luto

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La Aldea de la Hoja se encontraba sumida en un profundo luto. Niños y adultos, vestidos de negro, se reunían para rendir homenaje a aquellos que habían muerto como héroes en la guerra. Entre ellos, Hinata y Sakura se encontraban entre los más afligidos, habiendo perdido a sus hijos en la batalla. Pero no eran las únicas en su círculo: Inojin lloraba la muerte de su madre, mientras Sai sufría la pérdida de su esposa. Chouji, por su parte, estaba devastado por la pérdida de su esposa e hija, quienes habían sacrificado sus vidas por la paz y la estabilidad no solo de la aldea, sino de todo el mundo.

A medida que las horas pasaban, la multitud comenzaba a dispersarse. Uno a uno, los aldeanos se despedían de sus seres queridos caídos en la guerra. Sin embargo, algunos, como Sakura, Sai y Chouji, permanecían frente a las tumbas, incapaces de apartarse de los recuerdos de sus seres amados.

En la mansión de los Hyuga, una figura azabache se negaba a irse. Hinata, con los ojos llenos de lágrimas, observaba con dolor los nombres de sus dos hijos inscritos en la piedra conmemorativa. A su lado, su esposo Naruto no dejaba de abrazarla y consolarla, intentando compartir y aliviar su dolor.

"Naruto... " susurró Hinata, su voz quebrada. "¿Cómo se supone que sigamos adelante sin ellos? "

Naruto, con los ojos también enrojecidos, la apretó más fuerte contra su pecho. "No lo sé, Hinata " respondió con sinceridad. "Pero sé que debemos honrar su memoria viviendo nuestras vidas al máximo, como ellos lo habrían querido. "

Hinata asintió débilmente, aunque la tristeza seguía pesando en su corazón.

"Sabes," dijo Hinata, viendo de reojo a su esposo, "me hubiera encantado verlos crecer." Secó sus lágrimas y continuó, "Verlos casarse y formar sus propias familias."

"A mí también," respondió Naruto, sus ojos fijos en los nombres de sus hijos grabados en la piedra. "Me hubiera gustado ver a nuestra pequeña Himawari vestida de blanco, o tal vez escuchar lo nervioso que se sentiría Boruto al casarse con Sarada." Sonrió melancólicamente mientras tocaba las lápidas, colocadas una al lado de la otra.

"Sí, eso hubiera sido tan lindo," dijo Hinata, agachando la cabeza. "Será difícil, pero sé que juntos lo lograremos." Tomó las manos de su esposo con determinación. "Por ellos, por nuestros hijos, mejoraremos como pareja." Se inclinó y besó suavemente los labios de Naruto.

"No te preocupes," dijo Naruto mientras la abrazaba con fuerza. "He decidido dejar mi puesto como Hokage." Hinata levantó la mirada, sorprendida. "Jamás pensé que perderíamos a nuestros hijos," continuó Naruto, tocando las mejillas de su esposa. "Y no quiero perderte a ti. No quiero que el trabajo nos separe."

Hinata se hundió en sus brazos, dejando que el cálido cuerpo de su esposo le brindara la fuerza que tanto necesitaba.

En otro lado, Sai abrazaba a su joven hijo, quien no paraba de llorar. Inojin veía con lamento el nombre de su madre grabado en la piedra.

"Mamá... " sollozó Inojin, destrozando aún más a su padre. "¿Por qué tuviste que irte? " Inojin se aferró a su padre, temiendo perderlo también. "¿Por qué tuvo que ser mamá? " repitió, con la voz llena de desesperación.

Sai acarició los suaves mechones rubios de su hijo con ternura. "A veces, las cosas suceden de una manera que no podemos entender " explicó con calma. "Pero debes estar orgulloso de tu madre. Ella es una heroína y dio su vida por ti. " Dejó que Inojin desahogara todo su pesar, sin contener las lágrimas que brotaban de sus ojos. "No te culpes, hijo " continuó Sai, tomando a Inojin por las mejillas y secándolas suavemente. "Eso es lo que hace un padre o una madre. Somos capaces de morir por ustedes. No te culpes por algo que no estaba en tus manos decidir. "

Inojin bajó la cabeza y asintió lentamente, sus ojos aún llenos de lágrimas. Aunque sentía un profundo vacío, también estaba lleno de orgullo por su madre, quien había dado su vida para salvarlo. "Prometo ser fuerte, papá " dijo Inojin con voz quebrada. "Por mamá, por ti... y por mí. "

Sai lo abrazó con fuerza, sintiendo un renovado sentido de propósito al escuchar las palabras de su hijo. "Lo sé, hijo. Y estaremos juntos en esto, siempre. "

A unos cuantos metros, Chouji miraba las lápidas de sus dos grandes amores. Con un peso en su corazón, se inclinó hacia adelante y susurró:

"Lamento tanto esto " dijo, bajando la cabeza. "No debieron morir. Debería haberlas cuidado mejor. " Con manos temblorosas, tocó la lápida de su hija. "Pero, mi pequeña Chouchou, papá promete que no hará nada tonto que te pueda preocupar " dijo con una voz llena de tristeza y ternura. Luego, se volvió hacia la lápida de su esposa.
"Mi amor, la vida nos ha separado, pero no importa cuánto tiempo pase, prometo que nos volveremos a encontrar. Los tres, como la familia que somos. "

Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, sollozando mientras intentaba aceptar la dura realidad de que ya no tenía a sus seres queridos en este mundo. El dolor y la amargura seguían consumiéndolo, pero en el fondo sabía que debía encontrar la fuerza para seguir adelante.

En ese momento, Sai se acercó a Chouji, colocando una mano reconfortante en su hombro.

"Chouji, sé que esto es difícil " dijo suavemente. "Todos estamos aquí para ti. No estás solo. "

Chouji levantó la mirada, encontrando en los ojos de Sai una chispa de comprensión y apoyo.

"Gracias, Sai " murmuró. "Es tan duro... No puedo soportarlo " confesó, su voz quebrada por la angustia.
"¿Cómo voy a vivir sin ellas? "

Inojin, que estaba cerca, se acercó a él y lo abrazó con fuerza. "No estás solo, tio Chouji," dijo con voz firme. "Todos estamos aquí para ti. Juntos, encontraremos una manera de seguir adelante."

Sai asintió, sabiendo que las palabras nunca serían suficientes para aliviar el dolor de la pérdida.

" Chouji todos nosotros, los que aún estamos aquí, debemos apoyarnos mutuamente. Debemos seguir adelante, por ellos. "

Chouji asintió lentamente, sintiendo que, aunque el dolor no desaparecería, al menos no tendría que enfrentarlo solo. La presencia de sus amigos y seres queridos le ofrecía un consuelo pequeño pero significativo.

Mientras Chouji recibía consuelo de Sai y su hijo, a unos metros de distancia, Sasuke y Sakura compartían su propio dolor por la pérdida de su hija.

"Sarada, querida," murmuró Sakura entre sollozos, sin apartar la mirada de la lápida de su hija. "Espérame, querida. No importa cuánto tiempo pase, prometo que nos reuniremos los tres de nuevo." Se acercó y besó suavemente la fría piedra.

"Sé que no fui un buen padre," dijo Sasuke, acercándose a la lápida de su hija. "Pero no dudes que te amé profundamente." Tomó la mano de Sakura, buscando consuelo en su presencia. "Tu madre y yo te amamos y daríamos nuestra vida por ti." Luego, tocó la lápida con ternura. "Yo hubiera dado mi vida por verte feliz y con una familia... incluso si era con el hijo del idiota de Naruto."

"Oh, Sasuke..." Sakura lo abrazó, consolándolo de alguna manera. "No te culpes por todo. Cuando nos convertimos en ninjas, sabemos el riesgo que implica nuestra vida día tras día." Besó su frente con suavidad. "Sarada siempre te amó, y sé que guarda buenos recuerdos de ti. Así que no te dejes vencer." Sakura suspiró, levantándose y mirando la lápida de su hija. "Mamá promete venir a verte, mi niña," dijo con determinación antes de alejarse de su hija y su antiguo amor.

"¿Te irás?" preguntó Sasuke. "Sé que te duele, pero no podemos simplemente alejarnos." Intentó convencerla de quedarse.

"Sasuke-kun," se dio la vuelta. "Te amo, pero no me siento lista para ver a nadie." Soltó un pesado suspiro. "Nosotros no convivimos lo suficiente para generar lazos como lo hicieron los demás," explicó, acercándose a él. "Y aunque sé que tú también me quieres, no es lo mismo que amar." Lo abrazó, como un último acto egoísta. "Además, creo que a lo largo de los años, mi amor se transformó en cariño por la familia que formamos, por lo que en algún momento significaste."

"Sé que no lo digo siempre, pero te quiero, y eso nunca va a cambiar," dijo Sasuke, alejándose de ella. "Y si esa es tu decisión, la respetaré y esperaré tu regreso." Sonrió mientras la veía partir sin rumbo, sintiendo un vacío en su corazón pero también una determinación de respetar los deseos de Sakura.






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