No Sun.

55 6 0
                                    


A la mañana siguiente abri mis ojos y no ví nada más que oscuridad, literalmente oscuridad, intente tantear la cama para buscar a Sunghoon pero no estaba.

— ¿Sung?— lo llame restregando mis ojos para tener mejor vista.

— Aquí estoy pequeño, estaba tapando tus ventanas antes que salga el sol.

— Oh, pensé que te habías ido.

— No iré a ningún lado, bueno no hasta la noche que se esconda el sol.

Me levante de la cama para ir a asearme y limpiarme la herida, sin percatarme de que me seguía un vampiro que ahora tenía un puchero dibujado en su cara.

Al ver por el espejo ví mi cara toda adormilada, estaba tan concentrado lavando mi cara que no sentí ni mire nada por el espejo, pero sentí unas grandes y delgadas manos sobre mi pequeña cintura.

— Me asustaste, no te ví.

—¿Recuerdas que soy un vampiro? — mierda, cierto los vampiros no se reflejan en los espejos..

— Deberías irte, el Sr.Park debe estar preocupado— los nervios me carcomian por dentro, no sabía que decir.

— ¿Mi padre?, esta en Pensilvania.

Me lave los dientes y el seguía acurrucado sobre mi hombro, como pude me lo quité d encima y me hiba a echar a la cama cuando recordé..

— ¡Dios, las velas! — salte de la cama y me vesti con lo primero que encontré, tome mis llaves y cuando estaba apuntó de salir me detuvo un jalón.

— ¿A donde vas?.

Había olvidado completamente a Sunghoon por un momento.

— Tengo que ir a hacer unas entregas, quédate hasta que desees.

— ¿Tienes algun sombrero o algo para taparme del Sol?, iré contigo.

¿Que?, como mierda lo hiba a dejar salir al sol, podía desaparecer y no lo hiba a permitir.

— Quédate, es mejor.

— Dije que iría contigo, no pasará nada si voy abrigado y no me toca ni un rayo de sol, que de por si, casi no se ve.

Cierto, estábamos en invierno y el sol salía solo por que debía, casi todo el día estaba nublado y el sol solo salía unos minutos de las nubes y volvía.

— Mmm, esta bien, toma algo de mi armario, pero no te quejes si pasa algo.

— Entendido— corrió hacia mi ropero y saco ropa que tenía en bolsas, me quedaba grande y a el perfecta, tomó unos jeans negros y una blusa manga larga con cuello negra, una bufanda negra, unos lentes negros, una mascarilla del mismo color y una gorra que cubría su cara.

Se veía estúpidamente atractivo, es decir su piel era pálida a más no poder, su cabello negro y la ropa negra le sentaba súper bien.

— Vamos.

— Ah, si— salimos de mi casa y estuve pendiente todo el camino hacia el local de que no se le cayera ni siquiera un centímetro la gorra o la bufanda.

Cuando llegue mis compañero/as centraron su vista en mi acompañante, sinceramente sentí celos, ellos no lo podían ver, solo yo..

— Dubu, llegue a tiempo, ¿y la señora chuu?.

— A tiempo, que raro, llega en unos minutos, esperala en la mesa de ahí— apuntó a la mesa donde estaba sentado ahora Sunghoon.

Hiba a centarme con el cuando una compañera se acercó a mi.

— Sunoo, ¿quien es el chico?— apuntó disimuladamente a Sunghoon el cual estaba ya sin la mascarilla y tampoco llevaba la gorra.

— Es un amigo, ¿por qué?.

— Presentamelo, andaa,¿si?.

Por alguna razon desconocida seni mi sangre hervir, como podía ser tan descarada, lo acababa de conocer y ya quería que se lo presentará, si como no.

— A-ah, luego, ya llegó la Sra.Chuu— la anciana con olor a galletas de vainilla y café con leche llegaba a salvarme de un momento incómodo, como siempre lo hacía.

— Buenos días, muchacho Sunoo.

— Buenos días, Señorita Chuu.

— Me alagas, vengo a recoger mis velas.

— Me comentaron que quería escuchar para que sirven, ¿le parece si nos sentamos?.

— Bien, con gusto hombree.

La tome del brazo y la lleve a la mesa donde estaba Sunghoon, le dirigí una mirada y luego el se colocó las cosas que se había quitado.

— Bueno, la de Lavanda es para calmar dolores, ya sea muscular o de cabeza.
— La de Mango es para sustentar el sistema inmunológico de su cuerpo.

— Eres muy inteligente muchacho, ¿que estudias?.

— Psicológia, me gusta bastante.

— Que triunfes en un futuro, por hoy me retiro.

Me despedí de ella y luego fui a darle mi gafete a Dahyun puesto que este día solo tenía ese pendiente en el trabajo.

En el camino a casa Sunghoon permaneció callado, no hablaba ni tampoco se acercaba a mi.

— Sunoo, ¿me podrías llevar al castillo?.

— Oh, esta bien.

— El sol esta cada ves más fuerte, y yo no debo estar en el Sol.

Y así fue, comencé el recorrido a ese castillo, e cual antes era como mi segunda casa.

Dark Blood. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora