Evidentemente me tuve que ir a Madrid, al menos a recoger cosas para llevarme a Londres. Era repentino, pero por primera vez en mucho tiempo tuve el sentimiento de controlar algo en mi vida.
Cuando volví, fue facilísimo amoldarme a la rutina; encontré un trabajo, empecé a aprender inglés y sobre todo, lo más importante, vivía con Juanjo todos los días.
"Buenos días mi amor." Saludó Juanjo desde mi espalda.
Cuando me había despertado, no estaba en la cama y pensé que se había marchado al estudio de grabación, ya que a veces le entra la inspiración a altas horas de la madrugada. Sin embargo, apareció poco después con una bolsa de una pastelería en la mano.
"Buenos días, ¿Y eso?" Pregunté extrañado, deseando no haberme olvidado de una ocasión especial.
"No es nada, solamente estoy contento. ¡Hace sol en Londres!" Me contestó. Parecía como si le estuviera dando un ataque de felicidad.
"¿Se puede saber qué te pasa?" Pregunté extrañado, no entendiendo en absoluto su comportamiento.
No me respondió, sino que directamente se acercó a mí lo suficiente como para callarme con un beso.
"No puedo decir que me moleste tu felicidad pero me gustaría que me expresases con palabras el contexto para que al menos me ponga contento contigo."
"Me han nominado a un Grammy." Dijo Juanjo con los ojos llorosos.
Me quedé completamente ojiplático, parado, sin saber cómo reaccionar.
"¿Vas en serio?"
El mayor se limitó a asentir reiteradas veces con la cabeza.
"Enhorabuena Juanjo." Le dije mientras le rodeaba con ambos brazos. "Te lo mereces. Has trabajado durísimo para esto."
Juanjo se limitó a abrazarme fuerte, en silencio. No decía nada y sin embargo nunca me había sentido tan querido.
Me dispuse a hacer café para los dos, mientras Juanjo estaba sumido en un largo silencio, pensativo.
"Martin quiero hablar contigo." Dijo, después de un rato.
Yo simplemente asentí, arrastrándole de la mano hacia el sofá del cuarto de estár, no sin antes apartar la cafetera del fuego y sirviendo el café en dos tazas.
"¿Qué querías decirme?" Traté de darle pie, sabiendo que le costaba hablar.
Él me miró con agradecimiento, haciendo círculos sobre mis nudillos con sus dedos suavemente, tratando de desestresarse de alguna manera.
"Ya sabes que yo no soy el más experto en tener conversaciones importantes de esta sala. De hecho, solamente me sé expresar cuándo cantó, pero como esto es importante me parece más significativo que lo haga de esta manera, aunque me cueste."
Me quedé en silencio, haciendo un asentimiento con la cabeza para que sintiese mi apoyo.
"¿Qué es lo que quieres en la vida, Martin?¿Cómo te ves en cinco años?"
"Pues me gustaría seguir formándome, rodearme de gente que me aporte cosas... Ser feliz, sin más, con lo que tenga. Y si puedo estár contigo pues muchísimo mejor." Respondí honestamente.
"¿Y quieres tener hijos? ¿Casarte?" Preguntó Juanjo, escondiéndose tras su taza de café de la vergüenza que le causaba hablar de cosas tan íntimas.
Fruncí el ceño, sin saber cómo responder.
"No, no planeo en un futuro cercano." Respondí lentamente.
"¿Pero quieres?"
"Bueno, a ver, sí."
"Sabes que nosotros no podríamos, ¿verdad? No te puedo dar la vida que tú quieres."
"Juanjo, vamos a ver. Número uno, me gustan los hombres, estuviese con quién estuviese ocurriría exactamente lo mismo. Número dos, esas cosas no son mi prioridad ahora mismo y me haces realmente feliz. Ni siquiera somos pareja aún, tiempo al tiempo. Deja de darle tantas vueltas a todo. ¿Qué es lo que tú quieres?"
Juanjo se mantuvo en silencio, reflexionando.
"No sé lo que quiero en la vida. No quiero que mi duda y mi indecisión te salpiquen."
"No Juanjo, sí que lo sabes. Te mudaste aquí, sin mucha convicción y te pusiste a trabajar día y noche en tu propuesta de artista, que está más que formada. Te has juntado con muchísimos artistas, te has rodeado de mucha gente que te aprecia profundamente. Me pediste que me quedase aquí contigo. No saber lo que quieres en el futuro está bien, es normal, lo importante es que sabes lo que quieres hacer ahora."
"Quiero que formalicemos esto. Lo nuestro. Que seamos novios, vaya." Dijo, avergonzado, bajando la mirada. "No quiero ser un impedimento para que hagas tu vida como quieres."
Le cogí suavemente del mentón, elevandolo para que me mirase a los ojos.
"Yo también quiero ser tu novio. Y no eres absolutamente ningún impedimento, porque si lo fueses yo no estaría aquí ni habría dejado toda mi vida atrás. El único impedimento aquí son tus dudas sobre esto. Tienes muchas inseguridades. Existen maneras de solucionarlo, ¿sabes?"
Juanjo me miró extrañado sin saber muy bien a qué me refería.
"Psicólogos." Aclaré.
"No pienso pisar un psicólogo, ahí sólo va la gente chalada." Resopló Juanjo.
"Haz el favor. La gente cuando se encuentra mal va al médico a que le ayuden. Sé que no es común ir, pero yo tenía un amigo psicólogo en Madrid y te puedo asegurar que trataba a gente normal como tú y cómo yo. Ya basta de banalizar el monstruo interior que llevas dentro, tienes que plantarle cara o lo vas a seguir arrastrando toda tu vida."
"Me da miedo." Respondió en voz baja.
"Estoy contigo." Le aseguré, tomando sus manos con las mías.
"No estoy tan mal, Martin, te lo juro." Trató de convencerme.
Le acaricié el pómulo con suavidad, tratando de darle aliento.
"Es lo único que te pido, por favor. Las cosas sólo van a mejorar."
Juanjo empezó a llorar débilmente, por lo que le rodeé entre mis brazos.
"Lo haré." Aceptó.
"Te quiero." Le dije mientras le propiné un beso en la mejilla.
"Yo también te quiero, no puedo creer que seamos algo oficial ahora."
"Y encima vas a ganar un Grammy." Señalé.
"Bueno que sólo estoy nominado."
"Vas a ganar, Juanjo, ya verás."
"No me importa." Dijo negando lentamente con la cabeza. "Yo la verdad es que ya he ganado en la vida."
Yo tenía razón, Juanjo ganó el Grammy.
Ni siquiera tuve la reacción de picarle diciendo "Te lo dije", pues nada más fue nombrado por los altavoces, di un salto abrazándolo fuertemente. En ese momento éramos públicamente amigos y nada más, sin embargo en su discurso dijo algo que repetiría años después en nuestros votos de casamiento.
Con la llegada del nuevo milenio muchas cosas empezaron a cambiar, Juanjo incluido. La terapia le había ido bien. Nada más se legalizó el matrimonio entre personas del mismo género, para sorpresa de todos y a la vez de nadie, hincó rodilla.
Siete años después de empezar a vivir en Londres, me gradué en Saint Martins y empecé a trabajar del arte, tal y como siempre había soñado.
Juanjo ganó otro Grammy.
Y el resto, es historia.
ESTÁS LEYENDO
delicate
RomanceMadrid (90s) era una ciudad aparentemente moderna pero en el fondo, lo mismo de siempre. Martin había llegado con las esperanzas de empezar de cero y proliferar, sin embargo, estaba atascado trabajando en un pequeño bar para poder pagar sus estudios...
