𖤐 𝑰 𝒄𝒐𝒖𝒍𝒅 𝒃𝒆 𝒚𝒐𝒖𝒓 𝒄𝒓𝒖𝒔𝒉 !★

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—Hey, vos.

La voz detuvo a Paulo, quien estaba a punto de ir a su lugar a sentarse. Volteó a ver quién lo llamaba y sus mejillas se colorearon como un tomate al ver al morocho, quien lo miraba con el ceño ligeramente fruncido, como si estuviera algo enojado con él. Paulo tragó saliva y pensó que su suerte no podía ser mejor, así que se señaló a sí mismo y el morocho asintió, por lo que se terminó acercando a él.

—Hola…

—Sentate aquí —pidió, o mejor dicho, ordenó, señalando el espacio en el banco que él estaba usando.

—¿De verdad?

—¿Te pensas que estoy jugando? Sí, de verdad. Sentate ahí.

—Gracias.

Paulo se sentó ahí con algo de vergüenza, miedo y emoción. Quería sacar su celular y mandarle un mensaje a Lit de lo que acababa de pasar pero supuso que sería mejor contarlo en persona. Suspiró.

—Bonita actuación la del otro día.

—¿Sí fuiste? —preguntó con una sonrisa, como si fuera un niño chiquito, sin darse cuenta que la ilusión que había provocado el recuerdo de su sonrisa al chico se había roto un poco.

—Sí, bueno, nos obligaron pero… estuvo buena… mejor que la del curso anterior. Julieta era una bomba —dijo, mordiéndose la lengua para no decirle “fuiste una bomba”.

—Ah, sí…

Ambos se sentían como un par de grandísimos idiotas. Duki se resistía al hecho de que le estuviera gustando un chico, pero a la vez sentía bastante curiosidad. Por otro lado, Paulo trataba de matar esas mariposas en su estómago, tratando de convencerse de que Duki era completamente heterosexual.

—¿Te gusta eso del teatro? —preguntó Duki para hacer plática, mientras esperaban que el profesor llegara a dar su clase.

—Sí pero… prefiero la música, je.

—¿La música? —una sincera sorpresa se mostró en su rostro, para luego convertirse en una sonrisa. —A mí también. ¿Te referís a escucharla o a hacerla?

—Las dos.

—¿Cuál es tu género favorito’

—Me gustan varios, el trap, el rap, el pop…

—A mí también me gustan esos —concedió. Los dos se miraron fijamente a los ojos y rieron ligeramente sin desviar la mirada y el corazón de Paulo empezó a amenazar con salirse de su pecho. Alguien carraspeó su garganta y voltearon al pizarrón.

—A ver, si los tortolitos ya terminaron su plática, puedo comenzar la clase.

La sonrisa se borró de los labios de Mauro y lo volvió a mirar con el mismo desprecio que el primer día. Paulo desvió la mirada y empezó a tomar los apuntes de la clase. Tragó saliva, tratando de no voltearlo a ver, sabiendo que su rostro ahora reflejaría odio y no esa simpatía de hace rato.

—Paulo. —Duki lo llamó al terminar la clase. Tragó saliva y volteó a verlo mientras guardaba uno de sus cuadernos—. Perdón, es sólo que… yo no soy gay.

—¿De qué estás hablando? —frunció el ceño.

—No soy gay, no estoy coqueteando con vos y menos interesado en vos. —El corazón de Paulo se hizo chiquito por las palabras del tatuado pero su rostro no lo demostró. —Sé que… vos sos gay pero… a mí no me gustan los chicos.

—Soy gay, Mauro, pero eso no significa que me guste cualquier chico que es amable conmigo. No te preocupes, no me gustas. Sólo me caes re piola y pensé que podríamos llevarnos bien.

Con esas palabras, se cargó con la mochila en la espalda y se fue, sin dejar que el morocho respondiera. Mauro tragó saliva y sintió que sus ojos empezaban a picar. ¿Había hecho algo mal? Tal vez no debió haber tocado el tema de la orientación sexual del rubio. Salió del salón y se dirigió al baño para lavarse la cara después de un día caluroso.

En su cabeza se repetía el “no me gustan los chicos” y el cómo había logrado hacer sentir mal a Paulo. Sintió una especie de dolor en su corazón, como si fuera un puñal yendo a su pecho, sus frías palabras habían calado en él, probando la nueva sensación de arrepentimiento y confusión.

—Agh, ¿por qué mierda le dije eso? —Fue lo primero que dijo cuando llegó a su habitación, arrojando la mochila y sintiéndose frustrado. En poco tiempo había logrado sentir una curiosidad que no había sentido en mucho y que había terminado en su primera relación.

Claro que Paulo era… era bonito. Había algo en él que le llamaba la atención más allá de simplemente querer ser su amigo, algo que no sentía con Alejo o Sebastían, incluso Ivo. Paulo era guapo, buen estudiante, destacado en el teatro.

—Es que… no soy gay —afirmó para sí mismo, pero sin la misma seguridad de antes. Entonces pensó que no tendría nada de malo el querer experimentar sobre sus gustos. A lo mejor sólo era su mente jugándole una mala pasada. Se recostó en su cama, cerrando los ojos, pensando en lo mal que le iría a su reputación si la gente se llegaba a enterar que tal vez a Mauro Lombardo le gustaban los chicos.

Sus pensamientos pesimistas desaparecieron como las nubes con el sol después de la tormenta cuando las imágenes de Paulo empezaron a pasar por su mente: Recordaba la primera vez que lo vio, al terminar el partido, cuando Tiago señaló a un chico de cabello blanco y ahí estaba Paulo, al que confundió con una chica de cabellos muy cortos. Luego estaban las veces que lo vio en clase, dándose cuenta de sus labios, sus ojos, su voz, su actitud; finalmente, esos recuerdos de la obra de teatro, cuando juró que podría haber recibido una sonrisa de parte del chico.

—No soy gay… —trató de convencerse por última vez antes de quedarse dormido.

Sus sueños se llenaron de un Paulo extremadamente femenino, casi siendo lo que denominaban ‘femboy’ que le coqueteaba y besuqueaba, mientras él, indefenso, sólo trataba de no tocarle las caderas, cubiertas por una pollera bastante corta. Su voz sonaba como disco rayado mientras decía ‘no soy gay’ y el Paulo del sueño se multiplicaba por mil.

Se despertó, bañando en sudor y con una creciente erección en los bóxers. Su rostro se coloreó de rojo al recordar su sueño y llegó a la conclusión de que tenía un pequeño crush en Paulo.

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𝐁𝐈𝐆 𝐑𝐄𝐏𝐔𝐓𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍 | paukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora