Cata
No puedo dejar de pensar que Alexia caminó por este pasillo mientras la directora nos enseña las instalaciones del internado. Alexia, con su sonrisa amplia, su retahíla de chistes malos y sus camisetas de Los Simpsons. A mi lado, mi hermana permanece en silencio y con la mirada perdida. Estoy muy preocupada por ella. Sé que no ha aceptado la muerte de Alexia. Fue un shock para ambas. Cuando vi aquel vídeo sufrí un ataque de ansiedad y mi padre quiso llamar a una ambulancia, pero logré recomponerme porque no quería que mi hermana lo viera. Por desgracia, cuando intenté contactar con ella para que no se enterara de la misma forma que yo, aquel maldito vídeo ya se había hecho viral.
«Ay, Alexia...»
No me entra en la cabeza que mi amiga, la alegría personificada, tomara semejante decisión. Alexia era la clase de persona que siempre hacía sonreír a los demás. Pero hay personas que viven un infierno interior que esconden detrás de una sonrisa.
Me cuesta asimilar que Alexia decidiera acabar con su vida. El suicidio sigue siendo un tabú y, cuando una persona a la que amas toma esa decisión, en el fondo te sientes traicionada porque ha decidido separarte de ella. Ojalá Alexia hubiera acudido a nosotras. Quiero creer que habríamos podido ayudarla. Sé que la culpabilidad que siento por no haber sabido ver las señales de alarma va a acompañarme durante mucho tiempo, por eso he decidido no analizar el pasado en busca de las causas que la llevaron a tomar esa decisión. No creo que haya una forma adecuada de reaccionar a una perdida. La muerte de mi madre me enseñó que el tiempo no cura todas las heridas y que cada emoción es válida para enfrentarse a una tragedia. Los seres humanos no somos robots que estén predispuestos a actuar de una forma concreta cuando fallece un ser querido. Algunas personas viven en un estado de negación, otras deciden apoyarse en su familia, y hay quienes necesitan espacio. Es ridículo martirizarse por afrontar la pérdida de una u otra forma.
Yo he decidido recordar a Alexia sin culparla a ella o a los que la queríamos. No puedo cambiar el pasado. Ojalá pudiera. Por desgracia, lo único que puedo hacer es aceptarlo.
—¿Estás bien? —le pregunto en voz baja.
Ella asiente con gesto mecánico. Todavía me sorprende que haya aceptado venir al internado. Después de la muerte de Alexia estuvo una semana llorando sin salir de su habitación. Cuando llamaba a su puerta me gritaba que la dejara en paz. Le dije a mi padre que lo mejor sería que nos quedáramos estudiando en Madrid, y él respondió que no se le había pasado por la cabeza enviarnos al internado después de lo que había sucedido. Pero mi hermana se plantó delante de mi padre y le dijo que quería ir al internado. Mi padre y yo intentamos razonar con ella. Me parecía mala idea que mi hermana estudiara en el mismo sitio en el que Alexia decidió quitarse la vida, pero Abril insistió y mi padre, incapaz de negarle algo porque acababa de perder a su mejor amiga, nos matriculó en Le Château Blanc. Cuando le pregunté a mi hermana por qué había cambiado de opinión, se limitó a decir: «tenías razón, es una gran oportunidad para nosotras».
Sé que no fue del todo sincera. Hay algo que se me escapa y no voy a quitarle la vista de encima. Cuando nuestra madre falleció, Abril se rebeló y me tocó cumplir la promesa que le hice a mi madre. Sé que mi hermana me ve como a una enemiga, pero solo intento cuidar de ella. Durante los dos últimos años se refugió en Alexia y se alejó poco a poco de mí. Y ahora estoy tan preocupada por ella que mi dolor ha pasado a un segundo plano. Ni siquiera lloré en el funeral de Alexia, porque la tristeza de Abril es tan profunda e intensa que apenas queda espacio para la mía.
—Le Château Blanc fue fundado a finales del siglo XIX por el gran filósofo Vincent Fournier. Desde entonces, nuestro lema: «discipline, persévérance et respect» simboliza los valores de la institución educativa más prestigiosa del mundo. Aquí se han formado el futuro rey de Bélgica, la activista medioambiental Rose Parker y el famoso arquitecto Joan Solar —nos explica la directora con orgullo—. Nuestro castillo data del siglo XIV. Le Château Blanc es un centro laico en el que prima la tolerancia y no se permiten las discriminaciones ni las faltas de respeto de ningún tipo.
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Anhelos y mentiras
Teen FictionUn prestigioso internado, dos hermanas y muchos secretos y mentiras. Las hermanas D ́Angelo han llegado a Le Château Blanc, el internado más elitista del mundo, para revolucionarlo. Las mellizas D ́Angelo no pueden ser más diferentes. Abril es impu...