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Sonó la alarma a las 6:30 y me levanté a regañadientes. Era martes y la lluvia golpeaba con fuerza contra la ventana. Miré el cielo gris a través del vidrio empañado y, por un momento, consideré la idea de quedarme en la cama.

— Mamá, ¿puedo faltar hoy? Está lloviendo demasiado. —dije, entrando en la cocina mientras mi mamá preparaba el desayuno.

— Ni lo sueñes, Julieta. —respondió ella, sin levantar la vista de la sartén—. Recién comienzan las clases y necesitas guardar faltas para el viaje de egresados.

Suspiré, sabiendo que no tenía escapatoria. Me preparé rápidamente, poniéndome el uniforme y agarrando mi mochila. Bajé a desayunar, y mientras comía mi tostada, decidí escribir en el grupo de WhatsApp de mis amigos para ver quién iba al colegio.

— ¿Quién va hoy? Está lloviendo a cántaros. —escribí, esperando alguna respuesta rápida que me diera una excusa para quedarme en casa.

El silencio del grupo era ensordecedor. Nadie contestó. Miré mi teléfono con desánimo, preguntándome si todos se habían rendido ante el mal tiempo.

— ¡Julieta, apúrate o llegarás tarde! —me llamó mi mamá desde la sala.

Terminé mi desayuno y agarré mi impermeable. Me despedí de mi mamá y salí de casa, sintiendo el frío de la lluvia en mi rostro. La caminata hasta el colegio fue miserable. Las calles estaban llenas de charcos y el viento me calaba hasta los huesos.

Cuando llegué, el patio estaba casi vacío, con unos pocos estudiantes refugiándose bajo los techos. Vi a Juliana y a Thiago a lo lejos, no éramos muy amigos pero éramos compañeros de curso y me acerqué a ellos.

— ¡Hola! —dije, sacudiéndome el agua del impermeable.

— ¡Hola, Juli! —dijo Juliana, con una sonrisa—. ¿Viste el clima horrible? Pensé que iba a estar sola hoy.

— Yo también. —respondí, aliviada de ver caras amigas—. ¿Alguien más viene?

— Ni idea. —dijo Thiago, encogiéndose de hombros—. No he visto a nadie más del curso, creo que vamos a ser tres.

Entramos al edificio, tratando de evitar las gotas de agua que caían del techo. Llegamos al aula y nos sentamos, esperando que la primera clase comenzara. La lluvia seguía golpeando las ventanas, y el ambiente se sentía gris y monótono.

— Estoy en camino, me atrasé por la lluvia. —escribió Daniela.

— Yo también, me había quedado dormido, llego en diez. —agregó Marcos.

Al menos no estaba sola en este día lluvioso. Mis amigos estaban llegando, y eso me daba un poco de ánimo para seguir adelante.

Una vez que comenzó la clase, Daniela y Marcos llegaron casi corriendo al aula, empapados por la lluvia. Daniela se dejó caer en la silla a mi lado, tratando de secarse un poco con el pañuelo que llevaba en la mochila. Marcos se sentó detrás de nosotras, sacudiendo el exceso de agua de su chaqueta antes de dejarse caer en su asiento.

— Ay chicos, están todos empapados.— Les dije mientras buscaba un par de servilletas en mi mochila para alcanzarles.

— Si! Y eso que estábamos en la casa de Marcos que es súper cerca.— Note que soltó eso y aclaró su garganta.

— Ah... estaban...— Los señalé y elevé mis cejas.— Ósea, durmieron juntos?.— Me reí.

Note que los dos se miraron entre sí.

— No hagan esas caras, ya se veía venir que esto iba a pasar tarde o temprano.— aclare mi garganta y solté una risa para girarme sobre mi asiento y comenzar a copiar lo que estaba en el pizarron.

Ligera atracción - marculi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora