"𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐗𝐗𝐕𝐈"

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Los accidentes son muy comunes”

BLAIR

Llegué a casa unos veinte minutos después de tomar el autobús.

Desgraciadamente la parada no quedaba exactamente en el Ritchen District así que tuve que quedarme a par de manzanas e ir caminando hasta Calloway. El transcurso fue extraño e incómodo, me sentía observada, como si una presencia extraña me siguiera los pasos. Quizás estaba alucinando ya que no había comido nada desde que fuí a trabajar a las tres a la Estación, y por eso estaba viendo cosas donde no habían.

Me detuve en “On the Corner” y pedí comida para llevar, pronto cerrarían así que estaba de suerte. Travis se notaba incómodo, trataba de mirarme los menos posible e incluso me había dado cuenta de que le había dicho a su compañera que me atendiera. En el café ya no había nadie, solo un par de chicas al fondo del el área del exterior, ya pronto serían las nueve, así que el local cerraría. Ver a Travis así me descolocaba ¿Le había dicho algo? ¿Lo traté mal? En ningún momento que yo recuerde algo así sucedió.

—Aquí está tu pedido, que lo disfrutes —me comunicó la chica una vez me entregó la bolsa de cartón.

—Gracias. —solté y me acerqué a Travis —Hey ¿todo bien?

—¡Oh sí! Genial ¿tú qué tal?

—Un poco cansada... ¿Te pasa algo conmigo, Travis?

Arrugó un poco sus espesas cejas.

—¿A mí? En lo absoluto jajaja —se carcajeó de la manera más falsa que había visto antes —¿por qué?

—Siento que me evitas ¿he hecho algo?

—¡Nooo! Cómo crees —me palmeó el hombro —son ideas tuyas, solo estoy liado.

No quise rebatir sobre eso, así que simplemente asentí y salí del lugar. Travis estaba extraño y algo no me olía bien. Me había hablado sobre su relación tóxico-amorosa pero no veía ese un evidente motivo para pasar de mí tan olímpicamente. El aire frío del exterior me golpeó con fuerza, había viento, bastante, y era helado, estaba como para meterse debajo del edredón y no salir hasta el amanecer de Dios.

Cuando entré a mi piso la soledad me recibió, recordándome lo sola que estaba, lo vacía que era mi existencia. Nadie me esperaba, a nadie le importaba mi presencia, a nadie le preocupaba si llegaba o no... Pero era algo con lo que había aprendido a vivir.

¿Y si pensaba en buscar alguna compañía?

No me vendría nada mal.

Me derrumbé sobre el butacón e inhalé suficiente aire como para sentirme satisfecha. Estaba agotada, pero eso no impidió que entrara a mi galería a ver las fotos que había tomado del archivo de los Wood. La primera fotografía era una explicación sobre el juicio que posteriormente sería ejecutado, lo siguiente eran anotaciones y aspectos básicos rutinarios de una informe policial. No encontré nada fuera de lo normal, no hasta que ví el reporte de un interrogatorio a Lissa Terry donde afirmaba que la coartada de Ayanz era cuestionable, porque —según ella —las horas habían sido distintas.

Abrí los ojos con turbación ¿en serio había dicho eso? ¿por qué no me cuadraba nada? Si hubiese sido así, Ayanz ahora mismo no estaría aliado con ella...

¿Qué me estaba perdiendo?

Anotaría eso en mi mente por si volvía a coincidir con Ayanz, encararlo. Ese hombre no hablaba más allá de lo imprescindible, era tan difícil o más que un puto jeroglífico. Siempre que intentaba razonar con él, perdía el tiempo. Contaba lo que le parecía y lo demás se lo guardaba como hasta ahora. Y sabía que seguiría así hasta que yo no lo desmantelara todo.

"El Caso Imposible De Los Wood"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora