Saliendo de la escuela, Paulo se dirigió corriendo hacia donde estaban sus amigos. Monzón lo miraba con reservas, temiendo que volviera a estar llorando por el idiota de Duki, como si hace un rato no hubiera estado fangirleando por el hecho de que compartió unas pocas palabras con Tiago. Pero, al contrario, Paulo se veía mucho más feliz.
—Hola, chicos.
—¡Paulo! ¡Adivina qué! —Rusher casi se le lanzó encima, así que acabó en los brazos de su amigo, quien lo sostuvo para no caerse. —Invité a Mari a una cita y me dijo que sí.
—Sos todo un galán, Rush.
Unos días después, Duki lo invitaría a pasar tiempo con su grupo de amigos. C.R.O, a quien ya conocía, le dio una bienvenida bastante cordial al grupo. Ysy y Khea se mostraron más reservados. Paulo y Duki parecían —si te fijabas en las sutiles señales, sin pasar nada por alto— una pareja, como cuando un chico introduce a su novia a su grupo de amigos. También se les había unido Lucho, quien se llevó bastante bien con Paulo.
Duki lo llevó a su casa, al final del día, en su bicicleta. Esa vez habían llegado temprano, por lo que no hubo regaños por parte de la madre de Paulo. Este le dio una sonrisa nerviosa a Duki y entró en su casa. El corazón de ambos latían con fuerza y uno de ellos por fin dejaba de resistirse a aquellos impulsos. Paulo se tiró en su cama, pasando los recuerdos de las miradas que Duki le había hecho en todo el día.
No podía ilusionarse con simples miradas, sabía que eran los hechos lo que probaría si el morocho hablaba en serio acerca de ya no lastimarlo. Miró la hora y fue a ayudar a su madre a preparar la cena. Más tarde, se acostó en su cama, con la mente enfocada en pensar alguna manera de que Mauro entendiera los temas de tutoría.
Al día siguiente, después de un día de clases normal y de burlarse de Rusher, quien salió tomado de la mano de María, Paulo se dirigió hacia la biblioteca, siendo escoltado por Lit.
—Ya te dije que no necesito un guardaespaldas, Lit.
—Y ya te dije que no confío en tu intelecto, mirá que seguir enamorado de alguien que te trata mal… A mí Tiago podrá no hacerme caso pero al menos no me trata como el tuyo…
Monzón se quedó un rato con Paulo mientras este esperaba que llegara el otro Mauro. Cuando él llegó, Lit se quedó un rato más, tensando al otro par de chicos, hasta que el chico de pelo blanco se aburrió y salió de ahí, no sin antes palmear la espalda del rubio.
Una vez con Monzón fuera de escena, el otro par se relajó. Medio acostado en sus brazos, Duki se recargó en el hombro de Paulo y comenzó a prestar atención al tema que le estaba explicando.
—¿Entendiste? —preguntó al finalizar la tutoría, después de haberle puesto un par de ejercicios sencillos y Mauro asintió. —¿De verdad? Puedo volver a explicarlo si quieres.
En ese momento, Duki se había fijado en los labios del rubio y aunque trató de controlar sus pensamientos, acabó deseando sentir su textura, comprobar si eran tan suaves como parecían. Sólo los veía moverse, sin escuchar lo que estaba diciendo e inconscientemente, se lamió sus propios labios, desconcentrándose cuando vio el sonrojo en el rostro de Paulo.
—¿Qué?
—Poné atención.
—Perdón. Sí te entendí, Pau. Sos genial —expresó con una sonrisa tímida—, es la primera vez que entiendo el tema, te juro.
—Pues me alegro que hayas entendido. Pero ya tengo que irme.
—¿Eh? ¿Por qué? —sintió que Paulo quería evadirlos y luego cayó en cuenta de que el rubio estaba en su derecho, después de todo, él lo había tratado mal.
