04

121 15 2
                                    

NOCHE DE DEMONIOS

Muchos decían que el infierno estaba hecho de fuego, o que el diablo era algo rojo con cuernos y cola.
Pero esto era muy diferente, el infierno o la prisión a la que mandaron a a Hyunjin por sus pecados era una fría y solitaria, el podía sentir todas las almas que cometieron pecados rondar por ahí. Al igual que los demonios que consideraba sus amigos, o bueno, a la mayoría.

Apenas eran sus comienzos siendo el príncipe del infierno, ya que Hyunjin era la reencarnacion de Lucifer. Desde chico era excluido porque ya muchos sabian su destino. Él incluso lo sabía, con todas sus fuerzas trataba de no cometer los mismos errores que las anteriores reencarnaciones pero era algo inevitable, y su orgullo terminó cegandolo.

No consideraba haberse equivocado por querer tener el mismo reconocimiento que Dios. Creía que el Dios al que todos amaban era muy injusto, echo a sus amigos por revelar algunos secretos a los humanos, pero que hacían que dividan a los mortales de ellos como si fueran superiores. Los Angeles son muy superficiales, Hyunjin siempre fue considerado como un ángel raro, o rebelde pero tuvo pocos amigos que lo entendían muy bien y pensaban igual que el. Ellos fueron los que junto a el se rebelaron contra Dios y fueron expulsados del cielo.

Aunque sabía su destino, no le gustaba. El hecho de sólo saber que la historia se repetía una y otra vez lo aburría. Pero nunca se imagino que cuando fuera desterrado caería cerca de un humano. Y que ese humano no le tenga una pizca de miedo.

Sonrió al recordar esas pecas y esos ojos marrones, vulnerables pero traviesos. Su último encuentro fue bastante inapropiado de su parte. Se supone que no debería interactuar con ningún humano de manera directa a menos que lo hayan invocado. Pero no sabía por qué perdía el control cada que estaba cerca de ese rubio.

Le molesta y a la vez le encanta.

Estaba en la que se supone que es la sala de reuniones entre los demonios. No quería estar allí. Quería estar con ese rubio otra vez.

Tocandolo.

Besandolo.

Abrazándolo.

Con tan solo un chasquido en sus dedos ya no estaba sentado en esa silla incómoda, estaba en la habitación de Felix. Ya era la madrugada, y un rubio pecoso yacía durmiendo plácidamente. Lo observo por algunos minutos hasta que decidió acercarse cuidadosamente y acostarse a su lado. No sabía por qué carajo quería sentir el calor del cuerpo contrario pero en cuanto sintió que Felix lo abrazaba por la cintura pudo relajar su mente. 

Acurrucó a Felix en su pecho y lo sintió removerse unos segundos antes de abrir los ojos. El pecoso frunció el ceño, confundido.

—¿Hyunjin? ¿Qué haces aquí?— susurró. El otro no quiso emitir palabra alguna.— ¿O estoy soñando?

Era muy tierno de observar. Sus ojos marrones lo miraban curiosamente.

—Ya que esto es un sueño, te voy a decir algo.— Felix se acurrucó en sus brazos otra vez.— No me agradas mucho, me molesta no saber nada de vos y que todo el tiempo que estés cerca mio yo sea más nervios que persona.— rió levemente ante lo que decía el rubio.
—¿De qué te ríes? Hablo muy en serio.— hizo un puchero en sus labios que lo hizo sonreir.— Tal vez me llamen loco por estar hablando con el diablo, pero no me importa ya que no te tengo miedo. Yo solo quiero conocerte Hyun.

Se sentía algo enternecido por la forma en la que le estaba hablando Felix, de manera tan dulce y tierna. Pero a la vez, aunque no lo quisiera admitir, le daba miedo. Por qué no podía permitirse sentir aunque sea una pizca de compasión por él, por un humano.
No había una específica regla que prohibiera estar con un mortal, pero tampoco estaba muy permitido que digamos. A algunos demonios que anteriormente fueron ángeles, los desterraron por haber estado con humanos. Pero estando ahí, con ese chico en sus brazos se sentía bien.

The Black Winged ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora