Ruinas

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La voz temblorosa y rota de Hinata resonó por todo el campo de batalla, un grito de desesperación que silenciaba el estruendo de la guerra. Con el corazón latiendo frenéticamente, corrió hacia los cuerpos de sus dos hijos, que yacían inertes en el suelo. Sus rostros pálidos y sus cuerpos inmóviles hicieron que un sollozo profundo y desgarrador brotara de su pecho.

Hinata cayó de rodillas junto a ellos, cubriendo su boca con ambas manos temblorosas. Las lágrimas corrían por su rostro mientras la realidad comenzaba a golpearla con una fuerza aplastante. Negándose a aceptar la posibilidad de perderlos, tomó una profunda respiración y reunió todo el chakra que le quedaba. Sus manos comenzaron a brillar con una luz suave y curativa mientras se inclinaba sobre sus hijos, susurrando entre sollozos:

"No... no me dejen, por favor... ¡Aguanten un poco más!" La luz de su chakra envolvió las heridas de sus hijos. Hinata podía sentir cómo su energía se agotaba. Miró a sus hijos, luchando por mantener la esperanza viva.  "Vamos, mis pequeños," dijo con voz temblorosa. "Tienen que resistir. Ustedes son fuertes... más fuertes de lo que creen."

Uno de los jóvenes, apenas consciente, abrió los ojos y miró a su madre. Sus labios se movieron débilmente. "Mamá... " susurró, su voz apenas audible.

Hinata sollozó aún más fuerte al escuchar su voz. Con renovada determinación, redobló sus esfuerzos, canalizando todo su amor y desesperación en el proceso de curación. "Estoy aquí, mi amor. No voy a dejar que nada malo les pase. Prometo que estaremos bien. Solo... solo aguanten un poco más. "

Hinata no apartaba la vista de sus hijos, su energía flaqueando mientras intentaba cerrar sus heridas. De pronto, una mano suave se posó en su hombro.  "Hinata-sama " murmuró una ninja médico a su lado, su voz apenas un susurro, "sus hijos han muerto. Lo siento tanto." Hinata sintió como si el mundo se detuviera, su corazón hundiéndose en un abismo de dolor. La ninja médico bajó la cabeza con tristeza, evitando el contacto visual. "Ellos han perdido varios de sus órganos " continuó la ninja, su voz quebrándose. "Será imposible curarlos. Lo lamento tanto. "

Hinata dejó escapar un sollozo desgarrador, su mente negándose a aceptar la realidad. Sus manos, aún temblorosas y cubiertas de chakra, se detuvieron en el aire. "No... no puede ser " susurró, la desesperación y la incredulidad mezclándose en su voz. "¡No, no pueden estar muertos!"

"E-ellos no pueden... " murmuró Hinata, su voz quebrándose. "No pueden simplemente morir. " Guardó silencio por un momento, sus sollozos llenando el aire. Se negaba a aceptar la cruel realidad. "Son mis hijos " dijo entre lágrimas. "Se supone que no tendría que verlos morir."

Antes de que pudiera decir más, un grito desgarrador resonó en el campo de batalla. "¡Hinata! " Naruto corría hacia ellos con desesperación pintada en su rostro. Al llegar, se arrodilló frente a ella, abrazándola con fuerza.
"Mi amor " dijo con la voz temblorosa. "Lo siento, no pude protegerlos. " Los ojos de Naruto se llenaron de lágrimas al ver a sus dos hijos sin vida, la visión clavándose como un cuchillo en su corazón. "Les he fallado " murmuró, susurrando las palabras como una confesión dolorosa. "Te he fallado, mi luna."

Hinata, sintiendo el calor y la fuerza del abrazo de Naruto, se aferró a él, compartiendo el peso insoportable de su dolor. Sus cuerpos temblaban juntos, unidos en una mezcla de tristeza y desesperación.

"Naruto " susurró Hinata, tocando suavemente la mejilla de su esposo, "no te culpes. Ellos también eran mi responsabilidad. " Sus palabras eran firmes, aunque llenas de dolor. Sin dejar de abrazar a sus dos hijos, continuó: "Mis niños, lo siento tanto. " sollozó Hinata, enterrando su rostro en el pecho de su esposo. "¿Cómo podemos seguir sin ellos? " Cerró los ojos, besando la frente de cada uno de ellos, negándose a aceptar la idea de no volver a verlos nunca más. A su alrededor, el campo de batalla se había transformado en un paisaje de dolor y pérdida. Varios amigos cercanos de la pareja, incluidos Gaara, Kakashi y Rock lee, observaban con tristeza. Algunos intentaban curar a los heridos, mientras otros lloraban la muerte de sus propios seres queridos.

Los enfrentamientos contra los Ōtsutsuki habían terminado, y con ellos, una paz mundial comenzaba a cernirse sobre todas las aldeas. Sin embargo, la victoria tenía un precio muy alto. Aunque los días buenos por fin comenzaban, las muertes y los heridos eran lo que ahora reinaba en las distintas aldeas.

A lo lejos, cerca de lo que en algún momento fue la torre del Hokage, Sarada yacía en el suelo, su cuerpo débil y casi sin vida. Una ninja médico luchaba desesperadamente por salvarla, pero tras veinte minutos de esfuerzos infructuosos, Sarada levantó una mano, deteniéndola.

"Por favor " murmuró, escupiendo sangre. "Ya no lo hagas. Solo perderás más fuerzas. " Intentando no cerrar los ojos, Sarada miró a la ninja médico con una mezcla de determinación y resignación. "Dile a mis padres que los amo y... " su voz se quebró, el dolor haciéndole difícil continuar. "Por favor, hazle saber a Boruto que lo amo. "

La ninja médico, con lágrimas en los ojos, asintió, su corazón rompiéndose al ver la valentía de Sarada en sus últimos momentos. Sarada soltó un largo suspiro, cerrando los ojos lentamente. Su último aliento se escapó en un susurro, y murió instantes después, dejando atrás un silencio ensordecedor.

Una asustada Sakura corría por todas partes, buscando desesperadamente a su hija. Cada segundo que pasaba sin sentir el chakra de Sarada era una tortura. Al detenerse, un pánico helado se apoderó de su corazón. De pronto, vio a lo lejos una figura familiar en el suelo. Sin aliento, corrió hacia ella. Al llegar, cayó de rodillas, el mundo derrumbándose a su alrededor. Su pequeña Sarada yacía sin vida, y Sakura no pudo hacer nada para salvarla.

"Oh, mi niña " murmuró, su voz quebrándose mientras abrazaba el cuerpo inerte de su hija como si su vida dependiera de ello. "Te he fallado, Sarada. No estuve para protegerte. " Las lágrimas fluían incontrolablemente por su rostro mientras acunaba a Sarada, sus sollozos llenando el aire con un dolor indescriptible. Se sentía completamente impotente, devastada por la realidad de haber perdido a su hija.

A lo lejos, Sasuke llegó corriendo, su corazón acelerado al no sentir más el chakra de su hija. Sus peores temores se confirmaron cuando vio a Sakura arrodillada junto al cuerpo inerte de Sarada. Se sintió impotente, cada paso hacia su familia una agonía.

Al llegar junto a ellas, Sasuke se arrodilló y tomó a Sakura por las mejillas, obligándola a mirarlo a los ojos. La tristeza y la culpa en su mirada eran evidentes, y Sasuke inclinó la cabeza, besando suavemente la frente de su esposa.

"Yo... " murmuró Sakura con el corazón hecho pedazos. "Es mi culpa. Si tan solo me hubiera dado cuenta antes... " Las lágrimas se deslizaron por su rostro, su dolor visible mientras negaba con la cabeza, incapaz de aceptar la pérdida de su hija. "¿Por qué ella? Aún era tan joven... "

Sasuke, con los ojos llenos de tristeza, tocó con delicadeza los mechones azabache de su hija. "No te culpes " dijo suavemente, su voz temblorosa pero firme. "Tenemos que ser fuertes por ella." Tomó la mano de su esposa, besándola con ternura. "Es nuestra hija, y también me duele profundamente. Pero jamás te culparé por algo que no podías evitar. "













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