—Mi mamá ya no quiere que llegue tarde, así que… tengo que ir si quiero que me deje salir después.
—Ah, está bien. —Aceptó, levantándose y guardando su libreta en la mochila. —Te acompaño, dejá que te lleve a casa.
Ambos salieron de la biblioteca y se dirigieron hacia el estacionamiento de la institución, ya que ahí estaba el sitio para guardar las bicicletas. Duki desencadenó la suya y se guardó la cadena. Luego de subirse, invitó al rubio a hacer lo mismo con una mirada. Paulo subió en la parte trasera de la bicicleta y sintió cómo el viento le daba en la cara cuando el morocho empezó a pedalear.
Se permitió soñar despierto en que esos paseos en bicicleta podrían ser diarios si ellos dos fueran novios. No se dio cuenta de que sus manos estaban otra vez sobre el corazón de Lombardo. Él sí se dio cuenta.
—Oye, Paulo, um… ¿Te puedo hacer una pregunta algo indiscreta?
—Uh, okay.
—¿De verdad te gustan los chicos? —el silencio de Paulo le hizo darse un golpe interno, sintiendo que ya había cagado la situación, pero era una pregunta realmente necesario. Se lo habían dicho a él por rumores y él, incluso, había “rechazado” a Paulo por esa razón la primera vez que hablaron.
—Sí.
—Oh. ¿Puedo… Puedo hacer otra pregunta?
—Sí.
—¿Cómo… Cómo te diste cuenta de que te gustaban los chicos? —escuchó el suspiró del rubio y también se dio cuenta de que las manos del chico se aferraban más a su ropa. Se dio cuenta de que Paulo estaba nervioso.
—Okay… yo… No fue de un momento para otro, ¿sabés? Al principio sólo sabía que yo era diferente; mis amigos y compañeros hablaban sobre qué chicas les parecían bonitas y con cuáles les gustaría llegar a ser novios, ya sabés, muchos chicos tienen sueños de casarse y así… Y yo sólo pensaba en que era raro porque no sentía lo mismo, la misma emoción.
—Entiendo…
—Y había un chico… Yo me sentía raro con él, porque al principio creí que solo estaba nervioso porque quería ser su amigo… pero con el tiempo me di cuenta que no era sólo eso. Me preocupaba mucho por él, quería estar cerca de él y me emocionaba cuando él me prestaba atención.
Justo como se sentía Mauro en esos momentos.
—Al iniciar el secundario, todo se aclaró. Empecé a darme cuenta de que me fijaba en los chicos de formas que mis amigos no lo hacían; no sólo por la apariencia, sino por cómo me hacían sentir. Claro que tuve miedo, creo que todos tenemos miedo cuando no encajamos en el canon impuesto por la sociedad, ¿sabés? A veces sigo teniendo un poco de miedo.
Cuando terminó de decir estas palabras, dieron vuelta en la calle de la casa de Paulo y los dos guardaron silencio. El agarre en la remera de Mauro se aflojó y la velocidad se vio reducida. Pronto llegaron a la casa de Londra y éste se bajó.
—Muchas gracias…
—No, gracias a vos… Gracias por contarme eso, lo aprecio. Yo… me ha ayudado a comprender varias cosas.
Cuando Mauro se alejó con su bici, Paulo no pudo evitar suspirar y que una sonrisa boba se formara en su cara.
—Le gusto, lo sé. Es obvio…
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𝐁𝐈𝐆 𝐑𝐄𝐏𝐔𝐓𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍 | pauki
Fiksi Penggemar───── ❛ 𝒾 𝓌𝒶𝓃𝓃𝒶 𝒷𝑒 𝓎𝑜𝓊𝓇 𝑒𝓃𝒹 𝑔𝒶𝓂𝑒 ❜ duki tiene la reputación de ser uno de los chicos populares y se enamora de un chico que es miembro del club de teatro Inicio: 29.03.24 Final: ©lyzwill 20...