Capítulo 2 - Atracción demostrada en curiosidad.

445 59 2
                                    

Cellbit abrió de nueva cuenta sus ojos azules notando el repetido pitido en sus oídos que taladraban su cabeza. Hizo una mueca involuntaria volteando su rostro hacía el cuerpo sentado de espaldas de Roier quien al parecer cantaba una suave canción. Su rostro se puso sereno, se encontraba en una suave y cómoda cama, su herida estaba vendada y no llevaba ningún tipo de camisa, solo los pantalones de la prisión. Roier no se sorprendió al sentir como Cellbit enroscaba su brazo en su cuello en un intento de darle a entender que cualquier mal movimiento acabaría por asfixiarlo.

— ¿Te encanta darle pinches infartos a tu víctimas? — Preguntó sin una pizca de miedo Roier no sintiéndose intimidado. Cellbit suspiró al sentir como una de las manos del de prendas negras acariciaba su brazo cicatrizado, sus músculos dejaron de tensarse por unos breves segundos al sentir ese suave tacto. — Calma gatinho. — Murmuró con más calma. — ¿Por qué querría dañarte? Acabo de salvar tu redondo trasero, mi amor. —

El prisionero aflojo su agarre y Roier sonrió con superioridad antes de golpear con su cabeza la nariz del contrario haciendo que lo soltara. Cellbit siseó molesto sobando con dolor su nariz viendo como Roier se levantaba de la cama para sacudir sus prendas ya limpias. El contrario, aún con dolor miró agresivamente al de ojos rubís quien rió divertido antes de darle una pequeña taza que contenía café. Los ojos de Cellbit brillaron.

— Isso. . . —

— Ví que te gustaba. — Murmuró, sintiendo como las desconfiadas manos de Cellbit se acercaban a la taza, olfateándola como si tuviera un tipo de veneno. Roier giró sus ojos mientras sonreía. — ¿Por qué crees que te heriría? Te acabo de salvar gatinho, dios santo, pinches hombres desagradecidos que hay hoy en día. —

— Você não me disse quem você é. — Dijo Cellbit tomándose de mala gana el café.

— Meh, un simple psiquiatra que se aburrió. — Sonrió Roier mientras lamía sus labios observándolo. Cellbit no pudo evitar sentirse incómodo. — Bueno, no- Esa era Melissa. —

— ¿Melissa? —

— Mi prima, es hermosa. — Dijó Roier sin quitar esa sonrisa de su cara. Cellbit alzó su ceja, ¿Estaba jugando con él? De tan solo pensarlo apretó su agarre en la taza.

— Roier... Vou repetir para você, quem é você? — Gruñó el prisionero. Roier parpadeó divertido.

— Un científico que recibió una descarga eléctrica. — Murmuró divertido. — Ah, no, ese era Doied. — Dijo mientras rascaba su cabeza confundido. — Solo soy un pequeño ciudadano honorable al que le llamaste la atención. —

— ¿Por... qué? — Preguntó Cellbit sin saber descifrar las expresiones que hacía el contrario.

— ¿Qué puedo decir? Eres un brasileño demasiado atrayente, gatinho. — Habló Roier tomando la taza ahora vacía de las manos de Cellbit quien se dejó. — ¿Tienes hambre? —

— ..Uh... — Asintió con sus ojos entrecerrados con sospecha.

Roier rió antes de voltearse y volver a tararear con diversión, cerrando la puerta de la habitación en la que se encontraban. Cellbit quedó a solas, miró a su alrededor y vió que no había ninguna ventana, hizo una mueca al sentirse en una jaula, intentó levantarse, sentándose en la orilla de la cama, para cuando lo logró Roier ya había vuelto. El prisionero parpadeó volviendo a sentir el olor de la carne humana.

— Onde você consegue tanto? — Murmuró el prisionero embobado, sintiendo de nueva cuenta las babas saliendo de su boca.

La respiración de Cellbit se cortó al sentir como Roier acariciaba su cachete con suavidad mientras llevaba la otra a su boca con la carne lista, importándole poco si se volvía a manchar. Cellbit no entendía, pero sentía el ambiente pesado.

ᴀᴍᴏʀ ᴇɴ ᴄʜᴀʀᴄᴏꜱ ᴅᴇ ꜱᴀɴɢʀᴇ - ɢᴜᴀᴘᴏᴅᴜᴏ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora