Preludio al Torneo.

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Han pasado meses desde que Caulifla, Goku y Krilin se convirtieron en alumnos del gran maestro Roshi, durante ese tiempo realizaron el entrenamiento sin fallar, cargando un caparazón de tortuga. Haciéndose cada vez más fuerte sin que se dieran cuenta de ello. Hasta que faltando un mes para el torneo ocurrió algo.

«Es increíble que, a pesar de llevar este pesado caparazón, ahora puedo correr más rápido que cuando llegamos», pensó Caulifla mientras sus pies golpeaban firmemente el suelo, acercándose rápidamente a Kame House.

—¡Maestro! ¡Maestro! —gritó emocionada Caulifla al entrar corriendo por la puerta de Kame House. Dentro, el maestro Roshi y Lunch estaban en la sala, disfrutando de un helado, y la miraron sorprendidos cuando irrumpió de repente.

—¿Qué sucede? —preguntó el maestro, con la cuchara de helado aún en la boca.

—¡Vengan rápido! Tú también, Lunch.

—¿Ha pasado algo malo? —preguntó la joven.

—¡En absoluto! —respondió emocionada, negando con la cabeza—. Al contrario, verán algo sorprendente.

Dijo esto con los brazos extendidos. Sin añadir más, tomó a ambos del brazo y los llevó hasta el lugar donde estaba la roca gigante que el maestro les había mencionado que debían mover. Ahí los esperaban Goku y Krilin, impacientes.

—Tardaste en regresar —protestó Krilin.

—Perdón, tuve que cargar a Lunch parte del camino.

—¿Por qué la trajiste?

—Me dejé llevar por la emoción —respondió sonriendo mientras se rascaba la cabeza.

—¡Denme un momento para recuperar el aliento! —pidió Lunch jadeando, con las manos sobre las rodillas claramente agotada—. No... puedo creer... que corran... todo esto todos los días sin cansarse... y con esa cosa en la espalda.

—¿Por qué nos han traído hasta aquí? —preguntó el maestro, observando a su alrededor sin notar nada diferente.

—¡Lo logramos! —dijeron alegremente los tres estudiantes al unísono.

—¿Qué lograron? —preguntaron Lunch y el maestro Roshi al mismo tiempo.

—¡Mover la roca, maestro! —exclamó Krilin feliz.

—¿Están bromeando?

—¡Claro que no! —declaró Goku emocionado.

Entonces el maestro Roshi notó que la tierra junto a la roca parecía recién removida.

—¿Cómo? ¿Esa roca tan grande? —preguntó Lunch, señalándola con el dedo y respirando más tranquilamente—. Eso es imposible.

—No lo es —dijo Goku, negando con la cabeza. Sin decir más, usando todas sus fuerzas y con gran esfuerzo evidente en su rostro, fue el primero en mover la roca, seguido por Krilin y finalmente Caulifla.

—¡No puede ser! —exclamó Lunch, sorprendida, con las manos en la boca. El maestro Roshi los contemplaba boquiabierto.

«Jamás imaginé que lo lograrían» pensó el ermitaño tortuga aún sin creer que sus alumnos fueran capaces de mover la roca gigante.

–Maestro Roshi –dijo Lunch–. Debe de estar muy orgulloso de sus alumnos por mover esa roca gigante, y yo  pensé que solo era un hombre viejo y pervertido que enseñaba artes marciales.

–¡Oye Lunch! ¡Ese comentario no me gustó –protestó el maestro Roshi!

En respuesta la chica solo rio nerviosa rascándose la cabeza.

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