Recostada un rato más bajo la sombra del inmenso árbol y contemplando el escenario magnífico y natural del parque, me transmitía una paz absoluta que realmente desearía que estos momentos fueran eternos. Lo sucedido hace minutos era imborrable de mi memoria, aún no encontraba formas de descifrar ese extraño sentimiento surgido de la nada. La serenidad que germinaba en mi interior era reconfortante; difícil de despegarme de esta libertad.El ruido repentino de mi teléfono intercepataba la confusión de mis pensamientos. El nombre de Nora se mostraba en la pantalla, pero no tengo ganas de hablar con nadie, le colgué para poder pensar de forma más organizada, pero su intensidad, su obstinación me dificultaba la tarea de esa tarde, así que en contra de mi voluntad, cedí.
—¿Dóndes estas? Pasé por tu casa y tu madre me dijo que saliste.—Fui a tomar un poco de aire fresco, eso es todo —respondo, evitando alargar la conversación.
—No te oyes muy bien ¿Te pasa algo? —preocupada, me propone ir al café más cercano para hablar.
—No, mejor no, Nora —evadí su encuentro.
Pronunciaba varias veces su nombre en afán de cancelar la petición. El tonito repugnante del móvil me anunciaba que había finalizado la llamada, sin haber escuchado mi última frase.
No tuve más opción que aceptar su idea de vernos. Aunque hubiera preferido disfrutar un poco más de la suave brisa, del agradable efluvio floral y zambullirme en el desorden que reinaba en mi conciencia. Su insistencia terminó convenciéndome.
Suspiro hondo y cerré los ojos gozando de los breves segundos que me quedaban expuesta a la naturaleza antes de dirigirme al café donde me indicó, quedaba cerca del parque, por lo que se me hacía fácil llegar. Al llegar rápidamente mis fosas nasales detectaron un ligero aroma de calma y quietud. Las lámparas que colgaban en el alto techo desprendían una grácil claridad que hacía notar el diseño maderal de las mesas y el color matizado de las paredes, donde los cuadros envejecidos impregnados en ellas parecían susurrarnos años de historia.
Era confortable sentarse y pasarse horas allí reflexionando acerca de los acontecimientos del día a día. Justo lo que mi conciencia necesita para apaciguar un poco el desconcierto existente en ella.
Inmediatamente me ubiqué en una mesa un poco apartada del alboroto que habitaba en la atmósfera. Al sentir el ruido de las brisagas abriéndose miré esperando que fuera mi amiga, y efectivamente, era ella. Enseguida que me vio, mostró una sonrisa en su rostro y fue hacia la mesa donde estaba sentada pidiendo su café favorito: capuchino.
—¿Y bien Charlotte, como estás? —pregunta mientras coloca sus prendas en la cubierta de madera.
—Pues, ya sabes Nora. Las peleas con mi mamá son cada vez más habituales. —comento seria, colocando mi brazo en la mesa y apoyando la cara en mi mano. — ¿Puedes creer que me buscó un hombre para casarme? Ni que eso fuera tan importante para mí. Sinceramente, no comprendo su comportamiento.
—¿En serio? —suelta una pequeña carcajada. Tu mamá es increíble. Sabes que ella es así —expresa, degustando con disfrute el líquido.
—Sí, supongo que ni aunque pase un millón de años ella va a cambiar. —agrego, desviando la mirada hacia la carretera que se avizoraba a través de las ventanas de cristal.
—Y dime el chico ¿era guapo o no? Anda dime. —curosea con una sonrisa traviesa en su rostro.
—Por supuesto que no. —niego ante su fisgoneo infantil. —Además aunque fuera el Dios griego no me interesaría por él ni en lo más mínimo.
Nora me observa con incredulidad ante mi confesión. Era propio de ella indagar en estos asuntos tan insignificantes.
—Por cierto, tengo que contarte algo que me tiene realmente desconcertada. —menciono, distrayendola de su mundo.
—Sí amiga, ¿que ocurrió?
—Pues, cuando fui a despegarme un poco del ambiente tenso de mi casa, a tomar aire fresco. —le explico. En el parque donde estaba un niño sin querer me golpeó con su pelota y cuando la recojo para dársela, sentí una extraña familiaridad.
Contarle a Nora sobre lo sucedido, me aliviaba de mi nervios. A pesar de que en ciertas ocasiones la moda y los chicos orbiten en su entorno, su apoyo y comprensión han sido esenciales en estos casos.
—No puedo creerlo. ¿En serio, con un niño sentiste esa conexión? —cubre su boca con la mano en señal de sorpresa.
Su reacción al parecer no me dejaba ver como una demente.
—Sí, lo peor es que no lo conozco. Eso es lo más extraño.
—En efecto, es raro —comenta, tomándose el último trago de café. —¿Que piensas hacer con esto? —interroga, apoyando sus brazos en la mesa y trotando sus dedos.
—No lo sé, de verdad que no tengo ni idea —contesto, pasándome un mechón de pelo suelto por detrás de la oreja para después anunciarle que es hora de regresar a mi casa.
~Minutos después~
Antes de llegar a encerrarme en las cuatro paredes de mi habitación, decido caminar un rato en negativa de llegar a enfrentar a mi madre. La vista era espléndida, me hacía olvidar por segundos el caos que surgía en mi mente.
De repente, siento como frías gotas que caían del cielo mojaban mi blanca piel. La lluvia había iniciado otra vez. Los pasos inquietantes de las personas sonaban con intensidad en el pavimento casi igual a una orquesta sinfónica. Sujetaban con fuerza a sus niños y corrían hasta hallar un sitio donde protegerse del diluvio.
Al tratar de escabullirme entre la multitud desorganizada para buscar algún lugar donde refugiarme, un fuerte choque provocó que cayera al suelo junto con otra persona.
—¿Estás bien? —escucho una voz distante que resonaba entre la lluvia, mientras una mano se acercaba en mi dirección. La acepto, indicándole al desconocido mi bienestar y dándole las gracias.
El sonido de la llovizna me dificultaba avizorar su cara. Cuando logro ver aquellos luceros verdes extrañamente conocidos que resaltaban entre las gotas, un momento de tensión se crea en el ambiente. En sus ojos se reflejaba un insaciable sentimiento de ira, como si quisiera atacarme con su mirada.
La ambigüedad invade mi mente. Me aparto lo más lejos posible de él, aún así mi cuerpo no respondía a mis ganas de salir corriendo.—¡Te encontré, Charlotte! ¡Ya no escaparas de mí! —me miró de forma hostil, para después dirigirme una sonrisa maliciosa.
¿Quién será este hombre? ¿Por qué dijo eso? ¿Acaso me conoce?...
Continuará...💙🦋💙🦋💙🦋💙🦋💙🦋💙🦋💙🦋💙
• ¿Qué pasará con Charlotte y Adrián después de su reencuentro?
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Lazos del Destino: Destinados a Encontrarse
Romance{Los lazos que nos conecta a nuestros seres queridos, son como hilos invisibles y mágicos capaces de superar obstáculos y fortalecer nuestros corazones. Son más fuerte que cualquier hechizo} ☆★☆★☆★ Charlotte es una bella chica llena lujos y de grand...