Claudia y Alberto caminaron juntos por el cuarto de Claudia hasta llegar a la cama de la chica. La mujer estaba más tranquila sobre él, aunque también le preocupaba cualquier cosa que este pudiera decirle. Claudia había ordenado todo su cuarto antes de que el hombre viniera, así que se veía bastante presentable y ambos se sentaron en la cama tendida con sábanas moradas. Lo único que quizá podía parecerle incómodo al chico era que unas cortinas moradas tapaban la ventana del lugar, dejándolo en penumbras. Aun así, Alberto fue amable y no hizo ningún comentario de su morada, solo trató de observar sin quitar la mirada de la mujer.
—Tu familia es muy agradable —dijo amable Alberto.
—Me cuidan mucho, pero sí, son geniales.
—Espero no haber molestado. Me siento como un intruso que vino a quejarse. Si quieres no podemos, bueno ya sabes, hablar del tema —mencionó Alberto haciendo referencia a su exnovia.
—Viniste hasta mi casa a eso, no te preocupes —dijo Claudia girando la cabeza de un lado a otro.
—Eres muy amable. Es que Regina es muy importante para mí, pero a veces cuando hablo de esto con Arlet y Armando prefieren que lo deje ya, aunque es difícil para mí.
—Bueno, no te juzgaré por quererla, pero sí puedo cuestionarte, ¿por qué lo suyo no funciona? —preguntó Claudia agachando la mirada.
Alberto estando en confianza se recostó en la cama de Claudia mirando al techo. Pensó que era una pregunta que se había hecho mucho tiempo, pero que jamás había podido responder. Pensaba que las cosas no eran tan fáciles como parecían, le hacía mal saber que su amada y él jamás habían funcionado juntos más allá de los momentos íntimos que habían vivido al inicio de la relación. Ni siquiera pensó que tuvieran muchas cosas en común más que la carrera que estudiaban. Ningún recuerdo era tan bueno como para explicarle a Claudia que valía la pena estar con su ex. Claudia se dio cuenta de que Alberto no tenía mucho qué decir. Por eso, después de que recuerdos dolorosos también vinieran a ella y la hicieran sentir mal decidió recostarse a su lado. Lidiar con los Torres no era fácil cuando eran gente tan cerrada, agradables, pero en ocasiones algo cruel con sus decisiones.
—Regina fue afortunada a tu lado, sin embargo, creo que había cosas que la superaban.
—No lo sé, Claudia. Mañana quiero intentar hablar con ella.
—¿Mañana? —cuestionó sorprendida.
—Sí, así es. ¿Quieres acompañarme? —preguntó el joven posando sus ojos en ella.
Claudia no sabía cómo decir que no quería acercarse, sin embargo, también le sorprendía la decisión repentina y desesperada de su amigo.
—Supongo que será en la universidad —planteó Claudia.
—Sí, así es. Quiero invitarla a una última cita conmigo y en esa cita quiero demostrarle que todavía tenemos oportunidad.
—Pensé que ya habías hecho eso antes —respondió Claudia buscando los ojos de su amigo.
—Sí, así es —suspiró profundo correspondiendo la mirada—. ¿Alguna otra idea?
Claudia le sonrió a su amigo quién la observó de manera inocente. Claudia sabía que Alberto tenía esperanzas de algo que ya había terminado y no se había dado cuenta. El chico tenía esperanza de que alguien más lo apoyara en su decisión de seguir luchando por alguien que quería, pero la intención de Claudia se acercaba más a abrirle los ojos.
—Mañana puedes hablarle, pero no la invites a salir —dijo Claudia lo cual sorprendió a Alberto—, pero solo si la ves por la universidad. Y si la ves le dirás que hicieron bien en terminar.
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El fallo de Cupido
RomanceAlberto Rojas es un joven universitario cuyo mundo se desmorona cuando su novia Regina decide terminarlo. Determinado a recuperarla, Alberto enfrenta un viaje emocional que lo lleva a un encuentro inesperado con Claudia Romero, una estudiante de psi...