#4: Bestialidad

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««Tiene un aliento muy horrible, al parecer se comió unas ratas y hay unos rastros de carne por sus dientes. No puede ser de esos animales debe ser de aquellos hombres que desaparecieron»»

Esquiva las filosas garras del animal pudiendo oír los gruñidos aclamando la sed de hambre, necesitaba devorarla quería reponer sus fuerzas en ese momento queriendo embestir a la fémina terminaba chocando contra el arácnido. Fue tomado de los hombros para ser arrojado contra la gata, recibiendo un arañazo en su pecho ocasionando que chille habiéndose sido lastimado quería morder a la fémina de cabellos; sus intentos se veían frustrados por la agilidad de la fémina, hasta que conseguía arañar una parte del traje.

—¿Sabes cuánto me cuesta repararlo?—preguntaba una molesta Felicia, hacia la criatura pudiendo escuchar el gruñido del animal—. Porque mejor no le gruñes de esa manera a tu madre

El animal de piel morada intentaba saltar encima de la mujer buscaba morderla, quería probar la sangre no podía moverse observando como era sostenido por una telaraña fue rápidamente arrojado contra una de las tuberías ocasionando que le cayera la suciedad de esta. El arácnido soltaba una risa por abajo, su instinto lo hizo moverse para ayudar a la fémina observando la mirada de su compañera; alzaba sus manos.

—De acuerdo no voy a meter. ¿No fue gracioso ese golpe?—la fémina negaba.

El basilisco se ponía en pie entre gruñidos miraba a la fémina pensando que se había tratado de una ataque por parte de ella, emitiendo un feroz rugido —pareciendo como un león—, se colocaba en una posición cuadrúpeda enterrando sus garras en suelo miraba a la gata quien se mantiene atenta por cualquier ataque o contraataque que vaya hacer. Pese a ser una bestia salvaje al parecer estaba manteniendo un poco de su inteligencia, dando un salto veloz consiguió adherirse a la pared aquello tomaba desprevenido al arácnido y la gata. No sabían que tenía una habilidad como esa, iniciando su escapada pero era seguido cercado por los compañeros.

—Nunca mencionaste que podía hacer algo como eso—dijo la ladrona.

—Pues deberé demandar por derechos de autor por andar trepando los techos cómo lo hago yo—bromeaba el arácnido, queriendo aligerar el ambiente

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—Pues deberé demandar por derechos de autor por andar trepando los techos cómo lo hago yo—bromeaba el arácnido, queriendo aligerar el ambiente.

—Pues deberé demandar por derechos de autor por andar trepando los techos cómo lo hago yo—bromeaba el arácnido, queriendo aligerar el ambiente

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