𖤐 𝑺𝒐𝒓𝒓𝒚 𝒕𝒉𝒂𝒕 𝑰 𝒉𝒖𝒓𝒕 𝒚𝒐𝒖 !★

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El sábado había competencia en el parque Rivadavia como C.R.O le había dicho, pero apenas llegó, acompañado de Lit, se quiso ir. Tenía miedo de encontrarse con Lombardo después de lo que éste le había dicho. Iba con los brazos cruzados, escuchando a Lit hablar acerca de la competencia.

—Paulo, ¿me estás prestando atención? —Preguntó el teñido, ofendido de no obtener ninguna respuesta de su amigo, quien parecía salir de algún trance.

—Mierda, lo lamento, Lit… Estaba pensando. ¿Qué me decías?

—Que me voy a inscribir en la competencia, ¿querés meterte?

—La verdad no estoy seguro, ¿crees que deba?

—No sé, Paulo, no puedo decidir por vos.

Al final, Paulo decidió que sólo vería la competencia y que, tal vez, más adelante, se metería en la competencia. Acompañó a Lit a preguntar con quién se tenían que inscribir y los mandaron con un tal ‘MKS’ y ahí fueron. Mauro se registró como ‘Lit Killah’, según él para que nadie pudiera rimar con su nombre.

Paulo estaba perdido en sus pensamientos cuando lo vio. Ahí estaba el chico de rostro tatuado, platicando con unos amigos mientras miraban la competencia. Para su desgracia, Paulo no desvió los ojos a tiempo y Duki lo encontró mirándolo. Su corazón se volvió a acelerar, emocionado porque Lombardo había posado sus ojos en él, pero esta alegría no duró demasiado, pues el pelinegro apartó la mirada, como si no lo hubiera visto nunca.

Y su corazón dolió, apretándose ante el desprecio del chico. El que debería estar enojado, debería ser Paulo, pues era el ofendido de aquella plática que había tenido con el chico…

—Mirá, Paulo, ahí está —Lit lo jaló del brazo, con emoción, obligándolo a mirar hacia la batalla.

—¿Quién?

—Tiago —susurró. Tiago era un pibe alto y delgado, con el cabello cortado de forma rara, pero atractivo. —¿Verdad que es lindo?

—Sí… ¿por qué no me habías dicho que te gustaba?

—Porque no aceptaba que era bisexual —explicó después de un rato de silencio, en el que solo se escuchaban las rimas de los participantes de la batalla. —Enzo y Thomas sólo lo dedujeron porque decían que yo lo veía con ojos de ‘te quiero coger’.

Paulo rió un poco y los dos siguieron prestando atención a la batalla. Después de tirarse mierda con el otro, Tiago resultó ganador y se fue con su propio grupo de chicos llenos de tatuajes. Notó cómo a Lit se le caía la baba por ese chico y sonrió, alegre de que su amigo volviera a juntar las piezas de su corazón una vez más.

—Oye… ¿te puedo contar algo y no te enojas, Lit?

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Aquel día, Paulo ignoró a Duki por completo, por más que su corazón latiera rápidamente cuando escuchaba esa hermosa voz o cuando olía su perfume. Por otra parte, el morocho estaba haciendo de todo para que el rubio le concediera, siquiera, una mirada de esos ojitos claros.

Hasta que llegó la hora en que su plan maestro se cumpliría. El periodo del parcial estaba acercándose y el profesor de ciencias no quería ver un desplome en ciertos alumnos con riesgo académico, como Lombardo, que, de hecho, estaba repitiendo el curso.

—Londra, serás el tutor de Lombardo. Ponele todos los repasos que quieras, pero será tu tutorado hasta el final del curso.

—Pero, profesor, yo no…

—No me interesa si no querés, Londra, Lombardo será tu tutorado y punto.

Paulo puso los ojos en blancos y, por primera vez en el día, le devolvió la mirada. Aquello le hizo sonreír en señal de victoria y por impulso, le sacó la lengua a Paulo, en un acto bastante infantil. Esto terminó por sacarle una sonrisa al rubio, lo cual colmó su corazón de una gran alegría al haberlo hecho reír.

—Entonces… profesor Londra, ¿cuál será mi primera tarea? —Se burló del rubio al salir del salón; pero no era burla con mala intención, sino de molestarlo un poquito y lograr ese bonito que le (no) gustaba.

—Que te vayas a la concha de tu hermana y me dejes en paz —sentenció el rubio, quien no estaba dispuesto a dejar que los ojos del morocho calaran en su corazón y le hicieran humillarse una vez más.

—¿Qué te pasa? —El morocho frunció el ceño, tomándolo de los hombros, arrinconando al chico contra la pared. Para fortuna de ellos, no había nadie cerca de ellos, todavía.

—No me pasa nada, Lombardo.

—Me estás llamando Lombardo.

—Es tu apellido, ¿no? ¿Cómo querés que te llame?

—Mauro, Duki —le ofrece las únicas opciones para él. No quería admitir que se sentía regañado cuando Paulo lo llamaba por su apellido. Duki suspiró, creyendo dónde estaba el problema. —Paulo, quería pedirte perdón. No debí haberte  hablado así, asumiendo que… que… estás enamorado de mí.

La mueca en las facciones de Paulo ha cambiado totalmente; ya no se nota enojado, sino bastante sorprendido.

—¿Mauro Lombardo disculpándose? —Se medio burló, verdaderamente en shock por las palabras que habían salido del mayor. —¿Dónde está la cámara? —Volteó para todos lados, solo para que encontraran a Sebastián, muy cerca de ellos, comiendo un chicle.

—Parecen una pareja casada discutiendo —se burló el bajito, logrando que los dos se pusieran rojos, uno intentando disimular más que el otro.

—No digas boludeces, Neo —Mauro soltó a Paulo, quien se fue, diciendo que le mandaría mensaje para ponerse de acuerdo para las tutorías. Duki se le quedó viendo a Neo, quien le daba una sonrisa engreída. —¿Qué querés, Neo? Arruinaste mi oportunidad de hacerme amigo de Paulo.

—Nada, quería pasar tiempo con vos —dijo el otro chico con tatuajes mientras salían del colegio.

—¿Te peleaste con el gordo?

—No… Bueno, sí. Un poco.

—¿Por qué? —Duki frunció el ceño. Era muy raro que esos dos pelearan, pues siempre estaban unidos como uña y mugre.

—Él estaba coqueteando con una chica… que… que a mí también me gusta y que yo le había dicho que me gustaba de antes.

—Re buitre.

Platicando con Neo, rieron bastante, fueron a pasear, a fumar un poco, a practicar básquet; tanto que se le olvidó el hecho de que ni él tenía el número de Paulo ni Paulo el suyo. Cayó en la cuenta de que se estaba comportando muy homosexual. “No, no, no pensaré en eso”, se dijo, tratando de tener un día sin esa ansiedad que tanto lo perseguía desde que los ojos del chico cruzaron su mente por primera vez.

 “No, no, no pensaré en eso”, se dijo, tratando de tener un día sin esa ansiedad que tanto lo perseguía desde que los ojos del chico cruzaron su mente por primera vez

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𝐁𝐈𝐆 𝐑𝐄𝐏𝐔𝐓𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍 | paukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora