Capítulo 8: El Retiro Romántico

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Al caer la noche en la cabaña, Jade y Tori se acomodaron cerca de la chimenea, la luz del fuego proyectando sombras danzantes en las paredes de madera. La atmósfera era perfecta: cálida, íntima y alejada de todas las distracciones del mundo exterior. Jade había preparado una bandeja con fresas, chocolate y dos copas de vino, creando el ambiente ideal para una noche romántica.

—Esto es increíble, Jade —dijo Tori, sonriendo mientras tomaba una fresa y la mojaba en el chocolate derretido—. Gracias por traerme aquí.

—Sabía que necesitábamos un tiempo a solas —respondió Jade, mirándola con ternura—. Y quería que fuera especial.

Tori se inclinó hacia adelante, besando a Jade suavemente. El beso fue dulce y lento, lleno de amor y deseo. Se separaron, mirándose a los ojos, y luego se recostaron en la alfombra frente a la chimenea.

—Cuéntame más sobre tus sueños, Jade —dijo Tori, acariciando el cabello oscuro de su novia—. ¿Qué te gustaría hacer después de graduarnos?

Jade se quedó pensativa por un momento, sus ojos reflejando las llamas del fuego.

—Me gustaría dirigir mis propias producciones, crear algo significativo. Pero también quiero viajar, explorar el mundo. Y, por supuesto, quiero que tú estés a mi lado en todo eso.

Tori sonrió, sintiendo una calidez en su corazón.

—Eso suena perfecto. Yo también quiero explorar el mundo contigo. Quiero vivir aventuras, descubrir nuevos lugares y experiencias, pero siempre contigo.

Jade se acercó más a Tori, abrazándola con fuerza.

—Haremos que todo eso se haga realidad, Tori. Juntas, podemos lograr cualquier cosa.

Se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la cercanía y del confort de estar juntas. La quietud de la cabaña solo se interrumpía por el crepitar del fuego y el susurro del viento fuera.

—¿Sabes? —dijo Tori de repente, con una sonrisa traviesa—. Hay algo que siempre he querido hacer.

—¿Qué es? —preguntó Jade, curiosa.

—Bailar bajo las estrellas. Aquí, en medio de la nada, con solo el cielo como testigo.

Jade se levantó, extendiendo una mano hacia Tori.

—Entonces, vamos a hacerlo.

Salieron de la cabaña y caminaron hasta un pequeño claro donde las estrellas brillaban intensamente. Jade sacó su teléfono y puso una canción suave. El sonido llenó el aire, creando el ambiente perfecto para su momento especial.

Tori tomó la mano de Jade y comenzaron a bailar despacio, moviéndose al ritmo de la música. El mundo pareció desaparecer mientras se miraban a los ojos, solo existiendo la una para la otra.

—Esto es mágico, Jade —susurró Tori, apoyando su cabeza en el hombro de su novia—. Gracias por hacerme sentir tan especial.

—Tú eres mágica, Tori —respondió Jade, besándola en la frente—. Y siempre haré todo lo posible para que te sientas así.

Bailaron durante un tiempo, perdiéndose en la música y en la presencia de la otra. Finalmente, cuando la canción terminó, regresaron a la cabaña, sintiéndose más conectadas y enamoradas que nunca.

La noche continuó con más conversaciones y risas. Se acurrucaron juntas en la cama, compartiendo historias y sueños hasta que el cansancio las venció. Dormirse en los brazos de Jade fue la sensación más reconfortante para Tori, y ambas sintieron que este retiro romántico había sido exactamente lo que necesitaban para reafirmar su amor.

A la mañana siguiente, despertaron con los primeros rayos del sol filtrándose por las ventanas de la cabaña. Jade se giró y besó suavemente a Tori, despertándola con una sonrisa.

—Buenos días, hermosa —dijo Jade, acariciando la mejilla de Tori.

—Buenos días —respondió Tori, devolviéndole la sonrisa—. ¿Qué vamos a hacer hoy?

—Pensé que podríamos hacer una caminata por los senderos cercanos —sugirió Jade—. Y luego, tal vez, tener un picnic junto al lago.

—Me parece perfecto —dijo Tori, sentándose en la cama y estirándose—. Este lugar es increíble. Me siento tan relajada y feliz aquí contigo.

Pasaron la mañana explorando los senderos, disfrutando de la belleza natural que los rodeaba. La caminata fue tranquila y llena de risas, con Jade y Tori tomándose de la mano y compartiendo pequeños momentos de ternura.

Cuando llegaron al lago, encontraron un lugar perfecto para su picnic. Jade había preparado una canasta con sándwiches, frutas y jugo. Se sentaron en una manta, disfrutando de la comida y de la compañía mutua.

—¿Te das cuenta de lo lejos que hemos llegado? —preguntó Tori, mirando a Jade con cariño—. Desde ese primer beso en el armario del conserje hasta ahora, hemos superado tantas cosas.

—Sí, lo sé —respondió Jade, sonriendo—. Y cada momento ha valido la pena. Estoy tan feliz de estar aquí contigo, Tori.

—Yo también, Jade. Y sé que aún tenemos muchas más aventuras por delante.

Después del picnic, decidieron darse un chapuzón en el lago. El agua estaba fresca y clara, y nadar juntas fue una experiencia revitalizante. Se sumergieron, rieron y jugaron, olvidándose de todo lo demás por un momento.

Cuando el sol comenzó a descender en el horizonte, regresaron a la cabaña, cansadas pero felices. Se ducharon y se pusieron ropa cómoda, listas para pasar otra noche tranquila juntas.

Mientras el fuego crepitaba en la chimenea, se sentaron en el sofá, envueltas en una manta, con Tori apoyada en el pecho de Jade.

—Jade, ¿crees que nuestra relación siempre será así de fuerte? —preguntó Tori, su voz apenas un susurro.

Jade la miró con seriedad, acariciando suavemente su cabello.

—Sí, Tori. Porque siempre lucharemos por nosotras. Porque te amo más de lo que jamás pensé que podría amar a alguien. Y porque estamos dispuestas a enfrentar cualquier cosa juntas.

—Yo también te amo, Jade —dijo Tori, levantando la vista para mirarla a los ojos—. Y siempre lucharé por nosotras.

Se besaron con suavidad, sintiendo la intensidad de su amor en cada caricia. La noche pasó en un suspiro, con Jade y Tori sumidas en una burbuja de amor y felicidad.

Cuando el fin de semana llegó a su fin, empacaron sus cosas y se prepararon para regresar a la ciudad. Pero ambas sabían que este retiro había sido un punto de inflexión en su relación, una reafirmación de su compromiso y amor mutuo.

—Gracias por este fin de semana, Jade —dijo Tori mientras conducían de regreso a Los Ángeles—. Ha sido perfecto.

—Gracias a ti por estar aquí conmigo, Tori. No hay nadie con quien prefiera pasar mi tiempo.

De vuelta en Hollywood Arts, la vida continuó con su ritmo frenético, pero Jade y Tori se sentían más fuertes y unidas que nunca. Sabían que, sin importar los desafíos que enfrentaran, siempre tendrían el amor y el apoyo de la otra.

Y con ese amor, estaban listas para enfrentar cualquier cosa que el futuro les deparara.

Ese armario me cambió (Jori)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora