La verdad me persigue

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El tiempo había pasado desde aquel encuentro en el lago, y ahora el destino llamaba a los protagonistas hacia una nueva aventura. Eloise, con su habitual picardía, planteaba la posibilidad de viajar a Madrid, mientras Benedict expresaba su reticencia ante la idea.

"¿Irán con nosotras?", inquirió Eloise, con una sonrisa traviesa bailando en sus labios.

"De verdad crees que quiero ir a Madrid?", respondió Benedict, su tono cargado de desinterés.

Eloise, jugando con la ironía, sugirió la necesidad de tener caballeros que las protegieran durante el viaje, provocando una sonrisa socarrona en su rostro.

Colin, sin embargo, sorprendió a todos al ofrecerse como voluntario. "Yo sí voy", declaró con determinación, su expresión revelando una determinación que contrastaba con la sorpresa de sus hermanos.

Benedict, desconcertado por la repentina actitud de su hermano menor, lo miró con incredulidad.

"¿En serio, hermano?", preguntó, buscando comprender las motivaciones detrás de su decisión.

Pero Colin tenía sus propias razones para embarcarse en aquella aventura. Más allá de la aparente generosidad de ofrecer protección a las damas, latía un deseo más profundo: descubrir las verdaderas intenciones de la princesa. En su mente, se fraguaba una estrategia para desentrañar el misterio que rodeaba su ruptura con ella, y para ello, necesitaba estar cerca, observar, y quizás, encontrar respuestas que solo el paso del tiempo y la proximidad podrían revelar.

Aunque mantenía sus verdaderas intenciones ocultas detrás de una fachada de cortesía y protección hacia su familia, Colin sabía que la clave para desentrañar el enigma de la princesa residía en Madrid, donde el destino los llevaría a enfrentarse a nuevos desafíos y revelaciones..

La dinámica entre los hermanos Colin y Benedict reflejaba una mezcla única de complicidad y rivalidad, unidas por el lazo irrompible de la familia. Mientras Colin, con su característico ingenio, sugería a su hermano mayor la posibilidad de mejorar sus habilidades artísticas durante su estadía en Madrid, Benedict respondía con su habitual sarcasmo, defendiendo su pasión por el arte con orgullo y determinación.

"¿Hermano, hay muchos museos en Madrid", comenzó Colin con su propuesta, su tono teñido de burla amistosa. "Podrías entrar a unas clases muestra y superarte en tus garabatos."

La respuesta de Benedict no se hizo esperar, rebatiendo con fiereza la insinuación de su hermano menor. "No son garabatos, idiota", replicó, su voz cargada de indignación y determinación.

"Es arte, algo que tu cerebro diminuto no entendería. Pero en fin, sí iré, me han convencido."

Con un gesto decidido, Benedict se levantó del sofá, dejando atrás cualquier rastro de reticencia y aceptando el desafío propuesto por sus hermanos. Su decisión no solo representaba un cambio de actitud hacia el viaje a Madrid, sino también un reconocimiento tácito de la influencia positiva de su familia en su vida.

Eloise y Colin, al ver la reacción de Benedict, intercambiaron una mirada de complicidad y celebración. Su misión de convencer a su hermano había sido un éxito, y juntos, se prepararon para el largo viaje que les aguardaba, llenos de expectativas y ansiosos por las aventuras que les deparaba el futuro.

"Intrigas de Sangre: Amor, Lealtad y Rivalidad en la Corte Real"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora