♣︎ [ 09 ] ♣︎

132 21 2
                                    

La conversación se prolongó hasta que el sol se ocultó y la luna se alzó brillante en el cielo.

Izuku se despidió con un beso y Katsuki regresó al castillo a paso apresurado, anticipando la reyerta con su madre.
No obstante, esta vez parecía estar ocupada con otros asuntos, así que sólo lo miró con molestia al llegar y mantuvo su distancia. Eso le parecía ciertamente algo raro, pero al menos pudo estar tranquilo lo que restaba de la noche y gran parte del día siguiente.

Para entonces, al haber pasado ya un par de días desde la ceremonia, las cosas se habían normalizado en gran parte, así que como parte de su nueva rutina, mandó a llamar a la brujita y a Deku.

Si era sincero, no le encantaba la idea de llevarlos al castillo, pues prefería mil veces salir y sentirse más libre, pero ese día andaba algo ocupado y su madre andaba de aquí-para-allá, manteniendo un ojo sobre él cada tanto, así que no le era tan fácil irse.

De hecho, esa era una de las cosas que no había vuelto a la normalidad. Katsuki estaba seguro de que Mitsuki andaba vigilandolo más desde el día de la ceremonia, aunque mantenía su distancia, cual buitre.

—Están en el jardín— anunció Kirishima con voz monótona, interrumpiendo sus cavilaciones al instante.

Él despegó la vista del libro, aunque lmevaba rato sin leer realmente, y se giró buscando mirar al pelirrojo. El fulgor de las velas rebotó en el rostro de su amigo, bañandolo en destellos naranjos.

No obstante, Kirishima, con postura recta, manos detrás de la espalda, labios fruncidos y ojos serios, lucía claramente disgustado.

Katsuki alzó una ceja antes de cerrar el libro y ponerse de pie.

Él era inteligente y perspicaz. Había notado que desde que las visitas de Deku se habían vuelto más habituales el pelirrojo se mostraba más receloso y hostil, básicamente más como su madre, cosa que, quisiera o no, los había distanciado un poco últimamente.

¿Y cómo no hacerlo? Katsuki era orgulloso por naturaleza, y a veces se aferraba tanto a sus ideas que era difícil dialogar con él, era consciente de eso.

Pero Kirishima, aunque de carácter más noble, también podía ser un orgulloso cuando se trataba de serlo, y cuando eso sucedía, se convertía en un verdadero dolor de cabeza.
Aún así, no recuerda ningún momento en su historia en el que se haya comportado así antes... o al menos no durante un periodo de tiempo tan prolongado.

Y todo por un maldito destino con el que no quería cumplir.

—Bien— contestó, con la intención de pasar por su lado. No tenía ganas de discutir con él por ponerse del lado de su madre.

No obstante, el pelirrojo lo sujetó del antebrazo.

—Kirishima, ¿qué diablos?

—¿Por qué los llamaste?

—Tenemos asuntos que hablar— respondió, sacudiendo su brazo para soltarse—. ¿Qué diablos contigo últimamente, Kirishima? Andas muy hostil, eso no es característico de ti.

—¡No! Yo soy quien debe preguntar, ¿qué diablos contigo, Katsuki?— devolvió el pelirrojo, repentinamente molesto.

Y él se quedó estático un momento.

Kirishima y él se conocían desde que eran niños, básicamente gracias a que antes los padres del pelirrojo eran los que trabajaban para su familia, y, al ser niños de la misma edad, terminaban por escaparse para jugar en los jardines, o en su defecto, en las orillas del bosque que quedaban más cerca al castillo.

I Wanna Be Yours || DKBK - BKDKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora