es bello, aún así es bello, había olvidado como respirar afuera, sentir la vida tocar mi cuerpo". Con la voz quebrada, cubrió con su mano temblando sus labios.

Louis se sentó sobre sus piernas en el pasto, sus ojos rápidamente eran un pequeño y precioso lago. Sus emociones brotaban y bajaban por sus mejillas, al ver a su abuelo así. Nuevamente sentía el aroma de su abuelo volver a la vida.

Harry sostenía la silla, estaban cerca de esa bajada cerca de la cabaña. Donde el aire era fuerte y les daba libertad. A pesar de estar al pendiente de la silla, no podía evitar que sus lágrimas también estuvieran presentes. Su precioso Omega y Rafael necesitaban mucho esto, no podía evitar sentir propia esta cálida emoción de ellos dos.

"Gracias Lou, gracias Harry. Por favor, disfruten de esta vida y de estar juntos, siempre estén para ustedes, por favor. Cuídense mucho, tú a Harry y él a ti, Lou. Ambos son iguales, nadie es menos".

"Sí abuelo". Louis tomó su mano. "Lo haré cada día".

Rafael asintió. Miró al frente, si pensaba que solo tenía los ojos cerrados, podía disfrutar más de sentir solo la luz y esa calidez.

"Lou hijo... te amo por lo que eres y por ser un bonito recuerdo de mi hija. Eres el consuelo que necesitaba después de perder casi todo mi vida. Eres la mejor prueba de que las bendiciones existen".

Louis hizo un pequeño ruidito con su llanto.

"Gracias por todo lo que has hecho por mí, y perdón por cargarte tantas responsabilidades desde que eras un niño". Tomó con sus dos manos la de Louis. "Cada una de nuestras pláticas están en mi corazón, cada que me hablas de tus libros son mis mejores recuerdos, gracias hijo".

"Eres el mejor abuelo, el universo me dio al mejor abuelo y el mejor papá para mi mamá. Te quiero mucho, abuelo. Cada día de mi vida es lindo y seguro, gracias a ti".

Rafael sonrió mientras sus lágrimas bajaban. Sentía que había hecho algo casi perfectamente en su vida.

Los tres dejaron pasar el tiempo, dejando fluir sus pensamientos, pasando con el sol, ese sol que les daba un abrazo a los tres calentando sus corazones. Cuando la tarde estaba empezando a notarse, Rafael quiso volver a la cabaña, así que Harry le ayudó a ir a su habitación.

Cabaña ♡𝐿𝒮♡ ~𝑂𝑚𝑒𝑔𝑎𝑣𝑒𝑟𝑠𝑒~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora