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— No me vas a decir nada?.— Le pregunté con un nudo en mi garganta al notar como ella se alejaba cada vez de mi.

— No tengo nada que decirte.— Se encogió de hombros.

— Pero Juli, te acabo de decir mi mayor secreto, que tengo guardado hace años y no se te mueve un pelo?.— Camine hacia donde ella estaba y la agarré con cuidado de ambos brazos.

— Son tus sentimientos, no puedo hacer nada con eso.— Me miró a los ojos y sacudió sus brazos varias veces para soltarse de mi agarre.

— No te creía así de fría.

— Y yo te creía más hombre, Marcos. — Suspiró inclinando un poco su cabeza, mostrando desilusión en su rostro y ahora sí se alejó de mí.

Llevé mis manos a mi cabeza, frustrado por la situación de recién y me di media vuelta para volver hacia el auto que había dejado mal estacionado.

— Ey, qué pasó que mi hermana entró llorando a la casa?.— Una voz muy similar a la de Julieta me interceptó por detrás. Me di vuelta y estaba Lola con un par de gaseosas en la mano y el rostro con una expresión de confusión.

— ¿Llorando?.— Le pregunté.

Ella asintió y en ese momento sentí un pinchazo en el pecho, nada me dolía más que ver a Julieta triste y menos por mi culpa.

— ¿Donde está?.— Estire mi cuello para búscarla en la multitud.

— Se metió a la casa, nose bien donde.— Me miró.— Discutieron?

— Algo así..— Respondí sin interés y empecé a caminar hacia adentrarme en la casa, no la veía por ningún lado.

A unos metros vi a la mamá de julieta juntando los últimos restos de la mesa dulce por lo que me acerqué a ella.

— Pato, la viste a Juli?.— Eleve mis cejas y espere su repuesta.

Ella me miró por unos segundo y bajó la mirada.

— Si, se metió acá y salió por la puerta de atrás a la parte de la pileta.— Me volvió a mirar.— Estaba llorando, muy triste.

— Puedo meterme yo por esa puerta?.— La señale y al recibir la aprobación de ella, sali de la casa con rapidez.

Camine primero por una especie de sendero que tenía esa parte del predio y a medida que me iba adentrando todo se tornaba más similar a un parque. No conocía la parte trasera del lugar, pero era hermoso. Había árboles enormes que daban una sombra espectacular, mucho pasto, sillas y mesas tipo camping con la parrilla, y al final del camino la enorme pileta que por el clima ahora no se utilizaba, pero era prominente. Cerca de la pileta habían unas hamacas paraguayas y varias reposeras, pero mis ojos no podían verla a ella todavía, no estaba por ningún lado.

Ya comenzaba a pensar en que quizas se había ido del lugar o estaba escondida, hasta que me acerque a la última hamaca que me quedaba por revisar y vi un mechón de pelo rubio asomarse desde la misma acompañado de un par de sollozos.

Me arrodillé junto a ella y con cuidado, sin buscar asustarla, le agarré la mano.

Ella se giró rápidamente, asustándose de igual forma y al verme ahí se secó las lágrimas.

— ¿Qué queres?.— Preguntó.

— Tu hermana me contó que te quedaste mal después de nuestra charla.

— No estoy mal por eso, mira si vas a ser tan importante para mí.— aclaró la garganta y ahí sentí que el mundo se me venía abajo, nunca me había dicho algo así.

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⏰ Última actualización: Jul 27 ⏰

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Ligera atracción - marculi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora