Capítulo 3: Arriba en el cielo

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Había pasado poco tiempo desde que Raphtalia despertó. El sol comenzaba a descender y el cielo aún brillaba en un azul intenso, aunque sabía que eso cambiaría pronto. Había algunas cosas que debía hacer antes de partir.

— ¡Oye deja nuestras cosas! 

— ¿Quién te crees que eres?

— ¡No perdonaremos esto!

Los gritos de los cazadores de esclavos llegaron a mis oídos, pero preferí ignorarlos. Ahora que estaban encadenados, no podían causar muchos más problemas aparte de hablar entre sí. Habían estado en calma desde que hice esa demostración de fuerza, pero su incertidumbre se convirtió en rabia en el momento en que encontré un carruaje escondido entre los árboles.

El carruaje era pequeño, hecho para ser llevado por una o dos personas, pero tenía un compartimiento al frente y una jaula de metal de tamaño considerable atrás. Seguramente lo iban a usar para llevarse a Raphtalia.

Volteé a verlos por un segundo, solo para ver cómo intentaban zafarse con todas sus fuerzas. Debía haber algo aquí que no querían que yo viera, o simplemente no les gustaba que alguien tocara sus cosas.

— ¿Qué estás haciendo? ...Clurk — Equivocándose al pronunciar mi nombre, preguntó una voz a mi lado. Era la pequeña Raphtalia, que aún vestía mi capa y tenía una expresión de curiosidad.

— Estoy revisando sus pertenencias, solo por si acaso.

— ¿Encontraste algo?

— Solo comida, algo de ropa y varias cuerdas por ahora.

— Ya veo... —respondió tímidamente

Miré a la niña con preocupación. Aunque ya no estaba tan asustada como antes, al menos cuando estaba conmigo, todavía parecía temerle a todo lo que la rodeaba. Cualquier movimiento o sonido inesperado la hacía saltar del susto, y se apresuraba a esconderse dentro de mi capa, buscando refugio. Sus ojos miraban nerviosamente a su alrededor, y podía ver el miedo persistente en su expresión. Quería asegurarme de que se sintiera segura, pero sabía que llevaría tiempo. Al menos, ahora sabía que podía confiar en mí.

— ¿Qué te gusta hacer? —le pregunté con una sonrisa.

— ¿Q-qué?

— A ti, ¿qué te gusta hacer? Jugar, dibujar o cualquier cosa que te divierta.

— Mmm... —tímidamente bajó la cabeza, pero después de unos segundos me miró con algo de emoción— Me gustaba escuchar las historias que me contaban mis padres.

— Oh, tenemos algo en común.

— ¿En serio?

— Sí. Mis padres me contaban historias todo el tiempo. Cuando era niño, me narraban los cuentos clásicos. Era bonito, especialmente porque a mi madre le emocionaban mucho esas cosas.

— Bonito... Sí, así me sentía —Raphtalia sonrió con nostalgia. Me alegré al ver cómo se relajaba. Preferí dejar ahí el tema para no hacerla pensar demasiado en su hogar y ponerla triste de nuevo — Oye...

— ¿Sí?

— ¿Qué es lo que llevas puesto? — señaló el escudo en mi traje.

— ¿Esto? Jeje... es mi uniforme.

— ¿Uniforme?

— En efecto, es mi uniforme — dije, golpeando confiadamente el escudo en mi pecho.

— Es... — Raphtalia entrecerró los ojos como si tratara de encontrar las palabras adecuadas — Colorido.

— Seguro que lo es — respondí con una sonrisa.

Superman: A red and blue shield(Superman en Tate no Yuusha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora