CAPÍTULO 11. LAS COSAS QUE LE GUSTAN A ELLA.

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Meses después yo estaba al límite de mi resistencia. Cada vez estaba más obsesionada con mi amiga, y la obcecada mujer no ayudaba. Insistía en pegarse a mí, insistía en susurrarme secretos al oído, insistía en pasar su mano detrás de mi espalda con el pretexto de abrir la ventanilla.

...Y entonces llegó él.

Keko Rawing., claramente estaba interesado en Freen y se acercó a mí para saber cosas de ella, para que yo lo ayudara a conquistarla. Menudo imbécil.

Pensé en mandarlo al carajo y prohibirle a Bunny que se acercara a él. Pero ya estaba harta de fingir ante ella. Me gustaba demasiado, la deseaba demasiado., tenía que alejarla de mí. Keko parecía un buen chico, había investigado un poco y había llegado a la conclusión de que Keko valía la pena.

Si no la alejaba un poco de mí ahora, corría el riesgo de perderla para siempre. Cada noche que pasaba a su lado era un suplicio el no poder abrazarla o besarla con libertad. Siempre estaba el miedo de que ella descubriera los pensamientos libidinosos que me torturaban con solo oler el aroma de mi jabón en su cuerpo.

Pero antes tenía que saber si a Freen le gustaba Keko. Tampoco iba a encandilarla por un chico que tal vez ni siquiera era su tipo.

Acepté verme con él para hablar de ella. Le contaba algunas cosas que a ella le gustaban, lo que no toleraba. No le contaba todo. Me guardaba los datos más importantes sólo para mí. Tampoco iba a permitir que él la conociera tanto o más que yo.

No le dije que susurraba cosas candentes mientras dormía, no le dije que le encantaba dormir de cucharita, tampoco le dije que despertaba con el cabello tendido sobre la almohada, ni que frotaba sus pies contra los míos para no pasar frío... y muchos detalles que yo descubrí con el día a día.

También me guardé el detalle del Sándwich con doble queso. Y que "Adagio" de Lara Fabián en la versión italiana se había convertido en su canción favorita.

Tampoco le dije que a sus manos le encantaban tener un romance con las mías, bajo las sábanas, bajo la mesa, en cualquier lugar del mundo, en cualquier momento del día. Solo bastaba que estuviéramos juntas y nuestras manos vivían su propia historia.

—¿Te gusta? —preguntó Freen al verme saludarlo desde el barandal— ¿Te gusta Keko? — para nadie era un secreto que Keko me buscaba., ella tenía que enterarse en algún momento.

—¿Te gusta a ti?...

Freen lo miró, y después a mí.

—Porque a mí se me hace muy guapo —añadí con miedo a la respuesta. Era el momento que había estado postergando.

Se quedó mirando a Keko, mientras Keko la miraba a ella. Seguramente el imbécil pensó que en ese momento yo le hablaba maravillas de él.

—A mí también, es muy guapo —me dijo, saludándolo con coquetería, mientras mi alma caía a mis pies.

—Pues una de las dos tiene que sacrificarse. Realmente me gustaría llegar a algo con Keko —le dije sin mirarla, temiendo la respuesta, pero era necesario saber si Freen estaba dispuesta a todo por tenerlo a él.

—¿Lo harías tú? —preguntó con una expresión tensa en todo el cuerpo— consideremos que si él se acercó a ti ha de ser porque le gustas.

—Considerando ese hecho. Lo más lógico es que te sacrifiques tú —respondí con rabia.

Ella no respondió de inmediato; me miró, y luego lo miró a él... hizo eso durante algunos minutos.

—Creo que me gusta demasiado —dijo, clavando cada vez más hondo el puñal en mi corazón.

—¿Sí?

—Pero si te gusta... es tuyo.

—Entonces ve por él —le dije con el alma derrotada— y más vale que lo consigas Bunny. Porque si lo dejas ir, yo voy a estar allí., lista para dar el siguiente paso.

MI PEQUEÑO CRUSH (freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora