Callie
Mi estómago está lleno, mi mochila está empacada, mi plan de escape está listo, lo único que necesito es saber a qué hora salen los autobuses y podré irme de este pueblucho sin mirar atrás.
Detesto que Allison sea tan buena cocinera. Nada me gustaría más que hacer que se alejara de ese hombre tanto como fuera posible, porque no merece tener comida deliciosa sobre su mesa cuando no tiene la menor idea de si yo me estoy alimentando bien. El caso es que estoy aquí, y mientras lo haga, planeo aprovecharme de la deliciosa pasta que prepara Allison. Apenas quedó un poco de lasaña esta mañana, y si el autobús sale hoy, entonces esa será mi merienda para el camino.
Espero a que mamá conteste la llamada mientras inicio mi plan b. Quiero el mínimo de riesgos disponibles, así que he pensado en esto.
Acepta la videollamada y de inmediato una sonrisa me ilumina la cara. Cada día que pasa la hecho más y más de menos.
—Vaya —sonríe—. Parece que alguien tuvo una buena noche.
—Algo así. Se me ha ocurrido el mejor de los planes.
—¿Ah, sí? ¿De qué se trata, cariño?
La veo sentarse en un catre lamentable. Los jefes de su empresa podrían hacer algo mejor por sus empleados, en esas condiciones nadie se sentirá dispuesto a dar lo mejor de sí.
—Iré contigo —hablo en tono resuelto.
—Que irás conmigo ¿dónde?
—A tu trabajo, por supuesto.
—Callie...
—Solo será de visita. Me di cuenta de que tenías razón con eso de que él debe estar sintiéndose culpable y quiere arreglar todo lo malo que ha hecho, así que le diré que me dé el dinero y podré hacerte una visita rápida. Lo único es que me digas...
—Callie, cariño, detente. ¿De dónde están saliendo todas estas conspiraciones?
—¿Conspiraciones?
No sé la definición exacta de la palabra, pero hasta donde sé, tiene que ver con que alguiene malo quiera dañar a alguien bueno por el mero placer de hacerlo, y ese definitivamente no es el caso.
—Sí. Cariño, si existiera la mínima posibilidad, te habría dejado en un pueblo costero y te habría visitado siempre que tuviese la oportunidad, pero no es el caso. He hecho todo lo posible por posponer este viaje hasta que fueras lo suficientemente adulta como para saber lidiar con tu padre. Sabes que esta no ha sido una decisión fácil para mí y lo único que me da un poco de tranquilidad es saber dónde estás y que hay un techo sobre tu cabeza y una comida en tu mesa.
No llorar es demasiado difícil, pero sé que si lo hago, ella se sentirá peor.
—Ya veo. Pero, a mí también me gustaría saber en dónde estás y que estás bien. Solo sé que estás en un barco. ¿Y si llego a ver en las noticias que hablan de un naufragio en algún lugar del mar? ¿Y si te llamo y no contestas el celular? ¿Cómo puedo saber que estás a salvo?
Me apresuro a secarme las lágrimas que se resbalan por mi rostro. Cada minuto, cada hora que pasamos separadas no hago nada más que comprobar que debemos dejar de estarlo. Es horrible para las dos y, quizá si yo estuviera en otro lugar, con alguien más a mi cuidado, las cosas no serían tan malas. Pero aquí me siento sola y abandonada.
—Tienes razón. Mi barco se llama Leilany. Ha zarpado al mar muchas veces y todos le tienen mucha confianza. Ahora mismo debemos encontrarnos en las islas canarias. Es un poco lejos de casa, pero no estoy perdida en medio del mar.
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¿Y si papá no es tan malo?
Roman d'amourPara Callie, solo hay una cosa que puede ser considerada castigo: estar con su padre. No puede estar con ese hombre, con ese policía que se atraganta con rosquillas y que ni siquiera le envía una postal para navidad. ¿Qué hizo para merecer ese casti...