I Wanna Be Yours || DKBK - BKDK

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—¡La ceremonia se llevará a cabo dentro de un mes, y con un poco de suerte, dentro de un año tendremos al primer heredero! Entonces el poder pasará a ellos y seguirán gobernando con los valores y el honor con el que nosotros lo hacemos.

La gente siguió aplaudiendo, y luego la reina continuó hablando acerca de la boda y lo que se esperaba que sucediera a partir de ese momento; sin embargo, Izuku no procesó ninguna palabra, y tan pronto como pudo, salió corriendo de ahí, sin importarle que más de uno lo viera raro por empujarles para abrise paso.

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No obstante, todo tenía una explicación.

La noche anterior, luego de que regresara del recorrido, le diera el informe a su padre e hiciera un par de encargos más, Katsuki fue sorprendido por Kirishima mientras cenaba con su padre, quien llegó anunciando que la reina acababa de regresar de su viaje.

Debido al imprevisto, se giró a mirar a su padre, y a diferencia de lo que esperaba encontrar, en su rostro no relucía alegría y emoción, sino preocupación.

—¿Qué pasa?, ¿no te alegra que la bruja regresara?

—No es eso, es solo que...

—¡Estoy de vuelta!— En ese momento se escuchó el grito de su madre, acercandose por el pasillo. El sonido de su calzado resonando amenazadoramente fuerte contra el suelo—. ¡Y no vengo sola, la futura reina viene conmigo!

—¿Qué diablos?

Katsuki miró inquisidor a su padre, y cuando en el marco de la puerta apareció su madre, acompañada de una mujer, todo su apetito se fue al diablo y casi tuvo ganas de devolver lo que había comido.

—¡Me presento, soy Kemy Utushimi, y es un honor para mí que se me conceda la dicha de ser la futura esposa de su hijo!— La mujer marcó una reverencia—. ¡Oh! Príncipe Katsuki, prometo que...

—¡Debes haber perdido la jodida cabeza!— Reclamó al instante, interrumpiendo el habla de la mujer y haciendo saltar en su sitio a Kirishima, quien desde la puerta observaba la situación con la tensión acumulada en la mandíbula.

Caminó hasta su progenitora, dejando a su paso un aura tan pesada que casi resultaba asfixiante para el resto de los presentes en el comedor. Mitsuki, en cambio, no tambaleó ni siquiera cuando lo tuvo frente a ella, con esa mirada furiosa que aterraria a cualquiera.

—Te lo advertí, ¿no es así?

—¡Estas jodidamente loca!, ¿¡Para esto te largaste casi toda una semana!?

—¡Katsuki!

—¡Katsuki nada!— Vociferó hacía Masaru, quien se sintió petrificado bajo la mirada de su hijo—. ¡Confié en ti y resulta que estabas tan jodidamente raro porque eras consciente de esta basura!

—Katsuki, hermano, sé que estas furioso, pero la señorita Utushimi se está incomodando y...

—¡Tú cállate, Kirishima! Eres un maldito traidor también. ¡Todos aquí lo son!— Miró al pelirrojo, a su madre, y finalmente a su padre, de quien se sentía más traicionando—. Tú decías preferir mi felicidad, y tú, tú... tú eres igual a ella.

El ambiente, que ya era pesado, se volvió aún más denso, y sólo hasta que el silencio se volvió absoluto, Mitsuki se sintió intimidada.

Masaru, que se había puesto de pie para evitar la reyerta, se dejó caer sobre su asiento nuevamente, aturdido por las duras -y bien merecidas- palabras de su único hijo.

Pero Katsuki estaba lo suficientemente enojado como para preocuparse por él en ese momento. En ese instante todo en él ardía de mala manera, y solo deseaba intensamente huir.