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Pov's Marcos.

Me levanté despacio, sintiendo la cabeza pesada y un leve mareo. Al abrir los ojos, noté que estaba recostado sobre las piernas de Julieta, quien también estaba dormida. Me dolía la cabeza y al instante noté cómo el living de la casa estaba dado vuelta. Había vasos, restos de golosinas, cigarrillos en el suelo y algún que otro chicle pegado en el piso. Tardé un par de segundos en recordar que estaba allí por el cumpleaños de Julieta. Me levanté con cuidado para no despertarla y salí al patio a tomar aire.

La casa alquilada para eventos tenía una pileta, una mini cancha de fútbol y espacio para peloteros inflables o camas elásticas. Me dirigí a la canchita de fútbol y comencé a pegarle a la pelota contra la pared. El sol brillaba en el cielo, y aproveché la mañana para jugar un rato en soledad. Tenía miedo de recordar los sucesos de la noche anterior. Despertar en las piernas de Julieta no era una buena señal.

—Con que acá estabas —dijo una voz femenina, agitada, acercándose a mí.

Me giré y vi a Renata, con las llaves del auto en la mano, y a su hermano mellizo a su lado.

—¿Qué hacés acá? —dije, asustado.

—Te fuiste a las dos de la mañana de mi fiesta con la promesa de volver a las cuatro y nunca llegaste. Te busqué por toda la ciudad, con tus viejos, tus hermanos y no podíamos encontrarte. Te llamamos mil veces, Marcos.

Me asustó un poco escucharla decir eso, ni yo sabía dónde había dejado el teléfono.

—Perdón, Renata. Perdí la noción del tiempo —respondí, tratando de sonar convincente.

Ella me miró con una mezcla de enojo y preocupación.

—¿Perdiste la noción del tiempo? —repitió, cruzándose de brazos—. ¿Y qué hacías acá, entonces?

Suspiré, sin saber cómo explicarle todo lo que había pasado.

—Vine al cumpleaños de Julieta. No quería que ella pensara que la estaba evitando —dije, intentando sonar sincero.

—Y te quedaste a dormir con ella, en vez de volver a mi fiesta como prometiste —dijo Renata, su voz subiendo de tono.

—Perdón, de verdad. Me quedé dormido sin darme cuenta —admití, sintiendo la presión de su mirada.

—Bueno, ahora que te encontré, volvamos a casa. Necesitamos hablar de esto —dijo, señalando el auto con la cabeza.

Miré hacia la casa, recordando las palabras que le había dicho a Julieta la noche anterior. Sabía que necesitaba resolver las cosas con Renata, pero también estaba confundido por lo que sentía por Julieta.

—Sí, vamos —dije finalmente, caminando hacia el auto con Renata y su hermano.

Mientras nos alejábamos, no pude evitar sentir un nudo en el estómago. La mañana había traído claridad a mis recuerdos, pero también había complicado aún más mis sentimientos. Sabía que tendría que enfrentar las consecuencias de mis acciones, pero por ahora, solo podía esperar que el tiempo me ayudara a encontrar una solución.

Nos subimos al auto, el silencio era palpable. Renata manejaba, visiblemente molesta, mientras su hermano y yo permanecíamos en silencio en el asiento trasero. El viaje de regreso a su casa se sintió interminable, y mi mente no dejaba de dar vueltas. Pensaba en Julieta, en lo que le había dicho, en cómo ella había reaccionado. Y también pensaba en Renata, en lo que ella merecía saber y en cómo se sentiría al saberlo.

— No me dejaste ni despedirme de Julieta ni buscar mi celular, Renata.— Suspire.

— No te iba a dejar un segundo más ahí.

Ligera atracción - marculi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora