"𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐗𝐗𝐈𝐗"

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La felicidad dura poco”

BLAIR

Se sintió efímero pero al mismo tiempo eterno...

Y sí, hablo de sus besos, de como me tomaba de la cintura para pegarme a él. De como su lengua abría paso en mi boca para danzar con la mía. Éramos uno, en aquel momento si lo fuimos al igual que cuando sus manos aprisionaron mis caderas y me estamparon contra la pared, ahí también nos unificamos, pareciendo una sola pieza o dos pero que encajaban muy bien.

No recuerdo cómo subimos las escaleras, ni tampoco como terminé en su habitación, solo que sus manos no dejaron ni por un segundo de rozar mi piel, hasta el punto de dejar sus huellas. Por momentos, flashbacks de cordura me azotaban, pero los apartaba, no quería que nada me arrebatara esto, aunque ni idea tenía de que podía ser...

Quizás un instante...

Quizás una anécdota...

Quizás una historia...

Lo que sí tenía claro era que no quería parar, no cuando por primera vez desde que llegué aquí me sentía así; tan viva y llena de adrenalina que circulaba por mis venas en nanosegundos sin parar.

Aunque sí, tenía claro de que esto podía salir mal, pero ¿y qué? ¿si tengo ganas y él también, que está mal?

Pues muchas cosas —susurró mi conciencia

Pero no frené, ni siquiera me detuve a pensar en las probabilidades que tenía de salir perjudicada. Porque eran muchas, para que voy a mentir.

Cuando su mano tomó el borde de mi camiseta no puse resistencia —al contrario —le ayudé a quitarla. La ropa me estorbaba y aunque parecía que había perdido la poca cordura que me quedaba ¿sabéis una cosa? Me daba exactamente igual. No pretendía que nadie me entendiese, ni que me justificara por hacer esto. Para nada, yo solita me había metido en la boca del lobo, y no estaba asustada y tampoco quería marcharme, simplemente quería disfrutar de un poco de cotidianidad, de esa que disfrutaban los adolecentes normales, de esa de la que Mads gozaba y me presumía todo el rato. No le debía nada a nadie y mucho menos a Noah, ese no se merecía ni que lo pensara en este momento.

—No sabes cuánto he deseado este momento, Blair... —la voz de Ayanz salió tan ronca que me erizó hasta la parte más minúscula del cuerpo.

—¿En serio...? —no pude evitar cuestionar en medio de nuestra guerra de besos.

Desabrochó mi pantalón de pijama con una destreza que me hizo sonreír aún con sus labios sobre los míos.

—¿Sabes cuál es el animal más peligroso para un ser humano? —preguntó entre agitación y deseo

—¿Cuál?

Me acomodó en la cama, mientras su mirada  pedía a gritos mucho más. Se coló entre mis piernas y metió un mechón de cabello detrás de mi oreja, ya no nos estábamos besando, yo me encontraba esperando su respuesta con un ansía insaciable reflejada en los labios.

—Las mariposas en el estómago...

Algo se alteró en mi cuando escuché esa frase. Un detonante de realidad que me llegó en forma de latigazo a la sien. Entonces me dí cuenta que estaba debajo del chico más misterioso y repudiado de Kenweech, aquel que escondía un gran secreto y que yo sabía muy bien.

—¿Y tú las ha sentido conmigo? —quise saber mientras admiraba lo carnoso de sus labios

Sus ojos azules felinos casi me penetraron. No supe cómo sentirme debajo de su escrutinio, pero sin duda me excitaba. Tenía la mirada más sexy que había visto en mi vida, de esas que te prometían la luna sin decirlo, de las que te empapaban las bragas con solo relamer sus labios. Era el jodido badboy de mi historia, el chico malo y misterioso que te atraía a una catástrofe, que te enredaba en su telaraña y te quitaba hasta las ganas de vivir.

"El Caso Imposible De Los Wood"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora