Un encuentro de golpe

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Penélope y su madre, habían pasado la pretemporada en el campo. Penélope había llorado mucho en ese tiempo y su madre lo sabía, pero nunca se animó a preguntar qué le pasaba. Temía que esa conversación se tornara incómoda y, al final, había decidido desentenderse. Ella ya tenía suficientes problemas con el título, la casa, las deudas y el dinero de las Featherington. Además, todavía no había indicios de algún heredero y, eso, la ponía terriblemente nerviosa. 

Durante todo este tiempo, Penélope había intercambiado cartas con una persona: Madame Delacroux. Ella ya sabía de su plan de desposar a algún caballero y que para ello, necesitaría de su ayuda, para deshacerse de su antiguo guardarropas. Apenas llegara a Mayfair, iría a visitarla para comenzar con el plan. 

Que hablara con Madame Delacroux, no quiere decir que no haya recibido más cartas, ya que en todo este tiempo, las cartas de Colin no pararon de llegar. Todas venían con estampillas de diferentes lugares y todas permanecieron cerradas. Penélope decidió no leerlas. Simplemente las guardaba apenas llegaban. Ni siquiera al inicio hubo curiosidad, tal vez el dolor se había encargado de eliminarla. Penélope no quería molestar a Eloise, ni hacerla sentir más incómoda. Tendrían que verse sí o sí durante la temporada y eso la hacía sentir ansiosa. De verdad, deseaba casarse con alguien que la llevara a otro lugar. Uno muy muy lejos de Mayfair. Mientras pensaba en eso, no prestó atención al camino y tropezó con algo que parecía ser una pierna.. ¡UNA PIERNA!

-Lo siento mucho, no la vi.

-Lo siento mucho, yo tampoco lo vi. 

-Déjeme revisarla. 

-No se preocupe. Estoy bien. 

-¿Está usted segura?

-Sí. Fue solo la impresión. 

-De todas formas, prefiero que se siente un momento. Para asegurarnos que está todo bien. 

-Esta bien. 

-Me llamo George. 

-Yo soy Penélope.

-Mucho gusto, señorita Penélope. Nuevamente lo lamento mucho. Cuando leo, me suelo dejar llevar y dejo de prestar atención a lo que ocurre a mi alrededor. Lo siento. 

-No es necesario que se siga disculpando. De verdad, estoy bien. Yo también iba distraída... ¿Estás leyendo a William Blake?

-Así es. ¿Usted disfruta leyendo poesía?

-Sí. La verdad es que disfruto mucho de la compañía de los libros. 

-Que bueno que cada uno estaba concentrado en lo suyo... Quiero decir, lamento mucho su caída, pero...

-Lo entiendo, no se preocupe. Creo que ya debo volver. 

-La ayudo.

-Gracias. 

-¿La puedo acompañar?

-Creo que es mejor que no. Ya sabe, las convenciones sociales. No quiero comprometerlo. 

-Está bien... Espere. ¿Le parece si nos encontramos nuevamente mañana? Podríamos traer cada uno un libro y... leer juntos. 

-Eso suena entretenido. 

-¿Entonces nos veremos mañana?

-Lo siento, pero mañana vuelvo a la ciudad. 

-Es una lástima. 

-Me gustó mucho conversar con usted. Espero que siga encontrando nuevas lecturas fascinantes en el futuro. 

-¿Puedo saber su apellido?

-Featherington. Soy Penélope Featherington.

-Adiós Penélope Featherington. Espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar. 




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