Capítulo 7

391 31 16
                                    

Volvamos unos momentos atrás. Después de escribir la carta a Hestia-sama, para que consiga el máximo de tiempo posible, fui a encontrarme con Beelzebub. Aún estaba muy oscuro, caminaba por un callejón siguiendo una dirección que él me había facilitado, aunque no sabía a dónde me llevaría.

Caminé unos minutos más y llegué a un bar. No lo conocía, de hecho, nadie debía conocerlo ya que sin la dirección precisa, nunca lo habría encontrado. La entrada era, por decirlo, bonita y bien decorada. Decidí entrar, y al hacerlo, sonó una campanilla. El interior era muy hermoso, el ambiente relajante y pacífico. Entonces lo vi de espaldas, parecía estar bebiendo una bebida caliente. Decidí acercarme, pero antes de que pudiera hablar, la que parecía ser la dueña del lugar me interrumpió.

—Oh, un nuevo cliente. No hemos tenido uno desde hace años. Bienvenido, soy Elena, la dueña de este lugar —dijo una mujer de unos 25 años.

—Un gusto, soy Bell Cranel. Él me invitó a este lindo lugar —respondí.

—Oh, ¿en serio? Beel no suele invitar a nadie aquí. Después de todo, es una persona muy peculiar.

¿Beel? Se está refiriendo a Beelzebub como persona. Eso me hizo pensar que aquella mujer no sabe que a quien llama Beel es un dios. Vaya, realmente esa habilidad de esconder su divinidad es algo de lo más interesante.

—¿En serio? —pregunté para obtener más información.

—Sí, no lo ha hecho desde que e- —se calló antes de terminar la frase, interrumpida por Beelzebub.

—Basta, Elena. Vamos, podrías hacer tu especialidad para mi compañero —dijo Beelzebub.

—Eh, sí, por supuesto. Lo siento, casi olvi-

—No te preocupes, todo está bien —respondió Beelzebub, cortándola de nuevo.

Elena se fue, dejándonos a Beelzebub y a mí solos. Decidí sentarme a su lado.

—Así que Beel, ¿podrías decirme por qué finges ser un humano? —pregunté directamente.

—Qué directo. Bueno, aunque no lo creas, hay pocos dioses que conocen mi cara. La mayoría solo sabe mi nombre, nunca han visto mi rostro. Así que decido fingir ser algo que no soy para distraerme —respondió, bebiendo lo que parecía ser una taza de café.

—Pero parecía que ella te conocía desde hace mucho tiempo —contraataqué.

—Eso, esto lo hago desde hace años. Conocí este lugar por una persona que aprecio mucho —respondió.

—Vaya, esa es una linda historia. Aun así, no sé por qué no ha cerrado este lugar y lo mantiene así. Según entendí, no viene nadie aquí —dije.

—Y lo prefiero así. Respondiendo a tu pregunta, es porque yo me encargo de los gastos de este lugar —respondió, terminando su taza de café.

—¿Puedo preguntar por qué lo haces?

—Este lugar tiene recuerdos preciados para mí. Nunca dejaría que le pasara algo.

Decidí parar. Iba a esperar a que trajeran la comida; tenía curiosidad de qué podría preparar Elena. Cuando ella salió y trajo la comida, realmente era algo increíble.

—Por favor, adelante y espero que lo disfrutes —dijo Elena con una sonrisa.

Lo primero parecía que adivinó y trajo un café negro. Lo siguiente era un postre de chocolate que, incluso para alguien que no le gusta mucho el dulce, se veía apetitoso. Así que decidí probarlo.

—Esto es... —no tenía palabras, estaba increíble el postre de chocolate. Realmente creo que encontré mi postre favorito. Me lo había acabado en un instante.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 26 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Bell y el Inicio de la HechiceríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora