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Un cartel llamativo en Gran Vía lo anunciaba: El último concierto de la gira de Juanjo Bona iba a ser en Madrid ese mismo día. Llevaba meses fuera y aún no había podido ir a verle a ningún concierto, pues mi agenda laboral no me lo permitía, sin embargo, no me iba a saltar este por nada del mundo.

A pesar de que Juanjo me había dado la tarjeta del backstage, me apetecía ver su concierto desde pista. Todo hablaba del fenómeno de Juanjo, su carisma en el escenario, y quería vivirlo en primera persona.

La multitud era ruidosa y por cada canción que empezaba a sonar, los gritos no hacían más que aumentar.

"¡¿Qué tal?!" Chilló Juanjo en un interludio. "Yo personalmente estoy en el paraíso. Bueno, como algunos ya sabréis voy a grabar mi nuevo disco en cuanto me sea posible. Ya tengo incluso alguna letra escrita."

Toda la gente que estaba en el concierto, empezó a chillar incluso más que antes, si es que se podía.

"Aún no me he metido en el estudio pero me gustaría cantaros algo nuevo." Dijo, indicando a su banda que podían empezar.

En cuanto terminó el concierto, me fui a la zona del backstage, a dirección contraria de toda la gente que estaba abandonando el recinto.

Me dejaron pasar sin problemas en cuanto enseñé la tarjeta y me puse a buscar el camerino de Juanjo, el cual tardé en encontrar.

La última persona que quedaba en compañía de Juanjo salió a la par que yo entré, así que nos quedamos los dos solos.

Me sonrío ampliamente antes de preguntarme, casi sin apenas decirme hola lo que me había parecido la canción.

"Va sobre ti." Me señaló, aunque ya lo sabía. Lo sabía desde literalmente la primera frase que había cantado. Me acerqué más a él para responderle.

"Me sobraban un par de guarrerías que has soltado, la verdad" Le di un pequeño empujón en el hombro mientras sonreía.

"Solamente he sido honesto." reciprocó mi sonrisa mientras hacía contacto visual conmigo, el cual mantuvo durante un largo rato. Estaba borracho, no había que ser adivino para saberlo. Su aliento olía a una mezcolanza de licores, lo cual pude catar en cuanto se acercó para robarme un beso rápido.

"Me ha gustado mucho el concierto. Sabía que eras bueno, pero me has sorprendido." Le aparté el pelo sudoroso de su frente.

"En verdad Martin, quería decirte una cosa." Me dijo lentamente.

Me quedé en silencio, esperando a que diese el paso y empezase a hablar.

"Me han ofrecido muy buen contrato para grabar nueva música." Dijo, aunque sin embargo las buenas noticias no se veían reflejadas en su semblante.

"¡Eso es genial!"

"Es en Londres."

"Oh." Joder, joder, joder, joder.

"Vente conmigo." Dijo entonces, mirándome con muchas esperanzas reflejadas en su cara. "Por favor Martin, vente. No sé cómo estar lejos de ti, te necesito, por favor." Se empezó a repetir, como un niño con una pataleta.

"Juanjo, ya sabes que no..." Traté de explicarle.

"Por favor, por favor, olvídate de tu trabajo durante un momento y vente conmigo."

"Ni siquiera sé inglés." Dije, casi sin argumentos.

"Pero eso se aprende. Martin, yo..." Estaba claro que una barrera suya no le dejaba expresarse abiertamente.

"Juanjo no digas nada que pueda hacer las cosas más complicadas, por favor." Dije, un poco desquiciado.

Se quedó achantado. Parecía como un perro mojado en medio de la lluvia y entre su embriaguez y mi desesperación interna, sabía que no íbamos a sacar ninguna conclusión de allí. Éramos demasiado cabezotas.

"No voy a ir, lo que no significa que no lo vaya a pasar mal cuando te vayas. A mí también me cuesta no verte a diario." Le dije, pues no quería que sintiese que su ansiedad de separación no era mutua. No sabía cómo lo iba a gestionar, siendo que la gira se habían sentido años y lo de Londres iba a la larga.

"Martin, vendré a visitarte y espero que tú también vengas. Además ahora con las tecnologías modernas, no hay problema. Pero júramelo por favor. No sé qué haría si perdiera a la única persona que me entiende del planeta." Asumió su derrota, aunque estaba completamente devastado.

"Juanjo no seas tonto, claro que iré. No podría estar más orgulloso de tí. Somos personas individuales y mi sueño es ser artista. Cuando consiga lo que me propuse aquí, entonces quién sabe. Igual algún día puedo ir contigo."

Parece que mis palabras de aliento hicieron efecto, pues sus ojos brillaron como nunca lo habían hecho antes. Sin embargo yo sentía que esto iba a ser un punto y aparte. Esperaba equivocarme.

Con todas cartas sobre la mesa y pocas palabras más que decir, Juanjo empezó a besarme. El lenguaje corporal era el único en el que los dos estábamos de acuerdo en algo, era unánime, la necesidad de hacernos sentir vivos en el plano terrenal cuando el futuro se veía como una incógnita irresoluble. Pero en el presente éramos Juanjo y Martin, Martin y Juanjo. Y nos necesitábamos más que nunca. Si no podía comunicarme mediante palabras, por temor a sus definiciones, esperaba que el quid de la cuestión le llegase de manera indirecta; que le quería, desde hace tiempo, como más que a un amigo.

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