capítulo 14

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Aquella criatura que solo había visto en los libros de historia camino lentamente, sin apartar sus ojos amarrillos de los ojos que lo observaban detrás del vidrio.

El lobo poseía un cuerpo imponente, que a primera vista hubiera horrorizado a cualquier viajero si se lo llegase encontrar en el camino.

Pero para Cristian era un ser que irradiaba poder y belleza.

Sus ojos brillantes como el oro fundido parecían penetrar el alma de cualquier mortal que osara a mirarlos. Su pelaje plateado, suave y lustroso, se movía con cada paso que daba, reflejando la luz de la luna, creando un aura casi sobrenatural a su alrededor.

La línea negra que atravesaba su pecho era una clara señal de su antiguo linaje y noble, era la marca de su herencia como descendiente directo del primer clan creado por la diosa Serene.

Cristian permanecía hipnótico, incapaz de moverse, su mente luchaba  por encontrar una explicación. La sorpresa y el asombro se reflejaban en su rostro, mientras su corazón latía con fuerza.

No podía creer lo que veía. La bestia que tenía frente a él, era la misma persona que había sido su amigo.

Pero ahora, en lugar de un hombre, veía a una criatura mitológica.

Romero, dio un paso hacia atrás, cosa que se arrepintió enseguida, al darse cuenta que el lobo inclinó su cabeza, como si pudiera leer sus pensamientos.

A pesar de estar separados por aquel cristal, podía sentir la confusión de su antiguo amigo, la lucha que mantenía por querer permanecer en su lado racional y no caer por completó a su naturaleza salvaje.

En ese momento, el argentino sintió una conexión profunda y visceral con el lobo, una sensación de pertenencia y entendimiento que nunca antes había experimentado.

-¿Cómo sucedió esto? – preguntó al oler las feromonas del doctor.

-No tiene permitido estar en esta zona.

-¿Por eso usaba el anillo?- comentó al recordar aquel artilugio extraño que acompañaba al coreano todo el tiempo.

-No tengo permitido hablar con personas fueras del círculo familiar – habló dejando salir sus feromonas Alfas, como si eso pudiera ahuyentar al jugador.

-¡Ah! Los alfas y su estúpido sentimiento de superioridad.

Aparatando la mirada de aquellos ojos hermosos, se dirigió al médico y con una fuerza que emergió del monstruo que intentaba mantener al límite, lo levantó con una sola mano del cuello y la cerró peligrosamente.

-Usted es un Enigma- lo acusó horrorizado al notar que la mano iba perdiendo el rastro humano, para ir transformándose en unas garras filosas.

Cristian era un Lobo Enigma, una casta casi extinguida y rechazada por la sociedad. Descendía de una raza marginada, temida y despreciada por su poder y su conexión con lo desconocido. Los Enigmas eran conocidos por su capacidad de transformarse en demonios poderosos y aterradores, y Cristian no era la excepción. Su linaje le otorgaba una fuerza y habilidades sobrehumanas, pero también lo condenaba a vivir en las sombras, siempre ocultando su verdadera naturaleza.

-¿Ahora va hablar? – le preguntó impaciente - ¿Por qué Sonny se convirtió en eso?

-Lo desconozco, estamos investigando la causa de que su animal haya prevalecido sobre su lado humano.

El doctor, a pesar de ser un profesional, odiaba el hecho de que un ser inferior a su casta lo haya sometido. Pero no podía perder los estribos, porque era seguro que terminaría siendo degollado.

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