{1. Vínculo}

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¿Cómo pudo pasar esto? ¿Esto...? ¿Esto es un sueño?


Recuerdo que de pequeña siempre pensaba que mi vida sería como una hoja en blanco, sin saber darle color a mi camino o sin saber trazar una simple línea que me guiara hasta mis deseos. Eso creía. Pero hoy, he conocido mi verdadera felicidad. Mi destino. El que tal vez dibuje mis días, mis noches...cada momento de bellos colores.

-Eres tú hijo mío. Mi pequeñito. -acaricié suavemente su rostro. Mis manos y mi voz temblaban de emoción. -Pensaba que te había perdido para siempre...

-¡Tú no eres mi madre! -exclama el pequeño, alejándose hacia su padre y ocultándose en sus brazos.

Después de tanto tiempo ¡Por fin había encontrado a mi hijo! A la razón de mi existir. Mi alegría no cabía en mí. Aún así, escuchar aquellas palabras fue más doloroso que haber estado separada de él mucho tiempo.

~Dos meses antes~

Faltaban dos días para que terminaran las vacaciones. Hoy es sábado. Ya tenía todo planeado para la salida con mi amiga Nora. Íriamos a distintos lugares que apenas conocía de la ciudad. Iba a ser <super genial>... Sin embargo, está lloviendo perros y gatos. De un día de supuesta diversión pasó a ser un rato de ver Harry Potter, bajo la comodidad de mi cama y mi pijama preferido adornado con diminutas donas de colores.

-¿Todavía seguirá lloviendo? -pregunto en voz baja, mientras veía por quinta vez la misma película.

Con indignación, abrí la ventana para quitarme la duda. Para mi desgracia, todavía seguía lloviendo a cántaros. No parecía haber ninguna señal de querer escampar.

-¡Charlotte, Charlotte! -requirió mi presencia mi madre desde la sala.

-¡Ya voy! -respondo para después dirigirme al piso de abajo.

Una vez presente en la sala veo a mi progenitora acompañada de una figura masculina totalmente desconocida. Su estatura al parecer era más alta que la mía. El océano de sus ojos resaltaba en gran medida la seguridad y confianza de su expresión, mientras su oscura y corta melena hacían intentos fallidos de mantenerse quieta. No parecía mayor, vendría teniendo la misma edad que yo.

-¿Qué quieres mamá? -comenté desganada y cruzando mis brazos.

-Mira hija, te presento al hombre que será tu prometido -señala, alegre.

-¿¡Qué!? ¿Cómo que prometido, mamá? -suelto una pequeña carcajada con la ilusión de que esto fuera una broma de mal gusto. -No necesito nada de eso.

-Un gusto conocerla, mi dama. -expresa cortesmente besándome la mano y entregándome un ramo de flores.

-¿Gracias? -quito mi mano rápidamente, devolviéndole una falsa sonrisa.

-Sí hija, como escuchaste, este es tu prometido. Así que es bueno que comiences a conocerse hasta que todo esté listo para proceder al compromiso. -responde cómoda con la presencia del chico como si fuera su yerno de toda la vida.

Esto es estúpido. ¿Cómo mi madre fue capaz de hacer esto? Ni siquiera es mi tipo, está muy lejos de serlo. Además, ¿en qué época estamos? ¿En el sigo dieciocho? Por favor, este tipo de tradición se han dejado en el pasado ¿Tanto cuesta dejarme casar por amor?

Lazos del Destino: Destinados a EncontrarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora